CIENCIA Y FUTURO

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La COP 21 de París ¿y el planeta, bien gracias?

Por: Dr. Juan González García*

Estas dos semanas, desde el lunes 30 de noviembre hasta el viernes 10 de diciembre, los líderes y expertos mundiales sobre cambio climático, se reunirán en París, para intentar un acuerdo de última generación en materia de combate al deterioro del ambiente, debido al multicitado cambio climático. Como desde Río de Janeiro en 1992, los líderes mundiales se la pasan con una extraordinaria reunión llena de discursos de todo tipo para combatir el avance del deterioro del medio ambiente global, pero lamentablemente, estos discursos, la mayoría de las veces, no se traducen en propuestas de acciones concretas para asumir cada país y sociedad, los costos de intentar hacer algo para detener el aceleradísimo proceso del cambio climático.

Algo sí se debe reconocer de estas cumbres, han puesto el tema en la agenda global, para, en una perspectiva de largo plazo, intentar acciones que frenen el avance imparable del incremento de la temperatura o la presencia de periodos prolongados de bajas temperaturas. Independientemente de los escasos o nulos resultados, cada año la sociedad global y los medios de comunicación, esperan estas fechas, para denunciar con evidencias, el incremento acelerado de la temperatura y aunque, se sabe que relativamente el incremento será de entre 1º y 4º C, se desestiman completamente los costos que dicho incremento implica.

Así es que, este año, no será la excepción y se espera una cumbre con nuevos discursos, como el del presidente Barak Obama, quién públicamente reconoció en París el 30 de noviembre, que Estados Unidos es el mayor contaminador del mundo. Al tema del cambio climático, el presidente Francoise Hollande, le agrega ahora el terrorismo mundial, como el otro reto que enfrenta la sociedad global en este siglo XXI. Otros, sin duda, agregarán los fenómenos de la pobreza, de la desigualdad de género, de la educación, etc., etc. La cumbre, es un escaparate mundial, para discursar sobre todo tipo de temas, que por su irresolución, se benefician de la apertura y flexibilidad que de suyo permite el tema del cambio climático.

Independientemente de lo que se argumente o deje de argumentar con motivo de la reunión en París de la COP 21, lo cierto es que cada año, desde 1992, los fenómenos naturales del niño y la niña y las temporadas de frío, de huracanes, los golpes de calor y hasta el incremento de los sismos en todo el mundo, ponen a prueba el egoísmo y la visión cortoplacista que tienen la mayoría de los lideres del mundo, que se la pasan debatiendo sobre quién ha contaminado más, si los países desarrollados o ahora los emergentes y por ende de quién es la mayor responsabilidad y mayor aportación de recursos para financiar las acciones contra el cambio climático.

Lo cierto es que, en tanto han pasado más de 20 años, desde que finalmente se aceptó que la acción humana es la principal responsable de la aceleración del cambio climático actual y de que en el informe de 2014 del grupo de expertos de la COP 20, se evidenció sobre manera que las causas antropogénicas, explican principalmente el aceleramiento del cambio climático actual, los gobiernos aún se la pasan en eternas discusiones, análisis, debates y todo tipo de acciones retardadoras, para asumir de una vez y por los años venideros (no más de 35 años) una verdadera estrategia global, que involucre por igual, aunque de acuerdo a los recursos humanos y económicos con que cuente cada país, para hacer frente al avance irreversible de aumento de la temperatura.

De hecho, ya el Informe Stern realizado en 2006 y dado a conocer al mundo en ese mismo año, presentó una serie de proyecciones en torno al costo en que se incurre globalmente por año, derivado de la inacción o la inexistencia de un acuerdo global anti cambio climático: 1% del PIB global con posibilidad de alcanzar más del 20% en 2050, esto con base en proyecciones de 2005, pero sin duda, los costos han venido creciendo a tal grado que hay países como México, en donde de acuerdo al Instituto Nacional de Geografía e Informática (INEGI) en 2015, el costo del cambio climático fue del 5.7% del PIB, porcentaje muy por arriba de lo esperado en el informe Galindo sobre Cambio Climático de 2009.

Mientras que el planeta y la gente que vive en él, se debate en la incertidumbre del día a día, para solventar la existencia, los líderes mundiales y los principales organismos internacionales, se enfrentan a la disyuntiva de ahora sí, hacer algo innovador para tratar de contrarrestar el avance sin pasua del cambio en la temperatura del planeta y el deteriro de la vida humana que ello conlleva o seguir planteando propuestas y soluciones de largo plazo, para un fenómeno de corto plazo, que amenaza toda forma de vida sobre el planeta en este mismo siglo. La pregunta central de este escrito ¿y el planeta, bien gracias? Es una ironía obviamente, ya que el ente principalmente intersado está fuera de esta negociación, pero sigue y seguirá haciéndose presente cada oportunidad para hacerle ver a la sociedad global y nacional, que no va a estar esperando a que los líderes globales y nacionales, se pongan de acuerdo para decidir qué y cómo hacer para contrarrestar el cambio climático.

Urge contar con una propuesta integral ya, a cualquier escala, coordinada para iniciar una respuesta global-local ante el escenario catastrófico que se avecina, ya que, al ser el cambio climático un fenómeno global, a toda la sociedad global le corresponde hacer algo, para detener el incremento del cambio de temperatura. El incremento de la temperatura en lo que va de este siglo, según Nicholas Stern, en una conferencia impartida el mes de octubre en la sede de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, ha sido la mayor registrada en el mundo y se podría alcanzar un incremento de 4º C inclusive antes del año 2070, lo que sin duda alguna, causaría el fin de la historia, parafraseándo a Francis Fuluyama.

*Director General de Divulgación Científica