El papa Francisco y ‘los dos’ Ecatepecs

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El Financiero

Estado de México.- Tres fueron las palabras claves del mensaje del papa Franciscodurante la misa celebrada en Ecatepec: riqueza, vanidad y orgullo.

El papa llamó a que evitar “el orgullo, o sea ponerse en un plano de superioridad del tipo que fuese” frente a dos Ecatepecs: el de los invitados especiales y el de los otros.

En una zona VIP, los invitados especiales del gobernador Eruviel Ávila, así como de la Arquidiócesis de Ecatepec, esperaron el inicio de la misa. Tenían comida caliente, sillas y pantallas gigantes.

A las ocho de la mañana, la fila para entrar en esta zona era ágil y la revisión, mínima; en algunos casos, con una llamada se solucionaba el acceso.

Los ‘otros’ habían soportado la noche de frío, la mañana de calor sin agua ni sanitarios cerca, en espera de poder ver muy a lo lejos al papa.

Claudia Solórzano entró al predio “El Caracol” a las 11:30 de la noche del sábado para escuchar la misa del papa Francisco doce horas después. Afuera esperó desde las diez.

La fila de personas daba la vuelta en el fraccionamiento Las Américas. Se formó con sus vecinas de la colonia Nicolás Romero.

-“¿Y qué comió en la noche?”

-“Esto…lo escondí y no me lo quitaron”, contesta riendo mientras muestra su bote vacío de yogurt.

A las más de 300 mil personas que esperaban ver al papa Franciscono se les permitió ingresar botes o comida por motivos de seguridad.

Los fieles durmieron en una noche en que la temperatura bajó hasta los tres grados, en el piso del predio de grava y tierra.

Por la mañana hubo quienes se insolaron porque las bolsas de agua no llegaban a todos los rincones del predio.

Pero para Claudia de 59 años no importó; quería ver al Papa así, aunque fuera de lejos.

Adelante, los invitados especiales no sufrieron. Llegaron al final, estuvieron sentados, no trasnocharon.

El papa Francisco fue directo en su discurso: oró porque en México, “no haya necesidad de hacer de la desesperación y la pobreza de muchos el oportunismo de unos pocos”.

Llamó a rechazar “el orgullo, o sea ponerse en un plano de superioridad del tipo que fuese, sintiendo que no se comparte la vida de los mortales y que reza todos los días ‘Gracias Señor porque no me has hecho como ellos'”.

Tras la misa, la mayoría de los fieles recorrieron calles y avenidas cerradas buscando una salida para regresar a sus casas.