CUANDO LOS DIPUTADOS ERAN VALIENTES

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Por José Díaz Madrigal

Fue el general Jesús González Lugo gobernador de Colima durante el sexenio 1949-1955. Era un colimote de esos que se formaron fuera de su estado natal. Regresó a su patria chica justo nomás para gobernarla y, una vez concluido el periodo para el cual fue electo; retornó a la ciudad de México sin volver nunca jamás a Colima.

González Lugo tomó posesión como gobernador de Colima, en la cámara de diputados local, ante la legislatura XXXV misma que ya tenía un año en funciones. Es decir, a estos diputados les había tocado trabajar también, en el último tramo de la gestión del gobernante anterior, Gudiño Díaz. Cuentan quienes trataron al general, que este era un hombre atento y bonachón. Al comienzo de su administración se rodeó de cuatachos como colaboradores, a cual más de zalameros y aduladores. Pero había uno que realmente era el que mandaba, ninguneando al propio general Lugo. Se trataba del Coronel Jesús Otero Pablos, rico terrateniente del rumbo de Cerro de Ortega.

Para ilustrar quien era el mandamás en el estado, un alcalde de Villa de Álvarez de ese tiempo, Pedro Virgen, refiere lo siguiente: en cierta ocasión, recibí una orden del coronel Otero, en el sentido de que diera de baja a todos los comisarios municipales por rateros. Como todo mundo sabía que Otero era quien controlaba la administración, los dí de baja. Una vez cesados, todos en bola acudieron con el general Lugo; que enojado, de inmediato me mandó llamar. Como yo sabía para que me quería, me arranqué al hotel de La Güera Plaza; ubicado en la esquina de Madero y Filomeno Medina, lugar donde se hospedaba Otero; para decirle que me acompañara a ver al gobernador a Palacio de Gobierno. Otero no le dió importancia al asunto, -después lo veo- me dijo. Seguramente lo enfadé con la insistencia y, por fin me acompañó a Palacio.

Ya que todos estuvieron en el despacho del general, este molesto le pregunta al presidente municipal  ¿porque diste la orden de correr a todos los comisarios de La Villa? Adelantándose el coronel Otero, con voz firme respondió; yo dí la orden. Entonces, no he dicho nada, contestó Lugo. De la oficina del gobernador, salieron juntos el alcalde y Otero, iban caminando por la calle; el coronel le echa el brazo al hombro comentando, para que no tuviera duda “en la tierra del cocotero no manda Lugo, el que manda es Otero”

La administración era un “Pinche” desgarriate. La Tesorería General del Estado, la manejaba como si fuera una caja de su propiedad. Era sabido que uno de los tesoreros, cuando recibía indicaciones de Otero o Lugo, para entregar alguna cantidad de dinero a un particular, lo hacía, pero al mismo tiempo agarraba otra cantidad similar para él mismo; argumentando que sí tenía que justificar la suma entregada, igual justificaba el doble.

Los diputados estaban enterados del irresponsable desorden, que tenía el encargado del poder ejecutivo. Siendo ellos responsables de otro poder, el legislativo; aunque fueran del mismo partido político, no les tembló la mano y con verdadera valentía tomaron cartas en el asunto.

El 18 de marzo de 1951, El Congreso del Estado emitió un decreto en el cual separaba del cargo como gobernador constitucional a Jesús González Lugo, por el motivo de haber incurrido en irresponsabilidad, propia de su cargo. Nombrando como gobernador interino, al diputado por Villa de Álvarez el Lic. Francisco José Yáñez Centeno.

Los congresistas de la XXXV legislatura, cumplían así con su deber; además eran apoyados por gran parte de la ciudadanía y periodistas de aquel tiempo, como el abuelo del actual gobernador de Colima; el aguerrido Manuel Sánchez, – Que por cierto, el viernes pasado murió su hijo mayor, QPD- que deveras le hizo la lucha, sumando fuerzas con los diputados para tumbar a González Lugo. El detalle es que se vivía en la época, en que casi nada se movía sin el consentimiento del gobierno federal.

El presidente Miguel Alemán dió la cara y sostuvo a González Lugo, prácticamente a capa y espada. Así lo acababa de hacer con el gobernador de Puebla, que era también un corrupto y, Alemán pensaba destituirlo; sin embargo los periódicos lo atacaron con tal vehemencia por ladrón, de modo que Alemán para no darle fuerza a la prensa libre; contra su deseo tuvo que respaldar al gober poblano. De la misma manera Alemán actuó en Colima, para no dejar crecer la soberanía del congreso local; tuvo que apoyar a Lugo.

Aquellos tiempos tienen mucho parecido al de ahora, los cuatachos como colaboradores, sin ser los funcionarios idóneos para el cargo; desorden mayúsculo en las finanzas del estado. Con un par de diferencias, González Lugo entregó la administración a Chávez Carrillo, sin adeudo a los trabajadores, ni deber un centavo a los bancos.

En las últimas semanas, investigaciones de la prensa nacional tienen bien vigilado a Colima; donde se destacan cuando menos cinco artículos periodísticos con los siguientes títulos:

1. LA ESTAFA MAESTRA DE PERALTA EN COLIMA.
2. ALERTA EN PALACIO NACIONAL POR LA CRISIS EN COLIMA.
3. COLIMA SANGRIENTA Y UN GOBERNADOR CORRUPTO.
4. PERALTA CON UN PIE EN LA CÁRCEL.
5. COLIMA ENDEUDADO Y EN QUIEBRA POR CULPA DEL GOBERNADOR.

La otra gran diferencia, distinta al poder ejecutivo, es que el poder legislativo de aquel tiempo, si hacía su chamba. No era nido de blancas palomas ni mera oficina de trámites para avalar los préstamos del gobernador. Había congresistas comprometidos, de argumentos, combativos y de palabra; que defendían los intereses del pueblo, con sentido de honor. . .
HABÍA DIPUTADOS VALIENTES.