Por: Gustavo L. Solórzano.
¿Es real la realidad? (Paul Watzlawick)
María sueña que el hijo, igual que el tata sea carpintero, pero el chavalito piensa: Mañana quiero ser guerrillero. Carlos Mejía Godoy
La vida jamás ha venido con instrucciones para vivirla. Desde el momento de su gestación, el ser va conformando su personalidad y define, que sexo desea tener, es decir, será hombre o mujer. Tan pronto es extraído del vientre materno, el niño o niña, es cosificado, previo a ello, los colores son seleccionados por los padres al igual que los detalles que habrán de adornar la habitación que será ocupada por él o ella. Aun cuando rara vez somos hijos programados, la mayoría de las veces somos deseados. El nombre vendrá del padre o del abuelo si es niño, si es niña, será de la madre, abuela o tía consentida por alguno de los cónyuges. Naturalmente de acuerdo a los gustos de sus progenitores, será las actividades que realice y aprenda en su vida cotidiana, deportes, danza o baile regional, actividades culturales, otros se irán al taller con su papa, o ayudarán en los quehaceres a mamá, muchos más estarán dormidos en el rebozo de su madre mientras ella hace malabares en algún crucero, en espera de un buen corazón.
Entre el lujo de un hospital, los menos y espacios modestos de salud pública, la mayoría, serán bienvenidos al mundo caótico en el que vivimos todos. Los que decidieron venir a un hogar de buena economía, serán menores sus esfuerzos, en cambio aquellos que escogieron una familia modesta para su arribo en este plano, disfrutarán de algunos beneficios limitados. Lamentablemente también están aquellos que con el sudor de su frente, ganarán el bocado que lleven a sus bocas y a veces, el aire aderezado con los olores de la vida, será su único alimento y las lágrimas la única agua que sacie su sed de amor y de justicia.
Indudablemente cada ser vive su realidad de una manera totalmente distinta. Sería infantil pensar que la realidad es la misma para todos y que todos somos medidos con la misma vara. La cosificación del ser trae también serias diferencias, estatus, niveles de los que nunca nos liberamos, al menos no mientras estamos en este plano. La juventud con sus carencias naturales, lleva al joven a la creencia de que el carro, la casa, y una buena compañera, son el ideal de todo hombre. La mujer por su parte, sigue luchando para recuperar y obtener espacios que la vida le negó en su pasado, sin embargo, en el fondo de su intimidad, también quiere, auto, casa y un buen hombre que acompañe sus pasos.
La burbuja llamada vida, nos enseña que sus caminos no son como pensamos, mientras unos trabajan, otros viajan en caballo de hacienda. Aun cuando el destino sea el mismo, regresar a nuestros orígenes, en donde ni el dinero, ni las posesiones se necesitan.
ABUELITAS:
Héctor Magaña Lara, diputado, llama de manera enérgica a los órdenes de gobierno para que sumen esfuerzos por el bien de Colima y los colimenses. Sin duda es lo que hace falta, siempre ha sido necesaria más allá de la demagogia y las luchas de poder, la unidad. La unidad de los colimenses como lo que somos, una gran familia. Es cuánto.