AL TRAMPOSO LE DIO EL SOPONCIO

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Por José Díaz MadrigalEn México no existen líderes sindicales jodidos, todos están cargados de fierrada; unos más, otros menos; pero de lejos se echa de ver la opulencia económica en la que viven. Especialmente los que dirigen sindicatos como el de los petroleros, los electricistas o el poderoso sindicato de los profes.En el caso concreto de los dirigentes del gremio petrolero, hubo un tiempo en que ostentaban tanto poder, que tenían azorrillado al mismo presidente de la República; arrinconado con amenazas públicas.Joaquín Hernandez Galicia, La Quina, fue un enérgico, feroz y saqueador dirigente que tenía el control total de los privilegiados trabajadores petroleros, y se puede decir que también tuvo en gran parte el dominio de la propia empresa -PEMEX- por alrededor de 30 años.La Quina era un líder sindical al puro estilo gángster, coyotón de colmillo retorcido; con la mano en la cintura mandaba eliminar a sus adversarios que se opusieran a sus indicaciones, con un grupo de matones a su servicio. Cobraba exorbitantes cantidades de dinero a PEMEX por diversos conceptos, que puntualmente le pagaban. De estos recursos, él se encargaba de administrar y disponer de ellos, sin rendir cuentas a nadie.Por otro lado, la gente lo idolatraba,  puesto que casi nunca negaba favores a sus agremiados. Él era el mandamás detrás de los dirigentes que designaba para que le cuidaran el changarro en la dirección general del sindicato nacional. Ninguno se atrevía a contradecirlo.En cierta ocasión que el presidente De la Madrid estaba en gira de trabajo por Tampico, donde La Quina tenía asentado la sede central de su casicazgo; fue recibido por éste y por la marioneta de turno a cargo temporal del sindicato, un oscuro sujeto de apellido Sosa Martínez al cual le tocó dar el discurso ante el ejecutivo federal -obviamente con un texto que fue dictado por La Quina- amagando al oriundo de Colima con estas palabras: andese con cuidado presidente, porque sí se hunde PEMEX, se hunde usted, se hunde México y nos hundimos todos. De la Madrid amoscado aguantó la zancadilla, aprudentando el catorrazo porque estaba en el último tramo de su sexenio y arrastraba otros problemas más graves como pa’echarle más rayas al tigre, bronqueandose con los petroleros.Poco tiempo después se hizo cambio en la dirigencia sindical. La Quina colocó en el puesto a otro incondicional, al tramposo, juerguista y parrandero Salvador Barragán Camacho. De éste se ha dicho que era un excelente cliente en los casinos de Las Vegas, éstos le mandaban avión exclusivo para él y su pandilla de subalternos, con el propósito de llevarlos a jugar al casino dueño del Jet de 20 pasajeros. Se cuenta del tramposo Chava, que una noche perdió un millón de dólares sin causarle tantita pena. El dinero salía de PEMEX y dizque PEMEX es de todos los mexicanos.En 1987 se destapa como candidato a la presidencia de la República Carlos Salinas de Gortari. Durante el transcurso de campaña, La Quina estuvo escatimándole apoyo, poniendo piedras en el camino del candidato. El petrolero tenía simpatía por Cuauhtémoc Cárdenas. Aquella era la época que el gobierno controlaba las elecciones, así que  prácticamente era imposible que perdiera el candidato oficial. Por esa condición, Salinas envalentonado en un mitin advierte: caro lo van a pagar quienes le hacen daño a mi partido. A la Quina y su banda de pillos, les valió una pura y dos con sal. Veladamente siguieron apoyando a Cárdenas.Llevaba apenas unas semanas  Salinas en la silla presidencial, cuando ordenó el quinazo. Un batallón del ejército, sin ninguna orden judicial, tumbó la puerta de la residencia de La Quina. Se consiguió un difunto de otro lugar y se lo sembraron al tampiqueño, además de un montón de armas de uso exclusivo de las fuerzas armadas. La coartada salinista, salió perfecta, cayeron los principales cabecillas del sindicato, entre ellos el tramposo Chava Barragán, que por cierto debió andar crudo y, al verse rodeado de tanto guacho mal encachado, le dio el soponcio, se desmayó.Para los coyotes se necesita un perro. Salinas resultó más perrenio que los marrulleros petroleros. Ahora en la actualidad, el método de la trampa y el engaño se sigue dando de ambos lados: sindicatos y gobierno, sin embargo donde es más notorio a causa de la cobertura mediática, es la trampa embaucadora que se ejerce desde el púlpito presidencial.En días recientes, sin sacarle cañas al tercio, abiertamente Lopez Obrador declaró: ayudar a los pobres es estrategia política, porque ellos defienden la cuarta transformación. No sucede así con los clasemedieros, con los de arriba, con los intelectuales o la prensa.Es evidente la tramposa actitud presidencial, se entiende que al ejecutivo no le importan los pobres, éstos son solo carne de cañón que solo sirven para sus nefastos propósitos. Hay que mantener a los pobres, sistemáticamente pobres, como forma de conservar el poder político y no como la noble virtud de ayudar al menesteroso a salir de la pobreza.