Primer Informe Rectoral

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PARACAÍDAS

Por: Rogelio 𝔾𝕦𝕖𝕕𝕖𝕒.

Este próximo quince de diciembre se llevará a cabo el primer informe anual por parte del rector Christian Torres Ortiz, quien seguramente, como ha sido costumbre en la rendición de cuentas universitaria, hará un recuento pormenorizado de los logros y retos de este año, que no fueron pocos. Sin embargo, como he sido desde hace ya muchos años un testigo cercano del devenir universitario, me gustaría hacer mi propio balance como una forma también de poner en orden mi memoria histórica pero también, al mismo tiempo, de servir de contraste con la percepción que otros puedan tener de lo acontecido y de lo que viene en el porvenir. Para mí, este primer año del rector Torres Ortiz ha sido uno de los más difíciles de la historia reciente (y no tan reciente) universitaria pues su llegada a la función rectoral estuvo acechada por tres problemáticas realmente severas: una relacionada con la salud (la pandemia), otra relacionada con las finanzas (el impago del gobierno estatal de la administración pasada) y otra relacionada con lo político (las campañas de desprestigio por parte de una fracción muy específica de Morena y la injerencia en su autonomía). Para el rector Christian Torres Ortiz no iba a ser nada fácil poder enfrentar tres temas que me parecen contrastantes con la dinámica natural de cualquier institución universitaria, que en un escenario normal (ya no digamos ideal) no tendría que preocuparse por ninguna. Por fortuna, es de destacar que desde el primer día de gestión del rector Torres Ortiz, el trabajo que se realizó en estos tres ámbitos fue ejemplar y por eso mismo, al
cabo de este primer año, los resultados fueron los esperados para la comunidad universitaria y la sociedad en general. Sin prisa pero sin pausa, el tema de las finanzas fue resuelto gracias a la sana y positiva relación que se estableció con la nueva administración estatal de Indira Vizcaíno, quien según lo manifestado por el propio rector ha sido sensible al tema financiero universitario y gracias a eso la Universidad no ha dejado de cumplir sus compromisos salariales ni de demás prestaciones con la
comunidad universitaria, logro que hay que reconocerle al rector por el trabajo eficaz de gestión que ha hecho a este respecto. En segundo lugar, el trabajo rectoral de este año, que ha mostrado cercanía con la comunidad y se ha enfocado en fortalecer la vida universitaria en todos sus ámbitos, sobre todo el de su intervención social, ha acallado (por el momento, al
menos) muchas voces discordantes empeñadas en desacreditar a nuestra alma máter, con lo cual la función política universitaria implementada por el rector y sus colaboradores ha sido eficaz en ese sentido también.  Y, por último, el tema de la salud derivado del la pandemia, en donde desde un momento el propio rector abanderó una política universitaria que ponía y sigue poniendo por encima de todo la salud de su comunidad, para lo cual creó desde un principio un protocolo muy detallado que imponía las reglas a seguir durante los momentos más álgidos de la pandemia, sobre todo cuando no se implementaba  todavía el sistema de vacunación que le hiciera frente. Obviamente, hay muchos logros más, entre ellos el liderazgo activo y cercano a la comunidad universitaria que ha impreso el rector Torres Ortiz desde el primer día de su gestión, pero para mí estos tres logros son suficientes para cerrar con éxito un año que ha sido uno de los más difíciles de, como dije, la historia reciente universitaria. Que venga un año igual o mucho mejor para 2022, y que siga la comunidad unida como hasta ahora para enfrentar los retos que se le presenten, porque nada como esa unidad para vencerlos de la mejor manera posible, como hasta ahora.