CIENCIA Y FUTURO

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Crisis del petróleo, RIP de PEMEX

Por: Juan González García*

La otrora empresa paraestatal, hoy empresa productiva del Estado, que fue orgullo nacional, por lo que simbolizó hace apenas tres cuartos de siglo, cuando el 18 de marzo de 1938  se nacionalizó por el entonces presidente Lázaro Cárdenas; o bien, a mediados de la década de los setenta, cuando su importancia se hizo patente luego de los descubrimiento en el sureste mexicano de los pozos petroleros de Campeche y Tabasco, los cuales llevaron a la euforia al entonces Presidente de la República José López Portillo (1976-1982) quien llegó a declarar que el problema central de México ya no sería administrar las carencias históricas, sino como administrar la abundancia. Aún, más, otra frase célebre fue, la referida a la división del mundo en países: los que tenían petróleo y los que no tenían.

Tristemente, hoy México podría considerarse un país al que está por acabársele el petróleo,  pues sus reservas probadas, no cubren más de diez años y como máximo veinte. Es decir, en el mejor de los casos, menos de la mitad de tiempo del que México disfrutó y dispendió de petróleo, particularmente en los años de bonanza, como por ejemplo, los del sexenio del presidente Fox, cuando los precios del petróleo, llegaron a rebasar los 100 dólares el barril. En ese sentido, México está por convertirse, en menos de medio siglo, en un país sin petróleo, que no supo aprovechar los altos precios internacionales del crudo.

Esta crisis actual del petróleo, por sus bajos precios, está acabando con el sueño de convertir a México en una potencia industrial, a partir de la industria petrolera y sus derivados. La economía mexicana, está pasando, por graves déficits públicos y ya no cuenta con su caja chica, como se le llegó a conocer a PEMEX. Y peor aún, PEMEX misma está inserta en problemas estructurales por sus deudas enormes y su llamado pasivo laboral, que la mantienen al borde de la inviabilidad. Situación que se agrava, por las reducciones de este año, que afectarán la producción diaria de petróleo en 100 mil barriles.

En la actualidad, la caída de los precios internacionales, causada por los intereses de las propias petroleras transnacionales y por la desaceleración de la economía mundial, pone en jaque nuevamente a la economía mexicana, pero un jaque, que es prácticamente mate, de no existir una real estrategia y acción que permita al país, relanzar al sector, no obstante los problemas ya mencionados. En términos médicos, PEMEX necesita una cirugía mayor, de otra manera, dentro de pocos, muy pocos años entrará a fase terminal.

La caída de los precios internacionales del petróleo desde 2014, ha puesto a prueba la capacidad del gobierno mexicano para dar respuesta a la crisis de ingresos petroleros, ya que el peso que aún tienen estos por venta de petróleo crudo, hacen depender al gobierno de alrededor del 35 por ciento de sus ingresos de las ventas de crudo, de Petróleos Mexicanos. La caída ha puesto de manifiesto, lo inoperante que está resultando la reforma energética, para estimular la inversión en el sector. Esto debido a lo largo que están siendo las llamadas Rondas (Cero y Uno -0 y 1-) para incentivar los recursos internos o externos, para darle viabilidad a la actividad.

Al nivel internacional actual y dado la distancia en la que se encuentran los potenciales yacimientos en aguas profundas, hacen inviable la incursión de nuevos capitales, dado el escaso o nulo margen de beneficios que les generaría. Si a ello le aunamos los recortes recientemente anunciados por la empresa productiva del Estado a finales de febrero de 2016, prácticamente se está anunciando el fin de la otrora más importante petrolera de América Latina y cuya herencia, serán pasivos enormes, que el gobierno deberá asumir, pero que en ningún caso deberán cargársele a la sociedad.

En un periodo no muy largo de años, muy probablemente, México deje de contarse entre los países productores de petróleo y se convierta en importador neto de los derivados del petróleo, como son las gasolinas, gas y diésel. A partir de ahora, parafraseando al extinto presidente José López Portillo, nuestra preocupación será no sólo el ver eliminados los ingresos petroleros por venta de crudo, sino como coexistir con una empresa ineficiente, que se dejó morir en las últimas dos décadas y a quién sólo se le extrajeron beneficios pecuniarios.

Ante esa desgracia, el gobierno tendrá que buscar otras fuentes de ingresos, para cubrir el hueco, o más bien boquete, que tendrán las finanzas públicas en el corto y mediano plazo. Es decir, el gobierno deberá aprovechar la crisis de la caída de los precios del petróleo para innovar en las fuentes de generación de ingresos públicos.

*Dirección General de Divulgación Científica de la Universidad de Colima