CALAMIDAD URBANA II (Urgente, intervención de autoridades de Movilidad)

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TAREA PÚBLICA

Por: Carlos Orozco Galeana.

Las últimas semanas se han multiplicado las quejas de los habitantes en nuestras ciudades por la irregularidad de las vías urbanas, desmejoradas por la temporada lluviosa que aún no termina y por la falta de mantenimiento de las autoridades.

Por ninguna parte, eso es lo grave, se ven trabajadores reparando calles, tapando zanjas o recubriendo el asfalto, poniéndose en riesgo la integridad física de quienes transitan a pie, en motos y automóviles. Nuestras avenidas están abandonadas, sin reparación de sus machuelos y con mucha basura alrededor. Nuestra ciudad de Colima ha perdido los últimos años su presencia limpia y ordenada. Precisamente el viernes pasado, un joven a bordo de una motocicleta, en Manzanillo, cayó en un bache, se golpeó el cráneo y falleció. Y en los municipios de Colima y Villa de Alvarez son comunes los baches y las calles y lotes sucios en diversas zonas.

Para variar, y este es el tema principal de hoy, en los últimos tiempos se ha ampliado en nuestra vida la presencia de tecnologías de comunicación que facilitan y enriquecen las relaciones humanas pero que, a la vez, sugieren que su uso debe ser racional por efectos negativos que puedan generar, principalmente entre niños y jóvenes ávidos de ampliar su conocimiento de la realidad y de asomarse a situaciones inéditas. Los problemas que se originan se suman a la desatención urbana.

Durante la pandemia, en efecto, la población se excedió en el uso tecnológico de aparatos de comunicación. El propio presidente López Obrador se quejó de la intromisión de los aparatos electrónicos en la vida de niños y jóvenes. Los menores se han centrado en los video juegos, en las computadoras, tablets y celulares dañando su estructura mental. Hay, en estos tiempos, muchos niños- zombies, que se han apartado del estudio y dedican su tiempo a jugar en tablets y celulares a altas horas de la noche. El resultado: se han convertido muchos en personas frías, indiferentes a lo que pasa. No dialogan, se apartan de la familia, y esto seguramente los marcará para siempre si no hay una política de gobierno que incida en que todo vuelva a la normalidad en ese tema ( como en China, por ejemplo, donde solo les permiten 30 minutos al día a niños para el uso de sus aparatos), y una enérgica posición paternal en los hogares.

Pero fuera de casa, en las calles, tampoco es todo miel sobre hojuelas en relación al uso de aparatos de comunicación. Les comento que inicié octubre con un buen sabor de boca. Muy temprano por la mañana, en un cruce al norte de la ciudad, observé cómo una conductora de un BMW iba hablando por su teléfono celular muy despreocupadamente y no percibía que, detrás de ella, un motociclista oficial le hacía señas para que parara. Este tuvo casi que atravesársele para que la chica se percatara de la indicación que le hacía. Si se le infraccionó, fue lo correcto.

Pero a los pocos días de ese suceso, una señora que iba usando su celular y con dos niños inquietos jugueteando en su vehículo, se estampó en la parte de mi auto estando frente a un semáforo esperando el siga, causándole daños cuantiosos cuya reparación duró tres meses. Y qué creen? La bendita señora ni la palabra me dirigió ni se preocupó por el gran golpe que recibí. Así son muchos jóvenes de hoy. Les “valen” los demás.

El uso de ese artefacto se ha vuelto una calamidad para todos. Uno maneja cuidándose no solo de los motociclistas arbitrarios que manejan por donde se les antoja, sino que ahora tenemos que visualizar si el conductor de al lado o el que está por delante no está absorto con el celular retardando el tráfico. Son un verdadero peligro todas las personas que sienten que se les va la vida si no contestan una llamada o responden un mensaje. Es increíble también como hay motociclistas que circulan y al mismo tiempo van oyendo música o respondiendo llamadas por el celular o mensajeándose con alguien. Y qué me dice usted de los peatones que, hablando por su celular, cruzan avenidas de gran circulación y lo hacen con notoria distracción poniendo en peligro su integridad física? Estamos locos o qué?

Urge la intervención rotunda y eficaz de las autoridades de Tránsito, una campaña de “descelurización”, que implique la fijación de multas fuertes, de sanciones que pueden ir acompañadas con la suspensión temporal o el retiro definitivo de la licencia de conducir si se reincide. En esta tarea de inhibir el uso del celular, pueden ayudar las cámaras del C5 si es que funcionan.

Un tip: como se acerca diciembre y se acostumbra en los municipios realizar campañas para ingresar recursos y pagar bonos de fin de año a la burocracia, podría hacerse los últimos tres meses un esfuerzo oficial para captar recursos y castigar de ese modo a quienes incumplen el reglamento de tránsito, pero acompañado tal acción con aspectos educativos y preventivos. A ver si así se entiende que los conductores deben transitar con las debidas precauciones y facilitar la movilidad de todos sin correr riesgos.