Busca investigadora de la UdeC disminuir efectos secundarios de fármacos

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*La investigación de la científica Nancy Magaña busca que el transporte del fármaco tenga señalizaciones que le permitan al principio activo llegar al órgano afectado y no dañar al resto del organismo.

Redacción|CN COLIMANOTICIAS

Colima, Col.-   Una de las alternativas para disminuir los efectos secundarios que ocasionan los fármacos convencionales, es el diseño de sistemas que permitan dirigir los componentes activos hacia el órgano afectado de manera selectiva, como es el caso de una de las líneas de investigación del Laboratorio de Química Supramolecular y Nanoestructuras de la Universidad de Colima.

En este tema, la investigadora Nancy Evelyn Magaña Vergara, en colaboración con Francisco Martínez y Néstor Mendoza, trabaja en el diseño, síntesis y caracterización de nanosistemas que puedan transportar el fármaco hasta las células y los órganos afectados, disminuyendo así los efectos secundarios en otras partes del organismo.

“Una vez que son administrados los fármacos orales convencionales, los principios activos se liberan, se absorben y pasan a la circulación sistémica, distribuyéndose en todo el organismo, por lo cual no tienen una administración selectiva; entonces, al distribuirse en el organismo pueden tener otros efectos secundarios, por ejemplo, toxicidad en el hígado o riñón”, explicó Nancy Evelyn Magaña en entrevista.

Para evitar esos daños, su investigación desarrolla sistemas que transporten los fármacos de forma selectiva para que además tengan mayor eficacia en el organismo. Por ello, esta línea se enfoca en el diseño y caracterización de nanosistemas dendriméricos (macromolécula tridimensional de construcción arborescente), cuya estructura es similar a la de un copo de nieve o la copa de un árbol, y cuya función es ser un transporte para los fármacos.

“A este tipo de estructuras se le puede insertar el fármaco en las cavidades o en su periferia para incrementar la solubilidad del citado fármaco o protegerlo de la degradación pronta en el organismo. A la vez, se puede dirigir usando vectores o moléculas que tengan cierta fluorescencia que permita rastrearlo en la célula o en un órgano en específico”, detalló la investigadora.

Agregó que, conociendo las características de estos fármacos, la investigación contempla realizar modificaciones químicas en su estructura, de tal manera que se pueda potencializar su eficacia terapéutica y que con estos nanosistemas dendriméricos o vehículos, los principios activos del fármaco se logren dirigir a un sitio en específico.

“Las células tienen varios tipos de receptores; si a nuestro sistema le adicionamos un vector que tenga afinidad por alguno de éstos, se dirigirá entonces a esa célula. Es como si tuviera un GPS o un rastreador. Con este sistema queremos mejorar la biodisponibilidad del fármaco y, por supuesto, evitar efectos secundarios”, agregó.

Por ejemplo, continuó, se tiene contemplado utilizar fármacos que son moléculas bioactivas como ácidos cinámicos, cumarinas, chalconas y flavonoides, que se pueden encontrar en diversas fuentes naturales como plantas, cortezas o raíces y que se relacionan con una amplia variedad de propiedades biológicas, entre las que destacan su actividad antioxidante, anticancerígena, antihistamínica, anti-inflamatoria, antibacterial, etc.

Una de las terapias que más le interesan, añadió, es la del cáncer, pues hay diversas investigaciones en este sentido, pero son pocos los resultados favorables, por lo cual estos vehículos permitirían que, cuando se administre la quimioterapia, el daño en células sanas sea mínimo.

Actualmente, el desarrollo de estos sistemas de transporte se encuentra en la etapa de obtención y caracterización; después se le acoplarán fármacos y finalmente se realizarán pruebas biológicas y la evaluación de su toxicidad: “El camino para el desarrollo es bastante largo y de mucho trabajo, se requieren varios estudios. Tan sólo la producción de un fármaco nuevo requiere de 10 a 15 años”, comentó la académica.

Nancy Evelyn Magaña Vergara es doctora en Ciencias Químicas por el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del IPN (CINVESTAV). Se integró a la UdeC en 2014 y actualmente es parte del programa Cátedras-CONACYT. En esta investigación ha involucrado a estudiantes de licenciatura y de posgrado.