SÍ NO PUEDEN, RENUNCIEN

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Por José Díaz Madrigal

El delito de secuestro en México, inició con fuerza en la década de los setentas cuando era presidente Luis Echeverría. Al inaugurar su administración, apuntó su verborrea demagogica en contra del sector privado; dando pie para engrandecer a grupos radicales. Naciendo en este periodo varias organizaciones guerrilleras, de las cuales algunas de ellas se reunieron en Guadalajara con el objetivo de fusionarse, en lo que se llamó: Liga Comunista 23 de Septiembre.

Éste movimiento subversivo de izquierda extrema, pretendía llegar al poder político por medio de las armas. Dentro de los mecanismos que acordaron en la asamblea de fundación, era el de hacerse llegar recursos económicos para sus gastos, por medio del secuestro.

El primero en la lista por secuestrar, estaba el prominente regiomontano fundador del Tec de Monterrey, don Eugenio Garza Sada.

La mañana del 17 de Septiembre de 1973, se llevó a cabo el intento de secuestro. Una camioneta se atravesó en la calle para detener el auto donde viajaba el empresario, acompañado del conductor y un guardaespaldas. El chófer sin perder tiempo disparó a los delincuentes, tumbandolos de certeros balazos; en el fuego cruzado le pegaron a don Eugenio, muriendo casi al instante. Con éste episodio criminal, se estrena la era de los secuestros en México.

Muchos de esos jóvenes guerrilleros, en la práctica le habían agarrado la palabra a Echeverría, puesto que éste les había enyerbado la mente hablándoles de teorías utópicas y populistas como el proletariado y los Pueblos del Tercer Mundo. El caso es que la muerte de don Eugenio, le estaba descomponiendo al país. Tomó el asunto en serio, se desplazó a Monterrey para asistir a los funerales.

Al orador que le tocó dar el elogio fúnebre dijo: Los asesinos y quienes envenenan su mente, merecen castigo. La impunidad aparece cuando se le pierde respeto a la autoridad, cuando el gobierno deja de mantener el orden público, cuando se fomenta el odio, la destrucción y la muerte.

A Echeverría le caló el discurso, ya no anduvo con miramientos, actuando con autoridad. Toda la gavilla que participó en la muerte de don Eugenio, los fulminó La Dirección Federal de Seguridad, excepto a dos que encarcelaron. Al terminar su mandato habían desaparecido a más de 150 miembros de la Liga izquierdista 23 de Septiembre. Al llegar López Portillo, continuó combatiendolos hasta que los acabó. Sin embargo con Portillo empezó a florecer el fenómeno Narco, que al correr de los años se fue distorsionando en una mezcla de terrorismo delincuencial agregándole el secuestro a granel, el robo y las extorsiones.

La semana pasada se difundió la noticia de la muerte de Alejandro Martí. Éste señor saltó a la fama hace 15 años por la valiente reprimenda que hizo públicamente a las autoridades de aquel tiempo, entre otros Felipe Calderón y Marcelo Ebrard.

En un falso retén policíaco, detuvieron el auto donde viajaba el hijo de Alejandro, con el chófer y uno de sus escoltas. Los asesinos disfrazados de policías, mataron al chófer y al guardaespaldas. Se llevaron al jóven que retuvieron por más de 50 días. Aunque se pagó la cantidad que acordaron, de todos modos lo mataron.

Días después del lamentable suceso, a una reunión del gabinete de seguridad, fue invitado Alejandro Martí; le permitieron el uso del micrófono. Con voz dolida y temblorosa por la pena, dijo a los presentes: Sí la vara les queda muy alta para atender la inseguridad. Sí no pueden, renuncien; pero no sigan ocupando las oficinas de gobierno, no sigan recibiendo un sueldo por no hacer nada. Esto también es corrupción.

Aquellas frases dichas por don Alejandro, aún resuenan; siguen teniendo tanta vigencia con el gobierno actual: SÍ NO PUEDEN, RENUNCIEN.