Importancia de la vocación del maestro

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(Primera de dos partes)

Por: Manuel Olvera Sánchez

La vocación es sin duda factor de primer orden en toda actividad humana, sobre todo en los campos ocupacionales; pues el trabajo es algo que debe llevarse a cabo con agrado y responsabilidad; por lo que en la medida en que existe la vocación en su desempeño, se manifiesta interés, dedicación y alegría para ello, fortaleciéndose la calidad y alcances de toda tarea que se lleva a cabo.

Hablar hoy en día de la vocación del maestro es algo complejo, debido a lo cambiante que es nuestra sociedad. Existen filósofos de la era moderna que describen la vocación de una forma tan simple, que si bajo esa visión la interpretaran los docentes sería una tarea  sencilla de desarrollar.

No debemos perder de vista que la vocación es un ingrediente medular en la labor docente, pues los estudiosos de este tema la describen como el disfrutar enseñando, como el gozar ofreciéndose al otro.

Existen una infinidad de criterios a emplear mediante los cuales se puede hacer la selección de un docente que cubra con el perfil que la profesión hoy en día está demandando, y uno de ellos es el perfil psicológico del buen maestro.

Visualizando lo anterior se desprende que si se logra conocer el alma del docente tendremos elementos necesarios como lo son las condiciones espirituales, que si las trasladamos al campo psicológico obtendremos una vocación del Magisterio comprometida a generar en las almas jóvenes ciudadanos de bien.

Derivado de lo anterior queda clara la necesidad de formar profesores con vocación a fin de obtener buenos resultados en la enseñanza; como también en las estructuras curriculares de las escuelas formadoras de docentes, a fin de que se les capacite e informe sobre la importancia de los valores cívicos y humanos, esto como premisa para contar con una sociedad donde la armonía, el respeto y la paz social estén presentes.

Para lograr lo anterior ha señalado que se fomentarán de manera permanente los valores que generan ambientes óptimos de aprendizaje y convivencia, como son el respeto, la paz, la tolerancia, el estudio, la honestidad y la solidaridad, entre otros; que permitan dar cumplimiento a uno de los objetivos educativos del milenio: aprender a convivir armónicamente.

En los hechos la vocación del docente resulta fundamental, la cual debe irse fortaleciendo a fin de responder a los tiempos; pues retomando las tesis filosóficas sobre la vocación, se manifiesta que conocer el alma del docente es lo que permitirá que el educador cumpla con su cometido, ya que solo así contaremos con profesores con alma de tipo social, ya que el acto de educar va enfocado hacia personas y no hacia objetos.

Se habla de que debe contar con alma de tipo social ya que si bien es cierto los médicos, religiosos y sacerdotes también deben contar con alma de tipo social, para ellos su cometido es el de suscitar y mantener un determinado valor como lo es la salud, la religiosidad y la ciudadanía, mientras que al maestro lo único que le interesa es que el niño sea estimable y valioso.

Existe en la relación maestro – alumno lo que se conoce como el amor pedagógico que persigue el hecho de que éste sea el centro de la vocación y que el docente debe amar a los niños, sin embargo debemos de reconocer, que es totalmente falso que el docente vaya a amar a los niños, no puede sentir esa devoción hacia ellos.

De ahí se desprende el hecho de que no es el docente quien debe amar al niño, sino que es el niño quien debe amar al docente; el docente debe lograr acreditar ante sus alumnos que él es un buen maestro, que cuenta con muchas perfecciones, que lo tomen como una meta a realizar, una persona a la que día con día se le debe de complacer y no desagradar.

Otra cualidad se refiere a que no solo basta que el maestro se deje amar por los niños, sino que debe de lograr que lo amen, y esto solo será posible si el maestro es poseedor de una serie de valores que el niño pueda percibirlos en su corazón.

Por lo tanto, el maestro siendo un hombre lleno de valores logrará conquistar el amor del niño, sin embargo, no basta solo eso, sino que debe tener algo de niño, un cierto infantilismo que derivado de todo esto el niño concluya con un “ este es de los nuestros”.

La conjugación de valores, lograr que el niño ame al maestro, aplicar hasta cierto punto el infantilismo por parte del maestro que hacen poner los valores al servicio de la vida, y no la vida al servicio de los valores son hasta cierto punto rasgos típicamente femeninos.

La mujer es más próxima al niño que el hombre, no solo por su sentido anatómico y fisiológico por su estructura, sus formas y sus funciones, sino en sentido psicológico y moral, derivado de esto un buen maestro se puede decir que es un “Don Juan femenino”, un conquistador de corazones.

Derivado de  lo antes expresado hay que decir que en las últimas tres décadas un tema que ha tomado una influencia muy importante en el ámbito educativo y que gracias a diversos estudios desarrolladas por investigadores de las más prestigiadas universidades del mundo, lo representa el relacionado con la inteligencia emocional.

Sobre el tema de la Inteligencia emocional abundaremos en la segunda parte de esta colaboración.

La visión que tenías sobre mí, no la defraudare, eso me fortalece aún más, serás ese impulso para lograrlo.

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