AMNISTÍA A CAPOS

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Al Desnudo

Por: Édgar Rodríguez H.

Durante su campaña lo dijo y los cumplió, el pasado 30 de enero el presidente Andrés Manuel López Obrador, en su acostumbrada rueda de prensa mañanera fue contundente al afirmar que su gobierno no perseguirá a los capos del crimen organizado, todo esto sin importar, de acuerdo a lo datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de seguridad Pública (SESNSP), que en el mes de diciembre de 2018, se hubieran registrado 2 mil 916 personas asesinadas, un 9 por ciento más en comparación con el mismo mes de 2017.

La amnistía para los capos se estaba confirmando cuando señaló: “No se han detenido a capos, porque no es esa nuestra función principal. La función principal del gobierno es garantizar la seguridad pública, ya no es la estrategia de los operativos para detener a capos, lo que buscamos es que haya seguridad que podamos disminuir el número de homicidios diarios”.

Aquí es cuando surge la pregunta, cómo se puede hablar de seguridad y menos homicidios, si las cabezas de la delincuencia organizada son los principales responsables de que a diario se registren asesinatos dolosos en todo el país, Es verdad, en el mes de enero del presente año hubo una baja, de 80 diarios se pasó a 54, pero eso no quiere decir que el flagelo se esté combatiendo gracias a la amnistía ofrecida a los capos por el ejecutivo federal.

Basta revisar a diario las noticias nacionales para percatarse que los homicidios dolosos continúan en toda la República Mexicana. Con las declaraciones de López Obrador de que “oficialmente ya no hay guerra, nosotros queremos la paz”, se podía presumir que se estaba o ya se había dado un acuerdo no oficial con las altas esferas dela delincuencia organizada, una especie de pacto para que siguieran actuando a cambio de no alterar el orden público, escenario que hasta el momento no puede confirmarse, simple y sencillamente porque las víctimas de homicidio doloso aún se registran a diario.

Si la postura del Presidente de la República es adoptar una medida similar a la aplicada en su momento por algunos gobiernos priistas que optaron por el control y no la guerra contra los capos del narcotráfico, hoy los escenarios no son los mismos, las cabezas del narcotráfico se han multiplicado y sería muy difícil someterlos o contenerlos sin que antes haya múltiples ejecuciones de las que el mandatario tendrá que rendir cuentas durante su mandato.

En Colima, el mayor número de homicidios dolosos son resultado de enfrentamientos entre bandas criminales dedicadas a la venta de estupefacientes. El pasado martes, en alusión a las declaraciones del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien puso fin a la “guerra contra el narcotráfico”, durante una entrevista sobre el hallazgo de 11 fosas clandestinas en donde se encontraron 19 cadáveres, el gobernador del estado José Ignacio Peralta Sánchez, fue claro al señalar que existe un problema grave (en Colima) de delincuencia organizada y “eso sigue y seguimos combatiéndolo, tenemos que hacer un esfuerzo los tres órdenes de gobierno, este es un fenómeno está presente y no está concluido”.

Y podrá o no estar de acuerdo con la política de López Obrador, pero el gobernador, consciente de que la situación de seguridad en el estado no es nada halagüeña, mantiene un plan de seguridad en coordinación con la federación. “Se está definiendo con base a una estrategia que se define en el Plan Nacional de Seguridad para la Paz, por parte del Gobierno de México”.

Se dice que…

*Seguramente los capos de los carteles Nueva Generación, de Sinaloa, los Zetas, Los Rojos o Los Guerrero Unidos, sólo por mencionar algunos que operan a la largo y ancho de México, están de fiesta con la declaración del presidente Andrés Manuel López Obrador, a quienes dijo que “oficialmente no hay guerra (contra el narco), nosotros queremos paz”.

*De nada servirá que el secretario de Seguridad Pública del Gobierno Federal, Alfonso Durazo, refuerce la seguridad con 600 elementos de distintas corporaciones federales en Manzanillo, Tecomán, Armería y Minatitlán, si no se actúa contra las bandas de la delincuencia organizada, comenzando por las cabezas, a quienes por cierto no se les puede aplicar el clásico borrón y cuenta nueva.