Por: José Díaz Madrigal
Para Leopoldo Winter
Existen en la capital alemana 2 viejos monumentos que son emblemáticos de esa ciudad, La Puerta de Brandenburgo y La Columna de la Victoria; con más de 150 años de historia. En línea recta entre las 2 obras de arte, caminando por una amplia avenida rodeada de árboles, hay una distancia de 2 kilómetros. Ambos monumentos representan de alguna forma el triunfo, la paz y la unidad del pueblo alemán.
La base que sirve como pedestal a la gruesa Columna de La Victoria, está adornada con diferentes relieves en bronce, que representan escenas de la fundación del imperio alemán en enero de 1871. Curiosamente el nacimiento de éste imperio no se dió en suelo alemán, sino que se hizo en territorio francés; concretamente en el versallesco -parafraseando al Perro Bermúdez- salón de los espejos del Palacio de Versalles, cerca de París.
Franceses y alemanes se vieron envueltos en una guerra de casi un año de duración, en que los alemanes derrotaron al ejército más poderoso de Europa de ese tiempo. Como quiera que sea, esa guerra trajo resultados positivos para ambos bandos; a los franceses les ayudó a poner punto final al despótico gobierno de Napoleón III -el que invadió México- surgiendo La Tercera República. Antes de ese conflicto los alemanes todavía estaban dispersos en pequeños reinos autónomos. El triunfo de sus armas sirvió para consolidarlos como una sola nación fuerte, aglutinando a los diferentes reinos para ser encabezados por Guillermo I y el artífice de toda esa estructura, Bismarck.
Su nombre completo era Otto Eduardo Leopoldo Von Bismarck, el Canciller de Hierro. Éste gran líder fue el primer canciller que tuvo Alemania y, el verdadero hacedor de la Alemania moderna, puesto que con talento logró la unidad de 40 diminutos estados independientes, que tenían en común el mismo idioma. La guerra con Francia la aprovechó para explotar el patriotismo creando un sólo país que agrupara a los pueblos germanoparlantes en una sola nación, con Berlín como capital. Fue precisamente Bismarck quien mandó construir la Columna de la Victoria, con los relieves antes mencionados sobresaliendo Guillermo I y el propio Canciller de Hierro.
Bismarck era un político conservador que poseía audacia, valor y habilidad para enfrentar los retos que se le presentaban como presidente del gobierno. En primer lugar se preocupó por ganarse la confianza del emperador, haciendo buena mancuerna con él. Una vez consolidada la unión, se empeñó en mantenerla funcionando, quitándose estorbos políticos como los izquierdistas y, al mismo tiempo fomentó el bienestar de toda la población dando inicio al primer sistema de seguro médico en toda Alemania, siendo éste el primero a nivel mundial.
Algunos biógrafos del canciller, hacen referencia que tenía un carácter atrabancado, duro tirándo a grosero y violento. Efectivamente no era una perita en dulce, pero daba buenos frutos, en poco tiempo logró hacer de Alemania la nación más fuerte de Europa y quizá del mundo entero. Ese resultado lo obtuvo con arrojo y atrevimiento, pero sobretodo con orden y autoridad. Tenía un montón de enemigos políticos internos y externos, a cada uno le daba un trato especial. Con los que tenía que combatir era implacable para neutralizarlos, pero a los rivales que en cierto momento pudieran ser aliados, los trataba con cierta consideración.
Análogamente haciendo el día de hoy una comparación de aquel estadista alemán, con el personaje de moda de estos días, Trump. Éste consiguió lo que muchos no pensaban que iba a lograr, ganó de nueva cuenta la presidencia de los Estados Unidos. También a Trump se le critica como a Bismarck en su tiempo, por usar modales de poca o ninguna cortesía con sus adversarios, o que es tajante en decir si o no con lo que conviene o no conviene a su país.
Trump es duro y agresivo en asuntos internacionales, pero en verdad es el liderazgo que hace falta para poner freno a gobiernos izquierdistas empobrecedores y tiranos con sus pueblos. Veamos el ejemplo de 3 países de nuestra región: Perú, Argentina y El Salvador; los 3 hicieron a un lado a los llamados gobiernos izquierdistas progresistas, dando como consecuencia que está floreciendo la prosperidad y la seguridad en esas naciones.
La izquierda representa la inseguridad, la escasez y las carencias; son sinónimo de pobreza y son más corruptos, además están en contra de la vida humana antes del nacimiento, son aborteros. No es cierto que simbolizan la justicia social, puesto que sólo hacen ricos a políticos de su grupo y a empresarios lambiscones sin escrúpulos. En suma el izquierdismo es la causa del mal de nuestro tiempo, con esa conciencia pervertida principalmente cuando se trata de conciencias que tienen poder.
Por eso que se agarren los ineptos izquierdistas, con el regreso victorioso de Trump.
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