AVIACIÓN EN CRISIS

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TAREA PÚBLICA

Por: Carlos Orozco Galeana

En estos días, varios sectores productivos  sufren los efectos nocivos de la pandemia del coronavirus. Miles de millones de pérdidas en inversiones y proyectos de largo aliento están sacudiendo las economías y las naciones poderosas ya destinan apoyos financieros para solventarlos.

El turismo, por ejemplo, resultará muy dañado por la cancelación de millones de puestos de trabajo en el área Asia- Pacífico, en Europa y América Latina. El transporte aéreo, que registraba hasta diciembre pasado inversiones muy fuertes, ha disminuido por la pandemia y hay actualmente aerolíneas en serias dificultades pues muchos aeropuertos están sirviendo no para despegue y aterrizaje de aviones sino para estacionamientos. Pérdidas cuantiosas obligan a las empresas de aviación mexicanas a despedir trabajadores o a apartar temporalmente a quienes se desempeñan en áreas administrativas y de logística, o incluso a pilotos.

En este capítulo de reajuste, abrió la función la compañía Aeroméxico que obtuvo la solicitud del gremio de pilotos, sobrecargos y demás empleados de reducir  sus sueldos para proteger la viabilidad económica de la empresa. Esto es histórico. Le ha seguido la compañía Interjet, que también ofreció a sus trabajadores descansos obligatorios sin goce de sueldo hasta por 30,60 y 90 días y una disminución salarial superior al  50 por ciento. Viva Aerobús y Volaris también acordaron reducir salarios de su personal y cancelar rutas. 

Es evidente la solidaridad de esas empresas de aviación y sus trabajadores con la situación actual, reitero. No cualquier empleado, sea con presión patronal o no, acepta rebajarse su salario. De entrada, la disminución salarial a las plantillas  afecta en el gasto familiar y  anula temporalmente  las posibilidades de ahorro de los trabajadores aunque sea en forma mínima. Y ni qué decir del momento que enfrentan las armadoras de aviones, han tenido que disminuir el ritmo de trabajo y diferir el cumplimiento de contratos ( entrega de aviones nuevos) como en el caso de Airbus y Embraer. De acuerdo con analistas, 62 aerolíneas han recortado 100 por ciento de su capacidad, y otras 25 la han reducido entre 90 y 99 por ciento. En América Latina, compañías aéreas como Latam y Avianca, tienen ya sus flotas en tierra.

En este contexto crítico,  la Asociación Latinoamericana y del Caribe del Transporte Aéreo,  reportó que la pandemia  ha provocado pérdidas en la región por 8,000 millones de dólares, además de acotar que ninguna de las aerolínea a nivel mundial están preparadas para este tipo de crisis. Luis Felipe Oliveira, titular de ALTA, comentó que los márgenes de ganancia son muy bajos para la industria, lo cual podría derivar en bancarrotas.

Por ello, Oliveira urgió a que los gobiernos asuman  incentivos o ayudas fiscales que resultarían de gran vitalidad para dicho sector pues para este año  las aerolíneas latinoamericanas esperan ganar apenas cincuenta centavos de dólar por pasajero, en medio de la reducción drástica de la demanda que deriva en una permanencia en tierra cercana al 70-80% de las flotas.

Respecto a México, si la crisis en la aviación se había manifestado en toda su crudeza por la cancelación del aeropuerto de Texcoco, ahora con la pandemia las cosas empeoran cada vez más. Y si recordamos que hace días el presidente López Obrador dijo que no habría apoyos para las grandes empresas como son las aerolíneas,  estaremos asistiendo a un estancamiento en ese sector tan importante para el desarrollo nacional. Esta actividad es el corazón del movimiento económico en el mundo por su conexión a la economía, al turismo y los negocios.

La crisis en la aviación tiene ya, pues,  consecuencias inestimables. Aparte, el aeropuerto de Santa Lucía no provoca en el sector buen ánimo pues se sabe que no podrá haber en una de sus pistas más que despegues y no aterrizajes a la vez por complicaciones en el espacio aéreo. Los analistas piensan que ese aeropuerto será solo un parche más y que la aviación mexicana está sufriendo un duro golpe,  un atraso de 20 años.

El desarrollo nacional exige políticas públicas inteligentes, correctas y de largo plazo, que ofrezcan certidumbre y motiven inversiones, sean nacionales o extranjeras. México necesita crecer, mejorar la educación y con ella la productividad. Somos 127 millones de mexicanos, una gran fuerza, pero tenemos grandes rezagos, muchas poblaciones al margen del progreso, gente sin trabajo ni aspiraciones; nos ahoga el paternalismo ante la falta de  habilidades e interés de muchos mexicanos que se acostumbraron al menor esfuerzo por décadas de paternalismo y se conforman con recibir apoyos gubernamentales, sean estos puntuales  o esporádicos.    

Además, un gran peligro sigue siendo el de las ideologías. No nos ponemos de acuerdo ni para ver la lluvia. Amlo critica a diestra y siniestra a los capitalistas que, por su parte, optan cada vez más por invertir en otros mercados donde puedan reproducirse sus capitales con más ganancias.