TONALTEPETL

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Por: Gustavo L. Solórzano

El que busca un amigo sin defectos se queda sin amigos (Proverbio turco)

Entre el polvo y los profundos hoyos de un camino olvidado, recorrí tierras jamás vistas. Iba buscando un lugar en la montaña, para llegar y conocer el lugar en donde anida la majestuosidad del águila, al norte, siempre al norte. Ahí en donde los guardianes de las aguas eternas, prodigan la hidratación de lo que tiene vida y movimiento sobre la faz de la madre tierra. En amena charla con mi conciencia y desnudando el alma de la senda recorrida, mi compañera brújula me hacía perder el rumbo y en no menos de dos ocasiones fue necesario rectificar nuestro recorrer por la senda de la luz, al norte, siempre al norte.

La otra cara, la anversa a Colima, las de Tonaltepetl y Blanca Nieves, me recordaron por qué, el señorío de Coliman, se extasiaba admirando la silueta eterna de los volcanes. Montañas inmensas, caminos sedientos, baches, terracería y olvido, mucho olvido institucional, está sepultado en los hoyos del camino.

Casi seis horas de camino a la gloria, pasando por el infierno del abandono, de la desolación. Mientras “un horizonte de perros ladra muy cerca del río”, ese que solo lleva caudales de ardientes piedras, es el río de la lumbre.

Por esos rumbos, solo las letras de Francisco Gabilondo Soler son afortunadas, “una es gorda y otra es flaca porque ya comió”. Allá, las vacas tienen la panza buena para una marimba, se les ven los huesos, no les ha llegado la modernidad de los gobiernos que luchan y defienden las posiciones que les permitan “servir”. El agreste paisaje me lleva a cerrar los ojos y preguntarme: ¿En dónde está mi general Zapata?

Reencontrado con mi conciencia, llegamos a la cita alrededor de las ocho p.m. nos esperaban con cierta preocupación, gente que no había visto, al menos no en su totalidad.

Nos recibieron con la sonrisa del corazón, esa que aflora libremente y sin esperar nada a cambio. En la penumbra de la noche, en ese recóndito lugar de sanación, pude verlo, era Javier, con las alas extendidas y el alma expandida “hasta el infinito y más allá”. Es cierto, los hombres se van y quedan sus obras, ¿entonces? No, no se van del todo y menos cuando queda un corazón que los contenga.

Javier sembró amor en muchos y es recordado con afecto y gratitud.

La forja del espíritu nos llevó tres días y dos noches, bajo un cielo estrellado y el frío de la montaña, ayunamos. Aprendimos, convivimos y nos entregamos a la más dura batalla, aquella que cierra las heridas y nos lava el alma, la batalla con nuestro eterno compañero el ego, nuestro ego. El camino nos llama, el gran espíritu decide…

ABUELITAS:

Existen quejas de algunos ciudadanos en torno a la función de las autoridades que imparten la justicia, al parecer no tienen el suficiente personal y en consecuencia, le dan largas a los asuntos legales y los mal atienden. ¿Ahora, quien podrá ayudarnos? Dicen. Es cuánto.