LENGUAJE DE ODIO (No incendiemos la pradera de la tolerancia)

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TAREA PÚBLICA

Por: Carlos Orozco Galeana.

La alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, la chilena Michelle Bachelet, alertó sobre el “alto nivel de violencia política” durante las recientes elecciones mexicanas. En su discurso inaugural de la 47ª sesión del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas en Ginebra (Suiza), Bachelet se mostró “alarmada por el alto nivel de violencia política en el contexto electoral” de las legislativas y locales en México de comienzos de mes.

Refirió lo que todos sabemos, que al menos 91 políticos y miembros de partidos, entre ellos 36 candidatos electorales, fueron asesinados durante el periodo electoral pasado y denunció ataques y amenazas contra políticos y violencia de género contra las mujeres “incluyendo violencia sexual y campañas de difamación”. Es vital asegurar la rendición de cuentas por estos actos y garantizar que no se repetirán, afirmó y dijo  que todos los partidos políticos resultaron afectados y que las mujeres enfrentaron violencia de género.

Michelle Bachelet, denunció  los mayores y más graves retrocesos en materia de derechos humanos”que hayamos visto nunca. Para recuperarnos de los mayores y más graves retrocesos en materia de derechos humanos que hayamos visto nunca, debemos tener una visión que cambie la vida y una acción concertada para ponerla en práctica”. Requerimos que se compartan compromisos fundamentales para reducir la desigualdad y avanzar en todos los derechos humanos.

De los planteamientos de esta reconocida política chilena, recupero el tema del lenguaje que se usa en nuestros pueblos, sobre todo entre los políticos; es un lenguaje de confrontación permanente y que ella citó como una de las causales más peligrosas no solo para el ámbito de la política sino para la situación de la sociedad en general.

En México, nuestros políticos se lanzan veneno ente ellos todos los días, se acusan mutuamente de corruptos, de hacer fraudes electorales, se mofan por cualquier motivo del rival y sobre todo, los que tienen poder, amenazan a otros con investigarlos y aplicarles la ley. Ah, y son  más duros contra sus antagonistas  que contra los delincuentes.  Hay quienes disfrutan la división de México cuando ejercen  sus  tribunales particulares  de ajusticiamiento. Pienso en  tipos como Noroña o Lozano. Tiemblo solo de pensar que un día pueda instaurarse, por tanta violencia, la pena de muerte, que serviría para que los de arriba se deshicieran de sus opuestos o de los más de abajo fabricándoles supuestos delitos al estilo coreano.

¿ Qué hacer para recuperar una política de respeto por los contrarios, por las minorías empantanadas en su ánimo,  derrotadas,  que están al margen de las decisiones ?    Cuando el poder se gana abrumadoramente, se quiere la sumisión de los contrarios y se manifiesta desprecio por los vencidos y con ello se abona a una continuidad que  produce desasosiego y alimenta el odio.

El lenguaje de confrontación, que intimida la democracia por su agresividad,  no es  el camino para sociedades que viven desigualdad y pobreza. Así, se   esfuma el necesario respeto por los derechos de cada quien, se desconoce la presencia del prójimo. ¿ Cómo mantener la vinculación,  la relación con el prójimo ?

Don José Ortega y Gasset, lo explica así: Yo cuento con la piedra y procuro no tropezar con ella o aprovecharla sentándome en ella. Pero la piedra no   cuenta  conmigo.  También cuento con mi prójimo como con la piedra pero a diferencia de la piedra, mi prójimo cuenta también conmigo. No solo el existe para mí, sino que yo existo para él. Esta es una coexistencia peculiar, porque es mutua: cuando veo una piedra no veo sino la piedra, pero cuando veo a mi prójimo, a otra persona, no solo lo veo a él sino que veo que el me ve a mí, es decir, que en el otro hombre me encuentro siempre también o reflejado en él. La realidad que llamamos compañía  o sociedad solo puede existir entre dos cosas que canjean mutuamente su ser. . . yo te  acompaño, convivo o estoy en sociedad contigo en la medida en que yo sea tú.. .  

Esta es una sabia definición de Ortega y Gasset que convoca a reconocernos en los demás para aspirar a una sociedad donde reine el amor, los valores y el respeto por todos. No hay cosa más valiosa para una persona que ser reconocida por otra, saber que es tomada en cuenta.

Los políticos han de aprender a no  abusar de su alta posición para mantener divididos a todos. El humanismo de Amlo no debe mover a risa.  El triunfalismo, tras la victoria, es caer en el primitivismo.  Lo que pasó, pasó y a otra cosa, mariposa.  A Trump lo echaron del poder  porque desde el inicio de su mandato se dedicó a estropear la democracia, los derechos  fundamentales y los valores de los norteamericanos a pensar y opinar, y otros más se irán y no volverán en mucho tiempo porque al gobernar por preferencias de clase terminarán por fastidiar a todos.

Queda la excitativa de Bachelet de enaltecer la buena política, la que unifica y protege el buen vivir como lo hizo Obama durante su mandato o como lo hace hoy Biden.    El Estado ha de ser enérgico con la aplicación de las leyes.  Y nosotros, si hemos de cooperar para desterrar la violencia, que comienza con el mal   lenguaje,      no incendiemos la pradera de la tolerancia con un modo agresivo y burlón  que impide el logro de la  unidad, la solidaridad y la efectividad de los lazos de amor hacia el prójimo, sea quien sea éste. . .