TAREA PÚBLICA
Por: Carlos Orozco Galeana
Uno de los aspectos democráticos más debatidos en México es el de los representantes plurinominales y el exceso de representantes populares en legislaturas y congresos, una verdadera lacra que urge extirpar para sanear la vida pública. En forma periódica, se hacen encuestas para saber la aceptación o no de estas figuras (pluris) y los resultados no pueden ser más evidentes en términos negativos. Millones piden su desaparición. Además, muy caros le salen al país.
En los congresos y cámaras, como apunté, hay exceso de representación, sitios donde hay gente poco profesional, muchos buenos para casi nada pero puntuales en cobrar sus quincenas y que se instalan cómodamente ahí, permaneciendo sin pena ni gloria tres o seis años. Una calamidad. Por ello, es clamor terminar con esa ignominia de la política, a la que debe purificarse con sistemas y estructuras funcionales, dinámicas y convincentes, con la ley en la mano, para que el electorado se vuelque a las urnas al llamado de la renovación. Si hay abstencionismo, es porque la decepción ciudadana ha sido grandiosa.
El delegado de la Secretaría de Gobernación en Colima, Carlos González Palomino, dijo al director de El Noticiero que Colima es el estado más representado de los congresos locales en el país, nada menos que con 25 diputados. “Es complicado ajustar a la baja este número porque los que tienen el poder ya no aflojan nada, dijo”; es decir, quien llega a los congresos se enamora del cargo y de los altos ingresos que recibe, por eso hay quienes son ungidos una y otra vez a despecho del concurso de las nuevas generaciones que ven a la política como un instrumento para alcanzar poder y gozar de lo que este conlleva y no una actividad generadora de realidades buenas para todos.
Por estos días, el congreso local analiza iniciativas presentadas ante ese poder en materia electoral. Se refrescará la reducción de diputados y de regidores en los diez ayuntamientos. La verdad sea dicha, no se necesita ser un genio de la política para dar con bola y saber que el número excesivo de diputados y regidores no ha servido de nada desde que se reformó en la ley para hacer más activa su presencia. Pero temo que el acuerdo que se tome no influirá mayormente en deshacer ese nudo gordiano que implica de alguna manera corrupción.
La democracia es la vía para llegar al poder, pero también gracias a ella se vota a ciudadanos que engañan a los electores en campaña con propuestas inviables, demagógicas. Y jamás se les vuelve a ver ni de lejos en los lugares que visitaron en busca del voto. Eso sí, algunos ahorrativos se vuelven millonarios si guardan al menos la mitad del sueldo y prestaciones que reciben. Y si recibieron moches de los de arriba, entonces su patrimonio se habrá acrecentado y vivirán felices.
En los congresos, hay por lo regular un grupito sabelotodo que manda y hace el trabajo más importante, y hay unos cuantos generales que saben más de los asuntos por su formación o por la bien hechura de sus asesores, y muchos achichicles y mirones. A algunos hasta se les borra la raya que les corre al final de la espalda. No faltan ahí, por supuesto, los neófitos que se pasan levantando el dedo cada que se les ordena, y que aún así cobran sus “servicios” y reciben extras por su apoyo a los trámites reformistas que se realizan. Hubo en una legislatura un diputado que presidía la comisión de educación con apenas estudios de primaria.
Y en los cabildos, hay una participación irregular de regidores. Trabajan poco y cobran mucho. En tiempos preelectorales, se libran en los partidos verdaderas guerras por estas posiciones, y nadie podría asegurar que no se vendan algunas de ellas. Ya en el cargo, aquellos tienen un gran olfato para saber cuándo presionar al alcalde en turno y pedir prebendas a cambio de apoyar equis trámite con su voto convenenciero. Diputados y regidores que no trabajan y solo cobran, son una calamidad donde quiera.
Al deliberar el Congreso local sobre el tema en comento, se dará cuenta que no necesitamos tantos diputados ni tantos regidores. Si analiza sus expedientes de trabajo, se dará cuenta de lo vacíos que están, que no hay en ellos registro fehaciente de que hicieron o hacen cosas positivas; se informará de su participación gris e inútil, de su apatía por corresponder a los electores.
Esperemos buenas noticias del Congreso local. Nos deben varias, como esa de que los morenos se rebajarían el salario al 50% y que nadie olvida. Se las cobrarán en las urnas los ciudadanos. Seguro.