CENSO 2020: VISTA AL FUTURO

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TAREA PÚBLICA

Por: Carlos Orozco Galeana

En México existen 126 millones 14,024 habitantes de acuerdo con los resultados del Censo de Población y Vivienda 2020, elaborado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) en medio de la pandemia de covid 19.  Revelan que, en una década, la población aumentó en 13.6 millones de habitantes. En el último censo del 2010, la población sumó 112 millones 336,538 mexicanos; en 10 años la población creció 12.2 por ciento. 

Para Colima, el Censo poblacional mostró una población de 731,391 habitantes, con tres por ciento  más de mujeres que de hombres y con 47 personas  en edad de dependencia por cada 100 en edad productiva. Algo que a muchos  gusta: somos el estado menos poblado de México, con 130 habitantes por kilómetro cuadrado, a diferencia del Estado de México con 730 habitantes por cada kilómetro cuadrado. El estudio comprende  más datos igualmente valiosos que han de servir para diseñar políticas públicas concretas a favor de un desarrollo mejor planificado, ( dentro  de lo que se pueda, si las condiciones económicas, financieras, políticas y sociales  de los estados lo permiten).

Un censo es una gran oportunidad para saber dónde estamos parados. Muestra los rubros deficitarios y los registros de  avances sustantivos. Los números proporcionan conocimiento de la realidad y en los últimos tiempos son la base de la planeación;  son confiables como reconoció anoche la Secretaría de Gobernación Olga Sánchez Cordero, aunque a veces los políticos se enojen porque los números dicen más que mil buenos discursos y los contradicen.  

Un resumen ejecutivo previo al Censo del Inegi, apuntó que estos inician desde la época prehispánica, “ cuando en 1116 los chichimecas realizaron un recuento de su población y, por otro lado, los aztecas llevaron un registro de los pueblos y provincias que les pagaban tributo. Hacia mediados del siglo XVI, los españoles llevaron a cabo la Suma de visitas de pueblos por orden alfabético, que consistió en un padrón de los habitantes de las tierras conquistadas. En 1882, se creó la Dirección General de Estadística, cuya reglamentación establecía levantar un censo general de los habitantes del país cada 10 años y, a partir de 1900, se han realizado con esa periodicidad  a excepción de 1921, a causa de la Revolución Mexicana, creando, así, una larga serie histórica censal mexicana que consta de 13 operativos censales, dos conteos de población y vivienda (1995 y 2005) y la Encuesta Intercensal (2015)”.

En la actualidad, como lo advirtió a tiempo el  Inegi en la fase de preparación de este último censo,  la información  ya está disponible y ordenada;   permite  actualizar la realidad nacional gracias al uso correcto  de métodos infalibles como  la tecnología digital, de ahí que el producto obtenido es confiable para  que  las investigaciones sociales,  las políticas de gobierno  y los intereses de cualquier persona que quiera información,  estén fundamentadas con  datos reales y creíbles.  Por la naturaleza de ese gran esfuerzo, no se descartan dilaciones en el ordenamiento de documentos y datos que requiere el público.

Los procesos censales en México, escribí en otra ocasión, han tenido variadas transformaciones a lo largo de los años, sobre todo derivados del uso de las tecnologías, lo que  representa un reto dada la magnitud de la estructura de enumeración, aunque  tiene el potencial de aportar beneficios considerables, como: “la disponibilidad con mayor oportunidad de los datos captados en las viviendas, mejoras en la congruencia de los datos, potencial para un seguimiento del avance por entrevistador y el uso de tecnologías como el Sistema de Posicionamiento Global (GPS, por sus siglas en inglés)”, entre otros.

Lo cierto es que con datos verídicos, los gobiernos trabajan mejor, no yerran en la conformación de sus proyectos, van sobre seguro, se ahorran tiempo y dinero en su consecución.   Y otra ganancia es que los habitantes tienen a su disposición información confiable en general y obras públicas  financiadas y entregadas  en tiempo que responden a necesidades concretas. Todos ganamos con la buena información.

Inegi concluye así un enorme trabajo. Felicitemos a sus operadores y a sus trabajadores en general por esa labor tan callada como efectiva que hicieron. Los que levantaron el  censo cobraron poco, caminaron mucho, subieron cerros y cañadas para contar a millones de mexicanos, se expusieron al peligro de las fieras y de los asaltantes, arriesgaron su pellejo por servir a México. 

Para mi Colima, por último,  quiero lo mejor. Visión y trabajo con honradez de  sus gobernantes, participación social intensa y comprometida.  Solo así, aspiraremos a tener una vida mejor.  Y en esta tarea, el censo servirá mucho.