LA 4T SÍ SABE COBRAR

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TAREA PÚBLICA

Por: Carlos Orozco Galeana.

Si algo ha demostrado  el presidente López Obrador es que no le tembló la mano para inaugurar una nueva política en favor de los intereses del país al no condescender con grandes capitalistas que no quieren pagar impuestos al Estado, acostumbrados a que en el peñismo y el panismo y mucho antes les arrojaban flores a su paso y eran uno con los políticos más encumbrados. Amlo está demostrando con esa actitud resuelta  que no cejará en ese necesario deslinde con los poderosos que están contra los intereses de México.

Vamos a los datos. En el actual gobierno, se ha obtenido casi un billón de pesos por un mejor cobro de impuestos y una mayor fiscalización de los contribuyentes, máxime de empresas multinacionales.  El SAT detalló que 41 por ciento de esa gran cantidad procedió de grandes empresas (390 mil millones; 282 mil millones fueron por fiscalización; 165 mil millones de pesos por recaudación y trece por ciento por cobro de impuestos al comercio exterior(Jornada,12 julio).

El gobierno está en su deber de cobrar impuestos al que obtiene ingresos, está en la ley y es lo justo.  Eso no se discute. Defiende el interés social para que ningún pez gordo se  escape, sea quien sea ( Caso Miguel Alemán). “Para nadie hay privilegios ni persecución, solo certeza jurídica y aplicación de reglas claras para todos los contribuyentes”, puntualiza el SAT. Por cierto, esta nueva realidad en materia de cobro de impuestos, ha obtenido el reconocimiento internacional porque le ha permitido al país ser de los pocos que ha aumentado la recaudación durante la pandemia.

Al margen de esos esfuerzos institucionales, se cocina a fuego lento una nueva política para incrementar la base de ingresos. Si el lector no lo sabe, hay un acuerdo global para crear una tasa impositiva corporativa  en 2022, según se desprendió de la participación mexicana en reunión del G 20 en Venecia, Italia. Ese acuerdo promoverá la fijación de una tasa del 15 por ciento a empresas multinacionales en países donde venden productos y servicios, con lo cual el país recaudaría unos 1,500 millones de dólares.  Son 132 países los que participan en esta etapa de nueva fiscalidad, y nuestro país va de la mano de los intereses de los Estados Unidos. O sea, hay garantía de que aterrizará en tiempo. 

Lo importante es que hay la voluntad presidencial de llevar hacia adelante políticas recaudatorias firmes y ordenadas que permitan aumentar ingresos y distribuirlos en obras para acelerar el desarrollo económico y social. Es hora de que los poderosos capitalistas aporten algo más, generalmente se llevan la parte del león. Aparecen de pronto en un territorio y, de pronto, ya no los vuelven a ver. No tienen identidad en el lugar donde operan, según refirió el sociólogo polaco Zigmunt Bauman en su texto Modernidad Líquida.   

Y no hay que ser blanditos con ellos. Se escabullen con facilidad pues tienen a su disposición bufetes especializados en evadir la fiscalización y en ocultar ganancias y bienes. Tienen expertos en ingeniería financiera cuya tarea es que nadie sepa “donde quedo la bolita”, el recurso.

Pagando impuestos los que deben pagar, habrá políticas más justicieras, el gobierno ampliará márgenes de maniobra y podrá hacer frente a sus compromisos financieros  pues no debe cualquier cosa. México, recuérdese, es un país endeudado y sus acreedores no perdonan un peso y son puntuales en los cobros.

Hay muchas carencias, falta infraestructura, mejorar el  sistema de salud, invertir más  en educación, en el campo y en la ciencia, garantizar la seguridad, invertir en energías limpias y el medio ambiente  y otro rubros del desarrollo. Hay un reto mayúsculo: el de generar confianza en inversionistas haciendo valer el estado de derecho; no podemos seguir presumiendo el monto de remesas porque indirectamente revelan un fracaso gubernamental pues los mexicanos no emigran a otros países por su gusto o por turismo.

Bien por la 4T en ese aspecto de no perdonar un peso a los grandes empresarios. Ojalá le cobren lo que debe al dueño de tv Azteca  Ricardo Salinas, amigazo de Amlo, en cuya televisora no  cesan de ver el mundo color de rosa, una realidad inventada que   acomodan a sus intereses y al gusto del cliente principal.  

La riqueza nacional debe ser repartida con justicia, véase al gobierno de Amlo como el que le puso el cascabel al gato y ha puesto en su sitio a una cauda de tunantes que no saben hacer  otra cosa que servirse de las instituciones para  agrandar sus patrimonios.  

Lo que ha de seguir es la aplicación más conveniente de los recursos logrados, que se mejoren los servicios de salud, de educación, el apoyo al campo, al medio   ambiente, al empleo  entre otros. Hay muchos pendientes por atender.