COLIMA, UNA NUEVA HISTORIA (La persona, el centro de la política)

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TAREA PÚBLICA

Por: Carlos Orozco Galeana

Hay sueños que se cumplen y sueños que  son fantasía en la vida de las personas. En el caso de Indira Vizcaíno, que será la gobernadora más joven que haya sido electa aquí e inaugura la alternancia, esa quimera se ha cumplido según dijo en el acto en que recibió constancia  del Instituto Electoral del Estado que la acredita como tal.

Cumplió su objetivo derrotando al invencible Pri y al Pan juntos y a  lo que queda del Prd, así como a un MC y PVEM que no  reconocen aún haber  facilitado su victoria. Esta,  clara aunque no tan contundente por la fracción del voto en cuatro candidatos competitivos, puso fin a una historia política que registra avances en el desarrollo de Colima con los gobiernos priistas, aunque también rezagos, lacras y decepciones  en el difícil arte de gobernar.

En esa larga historia, hubo gobernadores que dieron resultados buenos; otros, regulares y desde luego que hubo los que pasaron por el cargo sin pena ni gloria. Como en la viña del Señor, hubo de todo.  Hubo gobernantes que entendieron cabalmente su misión, pero otros ni siquiera se dieron cuenta de la responsabilidad que adquirieron.

Una nueva etapa comienza en nuestra entidad. Las fuerzas de izquierda pugnaron durante años ejerciendo un papel crítico hacia los distintos regímenes locales; algunos de sus representantes, en cierta época, fueron incluso perseguidos pero jamás abandonaron su lucha. La perseverancia fue su signo distintivo. Detrás del triunfo de Indira hay luchas intensas y prolongadas de colimenses que nunca se rindieron. Hoy pueden estar satisfechos, pienso, personajes como Hebert Sánchez Polanco, los hermanos Sotelo García, Arnoldo Vizcaíno, Pepe Márquez Gileta, José Ramón Vargas Valle, Rubén Martínez,  Jorge y Lupita Velasco Rocha, entre otros tantos luchadores de la izquierda.

Hoy  toca a  IVS, como abanderada de esa izquierda  tenaz, demostrar que puede hacer mejor las cosas desde su perspectiva ideológica; que hay capacidad bastante y visión de futuro; que hay, como ella dice, un  horizonte de trabajo que deberá hacerse con diálogo y empatía hacia las causas justas, y con “honestidad,  transparencia y valentía”.

Hace días, Indira reiteró un compromiso a El Noticiero sobre    el quehacer periodístico  y dijo que se ha inaugurado una etapa de libertad, donde la gente podrá disentir, pensar distinto y que nadie la juzgará por ello” ( supongo que no como en las mañaneras, que no habrá aquí mañaneras).  Este tema lo abordaré en días posteriores. 

Muy oportuno fue el llamado de Indira a dejar atrás la etapa electoral para  que se recupere la armonía  perdida al calor de la contienda. Efectivamente, es necesario   que las ideologías se aparten del espectro político para   generar condiciones estables y hacer posible la gobernabilidad, el buen trabajo para recuperar el tiempo perdido, y dejar atrás   los malos momentos que  dividen a los actores políticos.

Aparentemente seis años son muchos ( los malos gobernantes los convierten en seis siglos para sus gobernados), tiempo útil  para hacer una labor intensa en favor de la justicia, la equidad y el fortalecimiento del estado de derecho.  Los últimos   tiempos,     nos han  encimado calamidades como la pandemia, la violencia, el ataque sistemático de los derechos humanos, el asesinato impune de  mujeres y personas indefensas, las desapariciones forzadas. El Estado,  como  lo dijo hace días la alcaldesa reelecta de Manzanillo, carece de vocación institucional para perseguir a delincuentes y defender los derechos de las víctimas; ha sido ineficaz y creador de un vacío jurídico; esencialmente, no hay orden.

La labor de gobernar es ardua, sin duda. El  buen gobernante tiene que hacerlo convocando a todos. Como plantea Indira, las simpatías partidistas deben hacerse a un lado para hacer la comunión con los ciudadanos; se debe gobernar para todos, de cara a todos, no para un sector en especial; lo demás es charlatanería.

Colima es casa de cristal. Se dice jocosamente que si quieres que algo no se sepa, que ni se piense. Así pues, quien gobierna está a la vista de todos, está siendo criticado o  reconocido por lo que hace o dice, y en ello no hay razón para el aislamiento del gobernante o para su enojo perpetuo. La crítica ayuda. Quien actúa bien, con la ley en la mano y con un sentido de justicia, puede ver de frente a los ojos a cualquiera.

Tarea Pública desea lo mejor para Colima y para su nueva gobernadora. Esta tiene  a   favor  su juventud y sus conocimientos,  fuerza vital para  emprender caminos por más sinuosos que sean o parezcan. Indira, tras esos largos 30 años  en que la izquierda persiguió el sueño de gobernar, tiene la más alta responsabilidad que un colimense puede tener: la de procurar el bien a todos. No debe fallar.

Los partidos desplazados habrán de averiguar sobre lo ocurrido, levar anclas y enfilar hacia otros rumbos: el de hacer política de verdad, la que inspire confianza, la que ensanche la democracia y el respeto a todas las ideas y a todas las personas.   No hay derrotas eternas.

El gobierno siguiente tiene que ver a la persona como principio y fin de la acción política, ha de ser el centro de su política pública. Olvidada  como fundamento y reemplazada por el individuo envuelto en sí mismo, la política de hoy es un simple juego de negocios, juego de engaños cuyo premio es el poder. Por ello, el nuevo gobierno tendrá que considerar a la persona como lo esencial de su quehacer, buscando su bienestar, su felicidad. Y que no  se olvide que el  componente principal del poder  es el servicio y que la política, sin noción del deber, es “historia de pocos días”.(Sergio García Ramírez)