VECINOS LEJANOS

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Por José Díaz Madrigal

En el año de 1922, hace 100 años no existían relaciones diplomáticas entre México y los Estados Unidos. Éstas se habían suspendido dos años antes por parte de los estadounidenses, sin reconocer al gobierno de Álvaro Obregón, debido a las diferencias en cuanto algunos artículos de la nueva Constitución Mexicana; que tenían que ver con asuntos agrarios y mineros, pero especialmente con el tema petrolero.A Obregón le urgía que fueran aceptadas y restablecidas las relaciones diplomáticas entre los dos gobiernos, para poder tener acceso a crédito con los bancos norteamericanos y también vía libre para comprar armas y pertrechos de guerra, para hacer frente a lo que ya se sospechaba; el levantamiento armado conocido como la Rebelión de la huertista. Ésta sublevación fue provocada por el mismísimo Manco de Celaya, que a rajatabla quiso poner de sucesor al impopular y siniestro Plutarco Elías Calles; que el único mérito que tenía era su rastrera incondicionalidad con Obregón. A éste más tarde le salió el tiro por la culata, puesto que existen indicios de que Calles, traicioneramente propició el asesinato de Obregón. Quedándose con el poder absoluto, entrando a la etapa conocida como el Maximato.Las relaciones diplomáticas se reanudaron en 1923, firmando un tratado de comercio y amistad, pocos meses antes de que estallara el movimiento rebelde ; dando chance a Obregón de acumular armamento comprado a los gringos y de ese modo hizo frente a los alzados, que dicho sea de paso, peleaban una causa justa.Desde aquel año ya no se han suspendido las relaciones entre ambos países. Sin embargo si ha habido altibajos, sobre todo cuando en México hemos tenido administraciones de tendencia izquierdista, en lo interno y en el ámbito internacional apoyando gobiernos de esa misma línea. Tal fue el caso de Luis Echeverría con Salvador Allende en Chile. Los estadounidenses consideraban cínica la postura de Echeverría. Emilio Rabasa, canciller mexicano de ese tiempo, al igual que su jefe decía: Allende es un mal administrador y entiende poco de asuntos económicos, en cambio es un gran patriota. Su patriotismo izquierdista, arruinó al país.En México padecemos a otro presidente izquierdista como Echeverría, pero Izquierdistas de los dientes pa’fuera. Ahora que murió dejó inversiones y propiedades en diferentes partes de la república con valor de cientos de millones de dólares. No obstante durante su gestión -como el actual- en lugar de buscar alianzas con los vecinos del norte, fomentó un rancio y demagógico nacionalismo, echando pestes contra ellos y de paso arruinó la economía del país.Los mexicanos no hemos sabido sacar tajada de ser vecinos en corto de la economía más grande del mundo; cosa que si han hecho países distantes pero que aspiran al bienestar de sus respectivos pueblos. Japoneses, alemanes, coreanos; ubicados a miles de kilómetros de distancia de los Estados Unidos, pero que han tenido hambre de progreso, facilitaron las inversiones nacionales y extranjeras; transformándose en países muy prósperos con altos niveles de vida para su población.Existe en el mundo un país joven, que ha aprovechado el hacer alianzas con los norteamericanos, sin poner estorbos ni machacar al pueblo con expresiones nacionalistas trasnochadas, Israel. Éste pequeño país con un tamaño equivalente a la centésima parte de México, localizado a 7000 kilómetros de la Unión Americana, se han convertido en una economía muy avanzada permitiendo el progreso y bienestar de su pueblo.La semana pasada que estuvo López Obrador en Washington, se observaron varias señales de la administración Biden, de que el mexicano es un jefe de Estado que no es bien recibido. La aversión se la ha ganado a pulso, le dieron un trato con las mínimas cortesías, nomás como para guardar ciertas formas diplomáticas con el incómodo vecino; da la impresión de que los gringos están esperando a que termine su periodo y después tratar con un presidente inteligente que en verdad quiera a su pueblo y se preocupe por la prosperidad real de los mexicanos y no se viva la paradoja de ser países colindantes y en la práctica vivamos como países lejanos.