PUPITRE AL FONDO

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Deseo de Navidad: Educación Gratuita

Por: Blanca F. Góngora

El periodo vacacional decembrino está por comenzar  y las sonrisas de júbilo son evidentes,  pues los maestros además de su ganado aguinaldo tienen un breve y bien merecido descanso,  porque a estas alturas ya entregaron planeaciones de clase, ya evaluaron a sus alumnos, y por lo general han finiquitado sus otros trámites administrativos y laborales.

Es pues, época  de esperanza, de fe, de buenas intenciones y buenos deseos. Y yo aquí, me apunto; porque aunque la realidad es cruel  y desalentadora, en el sector educativo todavía sabemos soñar. Entonces, soñemos: soñemos con una educación no solamente de calidad, sino gratuita.  Es decir: que las escuelas reciban no solamente la infraestructura y el pago de la planta docente, sino que el gobierno asuma su compromiso total como le corresponde. Que pague a todas las escuelas sin excepción: teléfono, internet, agua,  impresoras, tinta, papelería para exámenes y para control administrativo como listas de asistencia, impresión de documentos, pues hasta el papel que se usa para enviar oficios a la misma secretaría de educación lo paga la escuela. Que ajuste además ese presupuesto  para  gastos de mantenimiento, jabón, papel de baño, escobas, gasolina, aceite, herramienta de jardinería, botiquines de primeros auxilios, focos, lámparas, material deportivo…

Y siguiendo con la gratuidad, pues entonces que se eliminen, por completo, las cuotas de padres de familia (gracias a las cuales se solventan las cosas anteriores y muchas otras que las escuelas necesitan). Y ya de paso, que haya desayunos escolares porque me consta que muchos niños no tienen dinero para comprar alimento en las escuelas y lo que es peor, muchísimos de ellos no tienen ni bastimento para llevar desde casa.  Que haya zapatos y uniformes gratuitos;  es triste ver a los alumnos con zapatos del número 3 cuando en realidad son del 5, o con los zapatos roídos, descarapelados, abiertos como bocas hambrientas. Que se surta de materiales didácticos a las escuelas,  y no solamente con la famosa tecnología (que por cierto cuando se instala y se descompone, la escuela tiene también que “gestionar” para arreglar lo fallido). Esos son los gastos del día a día, faltaría por agregar los que se generan por eventos especiales como desfiles, festivales de lectura, ceremonias, día de las madres, del estudiante, etc.

Hablando con algunas mamás y siendo yo también madre de familia con hijos en escuela pública, constato y confirmo que la educación pública en nuestro país, puede tener los adjetivos que se quieran, pero gratuita no es.  Ojalá que la Reforma Educativa que busca desesperadamente la calidad de la educación y deshumanamente la profesionalización docente, busque así, con ese ahínco, la gratuidad. Sólo entonces, podré afirmar que los buenos deseos son todavía factibles.

 

 

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