UNA GRAN DAMA

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Por José Díaz Madrigal

La celebración eucarística que se efectuó en San Juan Pablo II el miércoles por la tarde, fue una misa de cuerpo presente para despedir a una gran dama. Templo lleno, con familiares y amigos de la señora que en vida era sinónimo de educación, buen ánimo y amabilidad.Perteneciente a una apreciada familia colimota, Elba Cecilia Vega de Zamora, nació y creció en esta ciudad de Colima; siendo la tercera de un hogar de seis hermanos. Hizo los estudios de primaria y secundaria, en escuelas públicas, para después continuar en la Normal de Maestros, donde se graduó a temprana edad como educadora de niños.Consiguió su primer empleo en la comunidad de Coalata, cerca de Manzanillo, donde estuvo durante un año escolar. Posteriormente la cambian a la ciudad de Tecomán. Una antigua alumna de Elba Cecilia, del periodo de la escuela tecomense, la recuerda ante todo como una maestra bonita, que además de su belleza física, era cariñosa con los niños, y a todos nos trataba por parejo, con la misma ternura y atención, sin hacer diferencia de que familia procedía el alumno.A propósito de la época en que estuvo trabajando en la escuela de Tecomán, hace referencia de un compañerito inquieto y travieso que con dificultad  lograba controlarlo; pues no había día, en que no se levantara de la pequeña silla donde estaba sentado, para hacer alguna diablura, tales como jalar del pelo a una compañera, quitarle el lápiz de color a otro niño o simplemente caminar entre los pasillos del salón de clases. Un día que estábamos a punto de marcharnos a casa, los chiquillos queríamos salir corriendo al patio de recreo para luego irnos, pero todavía no tocaban el timbre; así que para pasar el rato, la maestra nos ponía a contar en voz alta del uno al veinte, esto mientras no sonaba el timbre de salida, repitiendo la misma numeración.El más ocurrente de los chiquillos, era el compañero que no se podía estar quieto, jaloneó la diminuta mochila de una niña y empezó a lloriquear, llamando la atención de la maestra Elba, que tal vez desatinada con el incontrolable  diablillo travieso, le gritó: A ver comino -el niño era chiquito- ven siéntate acá enfrente, junto a mi. Pues desde entonces a ese travesuriento alumno tecomense, lo conocimos como el comino.Tiempo después, las autoridades escolares, movieron a la maestra a un preescolar en el bello y fresco pueblo de Cuauhtémoc, ese cambio pudo haber sido más o menos a mediados de la década de los setenta, cuando ella debió haber estado en la flor de la vida y en la cumbre de su belleza. Por esos años, conoció al que fue su marido, que una vez juntos en su vida matrimonial, por asuntos de trabajo del esposo, se fueron a radicar a la ciudad de México.Años más tarde, cuando el marido se hizo cargo del poder ejecutivo del Estado de Colima. Ella ocupó el puesto de presidenta del DIF estatal. Al llegar a esta institución, le dió nuevo impulso apoyando a los DIF municipales en lo que estaba a su alcance. Incrementó de manera notable las actividades propias del adulto mayor, en las instalaciones del Parque Regional, que ha servido desde entonces de esparcimiento, ejercicio y entretenimiento para este sector de la población, que en verdad aprecian el lugar y su pasatiempo, bajo la sombra de añosos árboles que tienen por nombre: Huitzilacates, Higueras, Zalates y esbeltas palmas de coco. Practicando ejercicio acorde a la condición física del adulto mayor que acude gustosamente al fresco bosquecillo del mencionado parque.Hace unos años le diagnosticaron una neoplasia de esas incurables, se le administró el tratamiento para el caso, que al fin de cuentas son como retardantes o paliativos de este tipo de enfermedades. Las indicaciones las tomó de acuerdo con su personalidad, con estoicismo; más siendo un padecimiento insanable, el mal acabó por vencerla.En las honras fúnebres que le dedicó el sacerdote celebrante, mencionó entre otras cosas: Fue Elba Cecilia una mujer amable, buena hija, buena esposa y buena mamá. Su saludo era con exquisita cortesía, dejando entrever una paz espiritual que la llenaba por dentro. . . Descanse en paz.