MUJERES, DICHA DEL MUNDO (El amor humano, clave para la pacificación)

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TAREA PÚBLICA

Por: Carlos Orozco Galeana

Como ocurre cada año alrededor del 8 de marzo, otra vez y con más fuerza se manifestó el sentir de la mujer en el mundo, agobiada por el maltrato de sus compañeros de viaje, por una desigualdad creciente y por la apatía de gobiernos simuladores que poco o nada aportan a su favor. 

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública 2018, el 72.9 por ciento de las mujeres se sienten inseguras al salir de casa. “La violencia hacia la mujer es tan recurrente que cientos de miles de ellas, sobre todo las que habitan en medios suburbanos y localidades marginadas,  no saben si regresarán a casa, pues están expuestas en la calle y a todas horas a sufrir cualquier tipo de agresión, entre ellos los piropos o tocamientos que invaden su espacio y su cuerpo”.

Datos de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2016 indican que a nivel nacional siete de cada 10 mujeres han sufrido violencia, la mayoría de tipo emocional y sexual y cada cuatro horas una mujer es violada. Recientemente,  el Inegi anunció que Colima ocupa el primer lugar en feminicidios en relación a su  número de habitantes. Las mujeres siguen siendo vulnerables. La violencia de género sigue afectando las vidas de las mujeres y las niñas. En las numerosas fosas que se encuentran periódicamente en nuestro territorio, hay mujeres con huellas de haber sido torturadas, asesinadas y/o  enterradas quizá con vida.

Más datos: en 2016 se registró el asesinato de 2,813 mujeres en México, lo que  representa un promedio de ocho mujeres asesinadas diariamente. Esta problemática  es global, incluso ha llegado a “normalizarse”, ya que al ejecutarse diversos experimentos sociales para medir la reacción de las personas, la mayoría responde con indiferencia.

Tenemos entonces en nuestro país una historia de fracasos en materia de protección de las mujeres. Una cultura de absoluto desprecio hacia ellas se ha impuesto en numerosas regiones, los criminales actúan porque difícilmente los atrapan tras cometer sus fechorías. En su esquizofrenia,  piensan que la mejor mujer es la mujer vapuleada o muerta a juzgar por la saña con que es tratada.

Urge no solo elaborar leyes, tarea en la que pocos países nos aventajan,  sino hacerlas realidad. Aplicarlas con rigor, que nadie se escape del castigo, pues sabemos a menudo que cuando atrapan a un violador o asesino este ya tenía  encarcelamientos, los que libró en poco tiempo y  superó saliendo libre para seguir delinquiendo. Y algunos de esos especímenes, logran que hasta los defienda un presidente de la república por méritos en campaña  electoral o por amiguismo.

Si el régimen federal dice  querer lo mejor para las mujeres, ha de demostrarlo gobernando para que se reduzca la brecha de la desigualdad frente a los hombres, para que a la mujer se le respete en cualquier lugar y momento, para que se le pague lo justo por su trabajo, para impedir que sea víctima de machos inescrupulosos, para que sean reconocidas en sus derechos y  por  todo lo que valen.

Los discursos salen sobrando. No se vale decir que se les comprende y entiende cuando al poder “le vale” entregar candidaturas a cuasi delincuentes que violan mujeres tengan la edad que sea (Caso Macedonio). No se vale tampoco decir que se les promueve, porque es falso,  cuando se cancelan presupuestos y programas que facilitaban su inclusión en la vida productiva y que de pronto han desaparecido para solventar otros compromisos que tienen que ver con el ego de los gobernantes. Mucha mujeres perdieron sus trabajos por el cierre de guarderías al no tener con quien dejar a sus hijos. Esto fue el colmo.

Los hechos valen más que mil razones. Este 8 de marzo, tuvo que ser muy útil  para hacer un recuento de las cuestiones en que las sociedades han fallado para darle vigor a las luchas feministas. No se trata de satisfacer tan solo demandas rezagadas, sino de avanzar  hacia condiciones de igualdad y  fraternidad.  

Esta igualdad no se logrará con simulaciones  de parte del poder, que poco las entiende. En Colima, se ha cerrado  el Centro de Apoyo a la Mujer por falta de presupuesto, no obstante que es como un oasis en medio del desierto para muchas mujeres víctimas de la violencia machista.

Veamos por las mujeres en lo que es nuestra circunstancia cotidiana. Son sagradas, no se olvide, deben ser amadas, cuidadas  y respetadas. Si en cada familia se practica el amor humano, se impondrá una realidad nueva,  la pacificación y la armonía   a la que aspiramos para todas ellas. Las mujeres son la dicha de este mundo, dijo el papa Francisco con acierto.

Desde la presidencia de la república tiene que generarse un sentimiento solidario, generoso hacia las mujeres. No más indiferencia ni escarnio, como el de decir que se quisiera dejar los nombres de las asesinadas en los muros que cuidaron edificaciones históricas el pasado 8 de marzo.