EDUCACIÓN, ÚNICA POSIBILIDAD DE CREAR MOVILIDAD SOCIAL EN AMÉRICA LATINA

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    Colima, Col.- Julio Castro Sepúlveda, rector de la Universidad de Viña del Mar (UVM), de Chile, asegura que la internacionalización, además de permitirles a los estudiantes conocer otras realidades y culturas diferentes, permite atar lazos entre los jóvenes que en el futuro serán los líderes de Chile y México, y los que coincidirán en distintos foros y trabajarán juntos en proyectos de beneficio común.

    Para él, “la única posibilidad de generar movilidad social en nuestros países es a partir de la educación. Chile es un país que tiene éxito económico, pero tiene el problema de la redistribución del ingreso, así que sólo con movilidad social lograremos ser un país desarrollado al 2015, con un ingreso de veinte mil dólares per cápita. Aunque más que con veinte o veinticinco mil dólares per cápita, creo que el desarrollo de un país se logra cuando se supera la pobreza y con la inclusión de los excluidos, logrando ser un país mucho más democrático y solidario”.

    En entrevista concedida luego de firmar el convenio con la Universidad de Colima, en el que se formaliza el doble grado entre las licenciaturas de Negocios Internacionales de nuestra casa de estudios y la de Administración de Empresas de la UVM, Castro Sepúlveda reconoció que la institución colimense ha trabajado fuerte, tanto en la internacionalización como en el doble grado. Además, agradeció el hecho de que la U de C patrocinara la entrada de la universidad chilena a una red de universidades norteamericanas de la que nuestra institución forma parte.

    Desde la óptica del rector visitante, el doble grado o la doble titulación que obtendrán jóvenes de México y Chile en el área de negocios y administración, “es un plus muy importante en el mundo futuro”, por lo que le gustaría que hubiera más estudiantes colimenses estudiando en la UVM (actualmente hay siete) y que también viajaran a su universidad profesores de acá para enseñar un semestre o módulos, así como enviar ellos profesores y alumnos a la casa de estudios colimense.

    Dice que su país puede compartir la experiencia exitosa que han tenido durante los últimos años en el desarrollo de su economía, una de las más fuertes del continente, además de su rica tradición cultural, sobre todo la literaria. Los chilenos y mexicanos, recuerda, han mantenido un rico intercambio cultural desde hace varios años, cuando un buen número de intelectuales de aquel país llegaron a México expulsados por la dictadura de Pinochet. Dice que en su país son populares las canciones rancheras y la obra de autores como Juan Rulfo y Carlos Fuentes.

    En Chile, afirma, el cincuenta por ciento de los jóvenes entre los 18 y los 24 años se encuentran estudiando en la universidad. En sus tiempos, comenta, sólo estudiaba el siete por ciento de los jóvenes. Este logro es importante, asegura, porque promueve la movilidad social de los jóvenes.

    Sobre el problema que actualmente vive la nación andina, con las manifestaciones de jóvenes universitarios, manifiesta que lo que el movimiento demanda son modificaciones estructurales en algunos problemas específicos y principalmente la gratuidad en la educación superior. En Chile, la educación es mayoritariamente privada. Para él, “la educación no tiene que ser gratuita; tienen que pagar aquellos que pueden pagarla. En mi país hay gente que puede pagar la educación, por lo tanto, no tiene sentido que el estado la haga gratuita a un sector que sí puede pagarla”.

    No está de acuerdo en volverla gratuita “porque para pagar la educación a quien sí puede pagarla, debo cobrar más impuestos a quienes menos tienen. Lo que sí debe hacer el estado es asegurar que aquellas personas que no puedan solventar sus estudios reciban una beca. Entonces nos sentaríamos a ver qué porcentaje de estudiantes deben recibir un apoyo. A mi juicio serían entre el sesenta y setenta por ciento quienes merecerían la beca, pero hay un treinta o 35 por ciento que sí pueden pagar sus estudios”.

    Propone que lo que debe hacerse ahora es sentarse a platicar con los jóvenes y ver cómo solucionan este problema. “Creo, además, que es pertinente que los estudiantes se manifiesten. La manifestación de los estudiantes es parte de la vida universitaria y no hay que tenerles miedo. Uno puede sentarse a conversar con ellos sin ningún problema; no les tengamos miedo a nuestros estudiantes, pues ellos, a la larga, son quienes van a provocar los grandes cambios para el desarrollo de los países. Tengo un gran respeto, admiración y envidia de los jóvenes, porque son los que van a cambiar el mundo en que van a vivir mis hijos y mis nietos”.

    Por último, y aunque no le gusta dar mensajes (“de joven no me gustaba que me los dieran”), les pide a los jóvenes que disfruten lo que están haciendo, ya que se encuentran en la mejor etapa de la vida. “No se olviden que son jóvenes; disfruten, sean felices, sueñen. Son los sueños de ustedes los que van a cambiar el mundo. Tomen en serio lo que hacen, no se midan en las peticiones, no se pongan límites en el soñar, pero sean responsables con las consecuencias de sus acciones”.