Por: Jaime E. Medina Pérez
Como una costumbre de juramento decisorio, siempre que finaliza un año y llegan las nuevas promesas a cumplir por cada uno de nosotros para el próximo año nuevo.
Casi todo mundo inicia con positividad y entusiasmo durante las primeras horas, minutos, segundos, días y semanas del año nuevo, deseosos de alcanzar lo prometido. Conforme pasa el tiempo, la mayoría de nosotros generamos una falta de costumbre y de eficiencias con nuestros propósitos a alcanzar, ocasionando la falta de cumplimiento con nuestros juramentos de principios de año. Según una investigación de la Universidad de Chicago; el 55 % de las promesas de año nuevo van relacionadas con el cuidado de la salud, la sana alimentación y atención médica. El 34.4% va relacionado con temáticas financieras y laborales como capacitación y ahorro. Y solamente el 5.2 % van dirigidas a pasatiempos con la familia o recreaciones como paseos turísticos o entretenimiento. Conforme a este estudio de investigación, es bien abido que dentro de los inicios de año las visitas a especialistas médicos, especialmente nutriólogos, tienen un gran aumento de asistencias de personas con deseos de bajar de peso. Así también, se genera un aumento de inscripción a gimnasios o disciplinas deportivas con el simple hecho de alcanzar aquella figura y acondicionamiento físico ideal, o también, en realizar lo prometido sea cual sea el deseo de cumplir.
¿Pero qué es lo que implica que no podamos cumplir nuestras metas? Obviamente tendríamos una variedad de respuesta como falta de disciplina y hábitos, y sí, es correcto. La disciplina y los buenos hábitos es el común denominador para poder sobrellevar paso a paso nuestro objetivo a cumplir; lo que si es necesario es adentrarnos más allá, o sea, a nuestro cerebro, a las neuronas de la corteza prefrontal que se encargan de mantener la concentración y la atención en las tareas diarias que tendríamos que cumplir, o simplemente, las conductas que llevamos cada uno de nosotros. Nada más como dato, esta corteza se encuentra exactamente en la frente de nuestra cabeza y es la última parte del cerebro que termina en desarrollarse durante nuestra adolescencia. El investigador, Baba Shiv, de la Universidad de Stanford, asegura que una de las principales claves es, no someter a la corteza prefrontal a estado de estrés y cansancio, o también, no sobrecargar de tareas esta parte del cerebro por que tiende a vencer ocasionando falta de energía en las acciones diarias. Claro está, que el estrés, el no dormir bien, la mala alimentación, el no dar prioridades y un sin número de actividades que cumplir durante el día, no abonan nada bueno en el cumplimiento de nuestros propósitos de año nuevo.
Tenemos que ser claros que es lo que queremos alcanzar y ver nuestras posibilidades, ser realistas con nuestros tiempos y trabajar con disciplina. Propongamos metas que en realidad podamos alcanzar y dar nuestros primeros pasos y centrar en nuestras mentes la tenacidad, la responsabilidad, la motivación, y porque no, premiarnos cada vez que lleguemos a alguna meta. Tener un estado emocional adecuado, es sinónimo de éxito.
El especialista y psicólogo en inteligencia emocional, Daniel Goleman, menciona que el estado más ideal para realizar una tarea, es estar de buen humor, porque promociona la motivación, la resolución de problemas y la creatividad, generando en el cuerpo y en el pensamiento una conducta de desarrollo de superación y deseo hacia donde queremos llegar.
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