DIA DE MUERTOS

0

Por José Díaz Madrigal

En el capítulo 12 del segundo libro de Los Macabeos, Judas al que llamaban Macabeo, jefe de Israel; hizo una colecta que envió a Jerusalén para que ofrecieran un sacrificio, en reparación por los pecados de los que habían muerto. Obró con gran rectitud y nobleza pensando en la resurrección, pues si no hubiera esperado la resurrección, habría sido completamente inútil orar por los muertos. . .

El 2 de noviembre es la conmemoración de los fieles difuntos. En nuestro país la celebración tiene características diferentes a otros lugares del mundo católico. En la tradición prehispánica se pensaba que los difuntos necesitaban venir a alimentarse con la familia, para poder continuar viviendo en el más allá. En el pensamiento cristiano sabemos que ya no necesitamos de los alimentos, sin embargo estos se siguen colocando en los altares de los difuntos o en las lapidas de los cementerios, como símbolo religioso.

Los altares y adornos de las tumbas, son un elemento fundamental en la celebración del día de muertos. Cuando se hace el altar en las casas, generalmente se hace en la sala sobre una mesa bajita. A veces se hacen representaciones que van desde un solo nivel y puede llegar a tener siete niveles. Los más comunes en Colima son de un solo nivel, donde se colocan fotografías de los difuntos, con distintas cosas que les gustaban cuando estaban entre nosotros.

En los altares de niveles, cada uno de estos tiene significado distinto, uno es el cielo, otro la tierra, otro el purgatorio y así sucesivamente, no existe una regla común para hacer los altares. Los componentes que se colocan aparte de la fotografía son: veladoras, significando la luz de la fe y la esperanza; pan de muertos, para fraternizar con los difuntos representando a Cristo como pan de vida; también se coloca agua y sal; lo primero como señal de bautizo y del agua viva para no tener sed; la sal es un elemento de sabor y de purificación. El cempasuchil es un símbolo de festividad, aroma y alegría.

Orar por los difuntos es una obra de misericordia, del mismo modo que se ayuda en vida a un enfermo. Se pueden ofrecer oraciones, sacrificios y misas por los muertos, para que sus almas sean limpias y puedan entrar a la gloria de Dios a gozar de la presencia divina.

Esta costumbre es casi exclusiva del catolicismo mexicano. Aquí mismo en México los grupos separados de la Iglesia Católica, no le dan el sentir, importancia o valor que tiene para un católico practicante.

Hace muchos años en una familia numerosa de aquí de Colima, uno de los hijos se separó de la creencia del núcleo familiar; ingresando al grupo de los Testigos de Jehová. El muchacho era un joven inquieto, que en contra de la voluntad del papá, que era un fervoroso católico; se unió con los que el papá llamaba “Atalayos”

Un domingo por la mañana al muchacho y su grupo, vestidos muy elegantes, les tocó ir a Cuahutémoc a llamar puerta por puerta con el fin de hacer proselitismo entre la gente de ese pueblo y a obsequiar las revistas que habitualmente regalan. Terminada la tarea se regresaron apretujados en una combi. Por alguna distracción del conductor se salieron de la carretera, cayendo en una barranquilla. Desafortunadamente murió el muchacho que acababa de ingresar al grupo.

Dentro de la familia de este joven, solo él se había separado de la fe católica. Por lo simpático y agradable que era, se hizo apreciar por su nuevo grupo, los cuales estaban presentes en el velorio; este bastante concurrido, más por familiares que por los Testigos de Jehová; la familia los observaba como con aire de culpa por la muerte del muchacho.

A la mañana siguiente en el panteón cuando lo iban a enterrar, Los Testigos de Jehová con ritos y creencias distintas a los católicos para honrar a los muertos; terminaron por desesperar  al papá del muchacho difunto. El hombre corpulento, pelo encanecido un tanto despeinado, con el aspecto de que no había dormido, con un marcado semblante de dolor y además se notaba medio entrado en alcoholes. Levantó la mano pidiendo la palabra y expresó: todos los católicos háganse para este lado. La mayoría de asistentes se movieron para el lado indicado. Pasaron unos momentos esperando algunas frases de agradecimiento o de despedida para el joven, pero no, ya que vió al grupo de compañeros de su hijo en el lado contrario, dijo con voz fuerte y sacudiendo la mano derecha con el puño cerrado en dirección de ellos: y los “Atalayos” que chinguen a su madre.