Abandonar puede tener justificación,
abandonarse no la tiene jamás.
Ralph Waldo Emerson.
Por: Manuel Olvera Sánchez
Una de las problemáticas que ha crecido de manera importante, en nuestro país, en los últimos dos sexenios, es la relacionada con la inseguridad pública. Remitiéndonos a la historia, y analizando en particular a la Roma, observamos que los asesinos, ladrones o mafiosos, cometían sus ilícitos con la seguridad de que difícilmente podrían ser sometidos a un castigo, lo anterior derivado de la poca inversión económica que las autoridades destinaban para combatir estos tipos de delitos, y a esto se le sumaba la poca efectividad de la policía local encargada de sofocar los crímenes.
En lo referente al medio rural, en Roma, se llegó a establecer como medida preventiva, el no salir de noche; entonces, debido a la ausencia de elementos policiales, los pobladores optaban por formar sus propios medios para hacer frente a los criminales, pues los romanos contaban con una preparación increíble enfocada a combatir a los malhechores y de esa manera cuidar su patrimonio.
Ya en la República, los romanos temían de manera importante a los piratas, pues consideraban a esta tribu de bandidos como una de las bandas de criminales que en mayor grado dañaban el patrimonio de los romanos, por lo que, para hacerles frente, se tuvo que recurrir al ejército con la finalidad de frenar los delitos cometidos por estos bandoleros.
Vale recordar que fueron los romanos quienes, ante una ola de delitos de toda índole, optaron por establecer la pena de muerte y muy en particular en el delito de robo, para eso utilizaron una estrategia de traición ya que se infiltraba gente para detectar a los bandidos y una vez detectados se entregaban a las autoridades para que fueran sacrificados, y en muchos casos iba precedida de exhibirlos en público, lo cual era más denigrante para su persona y familia.
La crucifixión también fue un sistema de castigo que utilizaron los romanos, salvo que este tipo de castigo solo era aplicable a delincuentes donde el estatus social era bajo, y no procedía su aplicación a la aristocracia, ni mucho menos a ciudadanos del imperio, lo anterior evidenciaba una total estigmatización sobre la gente más humilde comparada con quienes ostentaban otro estatus social.
Una característica que prevalecía entre los bandidos y asesinos de la Roma, fue que en su totalidad eran gente pobre y desesperada, que ante la falta de oportunidades optaban por delinquir con las consecuencias que este tipo de actividades contrarias a la moral, y que traían como consecuencia una vida poco fácil y peligrosa para todos.
Si bien es cierto que la Roma se apoyó en el ejército para combatir a estos delincuentes, se presentaron ante una problemática que hoy en día estamos viendo y que sigue vigente; ante sueldos bajos, en aquellos años los soldados optaron por recibir por parte de los delincuentes algo de lo obtenido derivado de sus actividades ilícitas, sin embargo, también existieron elementos militares que ante una posición económica holgada por cuestiones de avaricia, recibieron beneficios que era producto de lo hurtado por los delincuentes.
La ley del Talión, (“Ojo por ojo, diente por diente”), fue lo prevaleciente en la cultura antigua, en esa época los delincuentes no eran castigados como se hace en la actualidad, ya sea como la pena corporal e incluso con la pena de muerte; en aquellos tiempos la sociedad hacia justicia por su propia mano, situaciones de castigo que hoy en día saldrían de cualquier contexto y que violentarían cualquier derecho humano firmado en las convenciones internacionales.
Todo indica que las conductas antisociales, han contribuido de manera considerable en el sentido de que los crímenes continúan acrecentándose en nuestro país y las estadísticas así lo revelan, pues la inseguridad en nuestro país, posterior a la revolución, no había sufrido un incremento como el vivido en las dos últimas administraciones federales, convirtiendo a nuestro país en un panteón y una seguridad pública en ruinas.
La últimas estadísticas reveladas por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), indican que cada año se cometen más de 31 millones de delitos de los cuales el 99% quedan impunes, lo cual habla de un sistema de justicia terrible, que ha propiciado que incluso desde los centros penitenciarios, se cometan delitos como la extorsión, narcotráfico y una infinidad de delitos fraguados al interior de estos y con la complicidad de las autoridades.
Hoy en día, los criminales han logrado minar a las instituciones e incluso al sector empresarial, y sin faltar a la clase política, se han diversificado y expandido haciendo más compleja la impartición de la justicia, al grado de que por parte del estado mexicano se deban destinar, en cada ejercicio fiscal, y vía presupuesto de egresos, recursos económicos con costos directos hacia la sociedad que hoy en día se encuentra cansada de un sistema judicial estatal ineficiente.
Uno de los grandes retos que tiene el nuevo sexenio, es indudablemente en materia de inseguridad, ya que tan solo en los 22 días del arranque de la nueva administración federal, el crimen organizado se sigue manejando con total impunidad, sabedores de que la justicia, en raras ocasiones, los alcanza; y también basta mencionar como a 6 días de iniciado su mandato como presidente municipal, fue asesinado el Alcalde de Chilpancingo, Guerrero; Alejandro Arcos. Y el 21 de octubre pasado el sacerdote tsotsil, Marcelo Pérez Pérez, al salir de oficiar una misa en San Cristóbal de las Casas, ambas muertes nos llevan a cuestionarnos sobre qué más sigue ante una delincuencia que ha secuestrado las instituciones y el estado de derecho.
La visión que tenías sobre mí, no la defraudare, eso me fortalece aún más, serás ese impulso para lograrlo.
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