LAS CAMPAÑAS NEGATIVAS EN LA ELECCIÓN DE GOBERNADOR

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PUNTO SOCIOLÓGICO

Por: J. Daniel Miranda Medrano

Las elecciones concurrentes de este año se caracterizaron por muchos aspectos novedosos, pero un problema que no cambió y por el contrario, se sigue acrecentando, es el de los mensajes negativos o denigrantes que aparecen cada vez con más frecuencia en el desarrollo de  las campañas electorales.

Desde la reforma electoral de 2007, que prohibió a los partidos expresar mensajes que calumniaran o denigraran a los contendientes, las llamadas campañas negras siguieron apareciendo en cada proceso electoral; no fueron desterradas, y siguen siendo  prácticas antidemocráticas muy arraigadas en el sistema político.

Las campañas son acciones de persuasión, y las negativas persiguen el fin de influir en las preferencias o simpatías del electorado pero afectando la imagen del destinatario. Como a los partidos y a los candidatos se les prohibió emitir mensajes de difamación y además no pueden comprar espacios en los medios de comunicación tradicionales, estos se han trasladado al espacio que no se reguló: internet.

En el caso de Colima, en las pasadas campañas para la gubernatura, las citadas campañas negras y difamatorias se instrumentaron de forma paralela a las tradicionales que llevaron las coaliciones y partidos. En cuanto a las y los contendientes, mucho antes de que iniciara formalmente el proceso electoral, la entonces delegada de programas sociales aparecía en distintas mediciones como la posible aspirante que más conocían los encuestados.

Es así que cuando inicio el proceso electoral, ella era la que más ventaja tenía con respecto a los demás, y no solo por su paso por la el puesto de “superdelegada” sino porque en elecciones pasadas ya había hecho o campaña para el  cargo de diputada federal, primero por el distrito federal 01 y después por el distrito 02.  Por eso  era conocida y por eso conocía el terreno que recorrería nuevamente en 2021.

Este contexto es el que explica la forma en que se desarrollaron las campañas y la inédita coalición que se dio entre PAN- PRI y PRD a nivel local, pues de antemano se tenía conocimiento de quién era la contrincante a vencer. Cabe destacar que desde que comenzaron y hasta casi el día de la jornada electoral, las preferencias ciudadanas no variaron y esto quedó registrado en los estudios publicados principalmente por Mitofsky, Massive Caller y de las Heras.

Pero a la par de ello, comenzaron a difundirse expresiones burlescas  -la mayoría de forma anónima- dirigidos a los principales contendientes, pero marcadamente específicos a quien siempre estuvo arriba en las mediciones demoscópicas.

De forma inmoral invadieron la vida personal de la candidata puntera, no solo por el hecho de haber estado en la cima de las preferencias, sino -desde una perspectiva más delicada- por el hecho de ser mujer, lo que habría constituido violencia política de género construida desde el anonimato. Al final del proceso, lo que siempre indicaron los sondeos de opinión no solo no cambió, sino que se confirmó con los resultados oficiales.

Así, las campañas negativas y denigrantes volvieron a aparecer en la pasada elección de gobernador, principalmente por medio de las redes sociales y de forma anónima. Pero también se demostró lo estéril que resultó hacer uso de este instrumento. Una campaña para lograr su cometido necesita ser vista, creída y recordada y en el caso de los mensajes comentados, y los expuestos en alguno que otro espectacular, no tuvieron credibilidad, fueron ignorados y provocaron el efecto contrario de lo que se deseaba.

Hasta aquí el comentario en cuanto a la pasada elección local, y la manera “fácil” en que pueden invadir espacios privados y hasta constituirse en posibles ilícitos. Y como se ve casi imposible regular la propaganda en la red de redes, vámonos preparando para las campañas negativas que de manera lamentable se darán en 2024.

Twitter: @jdanie17