LA SOLUCIÓN AL FOSAP

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    Las primeras universidades que vivieron esas crisis financieras fueron las Universidades de Zacatecas, Querétaro y Pachuca, por mencionar las más representativas, pero fue un grito de alerta a instituciones de educación superior, como la Universidad de Colima, que no contaba con un fondo para trabajadores jubilados o si existía por lo menos, no para más allá de una década.

    Así que en tiempos del rector Carlos Salazar Silva y Gustavo Ceballos Llerenas como dirigente del Sindicato Único de Trabajadores de Universidad de Colima (SUTUC), se dispusieron a fortalecer el Fondo Social de Apoyo al Pensionado (FOSAP).

    Para lo cual propusieron a los trabajadores en activo una aportación del 5 por ciento de su salario base y la rectoría pondría lo doble de la cantidad, es decir, el 10 por ciento, con la finalidad de que la institución no tuviera problemas financieros para cubrir las jubilaciones “en los próximos 99 años”. Replicó por todos los campus Salazar Silva.

    Ese cuento se cayó al siguiente rectorado con Miguel Ángel Aguayo al frente de nuestra Máxima Casa de Estudios colimense y Leonardo Gutiérrez Chávez, dirigiendo al SUTUC, este último, encontró irregularidades en el manejo de las finanzas del fondo y sobre todo, no creyó la solidez financiera futura.

    ¿Qué vio el dirigente del SUTUC en el Fosap para estallar el problema en marzo de 2010? Por principio el sindicato no era tomado en cuenta para los movimientos financieros del fondo y segundo, un grupo de exfuncionarios universitarios sin haber aportado al Fosap, reciben una jubilación de este fondo hasta más de 20 veces de lo que recibe alguien que se desempeñó como secretaria o profesor con 20 horas.

    Así que más allá de la ahora solución mediática del Fosap, lo que realmente debe ser prioridad, es que las partes interesadas, rectoría y sindicato, se sienten para que finquen las bases de las nuevas reglas de operación en cuanto a los topes de salarios para las jubilaciones, porque de seguir con esa dinámica, cada vez a los trabajadores universitarios y a la institución se les pedirán más aportaciones, porque de lo contrario el Fosap NUNCA será financieramente viable.

    Eduardo Hernández Nava en la rectoría, debe ser sinónimo de certidumbre financiera, ya que él como funcionario ha manejado y recorrido casi todas las áreas administrativas de la Universidad de Colima durante 30 años.

    Por lo que es la oportunidad de que el Fosap sea un instrumento financieramente factible para el futuro de los trabajadores que ahora tienen algunos cuantos años trabajando en la institución, pero que en poco más de dos décadas pasarán a ser pensionados o jubilados, en realidad, lo que se juega en estos días, semanas y meses, es el futuro de miles de familias colimenses que están vinculadas con nuestra Alma Mater.