Congreso y Alcaldías, conformación y arranque

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PARACAÍDAS

Por: Rogelio Guedea

Si bien sólo falta que tome protesta como gobernadora la morenista Indira Vizcaíno para que arranque ahora sí formalmente el nuevo escenario político colimense, el inicio hace unas semanas de la nueva legislatura local y el arranque hace un par de días de las nuevas administraciones municipales nos ofrece ya un panorama bastante claro de lo que nos espera en los próximos tres años para nuestra entidad, tiempo durante el cual se terminará el mandato del presidente López Obrador y se llegará a la mitad de la gestión de Indira Vizcaíno, lo que significaría el principio de su fin. El Congreso local quedó conformado por nueve diputados de Morena (Alfredo Álvarez Ramírez, Sonia Hernández Cayetano, Armando Reyna, Rubén Romo, Ana Karen Hernández, Isamar Ramírez, Andrea Naranjo, Viridiana Valencia y Julio Cesar Cano, el partido con mayor representatividad), cinco del PRI (Carlos Noriega, Miguel Ángel Galindo, Lizette Moreno, José de Jesús Dueñas García y Héctor Magaña Lara), tres del PAN (Crispín Guerra, Fernanda Salazar y Priscila García), dos de Movimiento Ciudadano (Ignacio Ramírez y Glenda Yazmín Ochoa), dos del PES (Kathia Zared Castillo y Rigoberto García Negrete) y uno de Nueva Alianza (Myriam Gudiño). Más que un análisis de los perfiles de cada diputado (un tanto disparejo en cuanto a su formación profesional y política), lo que debe resaltar en la conformación de esta particular legislatura es la forma en que se establecerá el contrapeso entre los diputados que no pertenecen a Morena y los que forman parte del mismo, tomando en cuenta que la titular del Ejecutivo estatal tendrá una ascendencia importante sobre los últimos. Será fundamental, por tanto, que en la organización de los dos frentes (ideal por sobre una atomización y dispersión de fuerzas) se pueda conseguir que, para las decisiones que puedan ser perjudiciales para la ciudadanía colimense, el bloque opositor (me lo imagino por lo menos entre PRI y PAN) pueda realmente imponerse a cualquier arbitrariedad, como parece que ya lo tuvieron que hacer derivado de la conformación de las comisiones. Seguramente, Morena apostará por establecer alianzas con los partidos que en lo local y federal fueron tácita o explícitamente aliados (como el Verde Ecologista, PES y Nueva Alianza), pero ojalá que el bloque PRI-PAN sea lo suficientemente hábil  para no dejarse avasallar, pues de eso dependerá también la recuperación de territorio en las próximas elecciones. Con respecto a los municipios, el panorama es menos complejo pues cada administración será su propio acicate para dar buenos o malos resultados. Colima, Villa de Álvarez, Comala y Cuauhtémoc serán gobernados por los aliancistas PAN-PRI-PRD (con Margarita Moreno, Tey Gutiérrez, Felipe Michel y Gabía Mejía, respectivamente), Coquimatlán, Tecomán, Manzanillo y Armería por Morena (con Leonor Alcaraz, Elías Lozano, Griselda Martínez y Diana Zepeda, respectivamente), Ixtlahuacán por el PES (con Carlos Carrasco) y Minatitlán por el Verde Ecologista (con Alejandro Mancilla). Cada municipio tendrá en su cabildo aguerridos opositores de los partidos perdedores (ya lo vimos en el caso de Colima, con la morenista Gisela Méndez, quien ya lanzó su primera embestida en contra de la presidenta Margarita Moreno, o con el panista Jorge Luis Preciado, que generó polémica con respecto a la designación de la secretaria del Ayuntamiento de Manzanillo), de manera que esa tensión de fuerzas serán positivas (o negativas, depende) para que el buen curso de las administraciones municipales mantenga su equilibrio.  El mayor reto que tienen los municipios en este momento no es ya ni siquiera la seguridad cuanto la sanidad de sus finanzas, así que resolver el problema financiero para darle viabilidad y certeza a las funciones de las administraciones municipales y a sus trabajadores es una imperativo insoslayable. Los munícipes morenistas no la tendrán tan difícil como los no morenistas, pues mientras los primeros seguirán la línea natural del gobierno estatal y federal (igualmente morenista), los segundos, de no establecer una alianza de colaboración recíproca con el gobierno estatal y no planean estratégicamente su gasto público, no harán sino seguir dando bandazos, ahogados en luchas intestinas con sus líderes sindicales. Queda poco para saber cuál será la dinámica que tendrá el gobierno estatal con los municipales, y si en aras de sacar a nuestra entidad de la crisis generalizada por la que atraviesa se establece una alianza común e integral sin colores partidistas ni filias ni fobias ideológicas o se continúa por la ruta de la confrontación, que –en lo federal- tanto daño ha causado para el desarrollo del país.