SALVEMOS LA TIERRA

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TAREA PÚBLICA

Por: Carlos Orozco Galeana

El evento más sobresaliente realizado en el mundo con motivo de la celebración del Día de la Tierra,  fue  la cumbre climática que a instancias de Estados Unidos reunió a 40 líderes mundiales a los que se invitó a reducir las emisiones contaminantes de gases efecto invernadero. La advertencia central de Joe Biden: ningún país por si solo puede  solucionar este problema global, por lo cual “todas las economías tienen que pasar a la acción”. 

Joe Biden no tenía ni 24 horas en el cargo y ya había mostrado un perfil de estadista; rápidamente dio marcha atrás a varias de las políticas incomprensibles de su antecesor y retomó   compromisos (el Acuerdo de París) institucionales en favor de acciones que ataquen la contaminación ambiental en el planeta, la que es  causada por su país en un 15 por ciento, según consideró. Advirtió: las temperaturas ambientales deben mantenerse   en no más de 2 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales y hacer lo posible por situarlo  en un rango apenas superior al 1.5 

Como era de esperarse, nuestro país desaprovechó la oportunidad de participar en forma notoria de acuerdo a la agenda seleccionada por el país anfitrión. El presidente López Obrador, no obstante que previamente había sido apercibido que su proyecto de fondo migratorio con Centroamérica no tenía vinculación en modo alguno con la agenda a desarrollar en la reunión sobre cambio climático, insistió  en la siembra de árboles para que los habitantes de la región, al acumular tres años, pudieran ser contratados en USA en empleos temporales para luego ser candidatos a obtener la residencia, previa esta condición, además,  para adquirir la ciudadanía.

Más en forma frente al tema, la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum, propuso un nuevo modelo educativo, de salud y de acceso al agua que “son derechos de las personas y no privilegios.” Se mostró colaboradora respecto a la creación de resiliencia y  la mitigación de las emisiones de carbono con base en la innovación, la ciencia y la tecnología. Una propuesta que puede cumplirse es la de sembrar un millón de plantas y árboles en la ciudad de México, restaurar más de un mil hectáreas de parques públicos y recuperar más de 85 kilómetros de ríos  y vías fluviales contaminadas para convertirlas en aguas limpias. Un compromiso último fue el de reducir en 50 por ciento el volumen de residuos municipales.

En el mundo hay infinidad de dirigentes de países que son reacios a implementar acciones de cuidado de nuestro planeta. Lo hacen quizás por desconocimiento de los efectos graves que se producen en numerosas partes donde   la presencia del hombre resulta especialmente nociva como es en las cercanías de mares y ríos y en urbes enormes y contaminadas como la ciudad de México, Bombay, Nueva York,  Sao Paulo, entre otras. Aparte, ese tipo de obras no ganan prensa, no relucen ni originan elogios a la imagen de los gobernantes. Bien decía Griselda Alvarez que las obras subterráneas o que no se ven  fácilmente no dejan votos.

Yo pienso que los reacios a hacer algo por el planeta, deberían escuchar al papa Francisco que si bien no es un científico ni un técnico en esas cuestiones ambientales, sí tiene una opinión valiosa desde el punto de vista teológico:   ha advertido, palabras más palabras menos, que nuestro planeta es creación divina y que como es cosa de Dios, tenemos que cuidarlo no solo para nuestro disfrute sino para los que vienen después de nosotros.

Pero independientemente de los sarcasmos originados por la propuesta de Amlo, se advierte en él un afán de justicia para los más pobres de la región centroamericana, pero tiene enfrente un vecino históricamente insensible, de oídos sordos, cuando es  el capitalismo salvaje el depredador por excelencia de las economías del continente, además de los malos gobiernos que padecen. 

No se espera pronto resultados positivos de esa gestión presidencial, de que el poderoso vecino secunde el programa Sembrando Vida que se viene aplicando los últimos dos años en el país para generar empleos en el agro, reactivar la economía de regiones expulsoras de mano de obra y combatir la deforestación y con ello propiciar el cambio climático. El gobierno mexicano ofrece el apoyo a Centroamérica con el fin de   contribuir, así sea en forma mínima, a que los olvidados de los pueblos de esa región tengan derecho a una vida digna, a educación, a vivir en condiciones apropiadas y, en suma, a la verdadera felicidad.

Salvar la tierra debe ser el propósito de todas las naciones. El mundo es una embarcación en donde vamos todos, depende de cada ser humano ser o no corresponsable  de todo lo que ocurra a nuestro alrededor.

Cada persona tiene un poder, no se olvide. El poder de hacer de nuestra vida una gran oportunidad de servir la obra de Dios que es el planeta. Cada acción bienhechora de cuidado de nuestro medio ambiente, por mínimo que sea, tiene un componente de responsabilidad y respeto  frente a la humanidad, hoy perturbada por la falta de cuidado de los países poderosos que siguen dañando la vida en aras de un desarrollo industrial incontrolado.