CAUDILLO

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Por José Díaz Madrigal

En el centro del estado de Querétaro, se encuentra ubicado el pueblo mágico de Bernal y su famosa peña. El monolito se ha convertido en símbolo de todo el estado. Este pueblo mágico, está situado dentro de la municipalidad de Ezequiel Montes; por carretera a menos de una hora desde la ciudad de Querétaro.

Don Ezequiel Montes fue un abogado y político queretano del tiempo de La Reforma, que desempeñó múltiples funciones como representante popular y también como servidor público en varias administraciones federales.

Era Don Ezequiel muy amigo de Porfirio Díaz, sobre todo en la época en que este andaba de capa caída por la derrota electoral, que tramposamente le propinó el benemérito; obligando a Porfirio a llevar a cabo el Plan de la Noria, que en esencia era una lucha contra la reelección de Juárez.

Por ese tiempo los dos, Ezequiel y Porfirio tenían mucho intercambio epistolar. En una de las misivas que le envió Don Ezequiel a Porfirio le dice, ya sea para levantarle el ánimo o tal vez para que no bajara la intensidad en su propósito por pelear su derecho a ser presidente de México; usted Don Porfirio, es el más popular de todos los generales de la república y el más querido de los candidatos para ocupar el puesto de presidente. Continúa Don Ezequiel diciendo: “usted ya no se pertenece, usted pertenece a toda la nación mexicana”.

Es posible que esta puntada de Don Ezequiel para  Porfirio, fuera sincera y llevara implícita la intención de alivianarle el penco, en esos días grises  que lo habían vencido. El caso es que Porfirio no quitó el dedo del renglón y años más tarde amparado ahora con el Plan de Tuxtepec, derrocó al gobierno de Sebastián Lerdo de Tejada; iniciando así el período conocido como porfiriato.

Yo ya no me pertenezco, yo estoy encabezando un movimiento para transformar a México y no le voy a fallar al pueblo. Estas palabras las acaba de decir López Obrador en la mañanera de hace tres días.

De lengua me como un taco. Lo que no falla es la sabiduría de los refranes mexicanos. Este presidente es pura lengua, a Colima no nos ha ido nada bien con esta administración federal y de este modo a lo largo de toda la geografía nacional. A parte de las tres obras emblemáticas que ha defendido y, que a pesar de lo caro que están resultando por la poca utilidad y también para el erario público; en el resto del país prácticamente no se ha iniciado obra nueva, pero lo que si es realidad; es que a causa de los tres fastuosos proyectos del tabasqueño, disminuyeron significativamente las participaciones federales en todos los estados de la república.

Una buena parte de la población en México entendemos y nos gusta parafrasear los dichos y refranes que se han construido a lo largo de nuestra historia como país. Los políticos que padecen de verborrea, les resulta bastante digestivo los tacos de lengua. Para esta clase de personas, es que existe este tipo de proverbios populares; que se utiliza nada más para decir que no creemos en lo que nos promete o en lo que nos dice.

Es bien sabido por los estudiosos de los caracteres humanos que, cuando alguien no deja de repetir: yo, (nosotros), no somos iguales; confía en mí, confía en nosotros; lo mejor es creer que no debemos hacerlo. El yo ya no me pertenezco, es una fanfarronada que solo le creen sus incautos seguidores.

En otros tiempos los mexicanos hemos padecido caudillos de turno, ya sea que fueran déspotas autoritarios nacionales o regionales; sin embargo a cual más de perversos y dañinos para el pueblo, en este orden se puede mencionar a Victoriano Huerta, Francisco Villa y Calles; los mayores matones de mexicanos del siglo pasado.

Con estilo más moderno y refinado, López Obrador está creando el neocaudillismo. De hecho el claro propósito de debilitar las instituciones del estado mexicano, deliberadamente lo hace para fortalecer su autoritarismo y, concentrar el poder en su persona (caudillo), disminuyendo la capacidad democrática que poco a poco se había estado ganando.

Esta receta de concentración de poder en una sola persona, en tiempos recientes la aplicó Hugo Chávez en Venezuela. Literalmente mandó al diablo -tal como dijo López Obrador- las instituciones de ese país, destruyó la democracia y mañosamente se adueñó de todo el poder en Venezuela, echando a perder la prosperidad que tenían.

Chávez usaba la misma pedagogía que ahora uno de sus alumnos más aventajados, López Obrador, está usando: “yo ya no me pertenezco, yo soy de ustedes”

Chávez hundió a su país en la peor crisis de toda su historia. Sí los mexicanos no somos capaces de pararle los tacos de lengua a López Obrador, el nuevo caudillo; no es remota la idea que el destino nos de un golpe de frente y por timoratos corramos una suerte parecida a los venezolanos.