HASTA QUÉ PUNTO ES LA REVERSA A LA REFORMA EDUCATIVA DE ELBA ESTHER

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La Panga

Por: Mayahuel Hurtado Ortiz

La aparición de la maestra Elba Esther Gordillo en una rueda de prensa organizada el pasado lunes, en un hotel de la Ciudad de México, ha volcado la atención total de los medios de comunicación y de las páginas editoriales de periódicos impresos y por internet; la verdad, el tema es de gran importancia, debido a que los poco más de 1.6 millones de agremiados al SNTE ven en la maestra la viabilidad de echar abajo los componentes laborales de la Reforma Educativa, aquellos que tienen que ver con el término “permanencia” y las formas de evaluar a los docentes.

Quienes hoy alzan la voz para cuestionar que Gordillo atenta contra la educación en México, están equivocados, su principal objetivo es que los maestros no pierdan sus conquistas laborales, que una evaluación no les quite de un plumazo su trabajo, como lo decía en un congreso: “No es decir, no apruebas, te vas; eso es falso”, se trata de buscar los componentes para que el maestro sea evaluado en un principio de igualdad de oportunidades, y que los exámenes correspondan a la realidad áulica a la que se enfrentan todos los días miles de maestros en todo el país.

Existe una generación de maestros jóvenes que resultaron beneficiados por la Reforma Educativa tras presentar un examen, obteniendo el puntaje necesario o idóneo para que se les asignara una plaza; pero debemos reconocer que en algunos casos la falta de experiencia en el campo laboral trajo consigo algunos problemas, porque los jóvenes maestros no estaban preparados para enfrentarse a diversas situaciones y contextos, que influyen de manera negativa en los alumnos.

Aclaro que no estoy generalizando, hablo de los casos específicos de algunos maestros jóvenes que como consecuencia de la falta de experiencia en manejo de situaciones, quienes muestran una actitud abúlica a las necesidades del alumnado pueden afectar sobremanera al elemento más importante y delicado de la educación: Alumno.
Por fortuna, son la gran mayoría los jóvenes docentes comprometidos que entregan el alma en el aula, ocupados y preocupados por los alumnos que requieren ser dirigido para que logren obtener los aprendizajes y se cumpla con el estándar; es decir, el mínimo requerido que todo alumno debe tener al concluir un grado escolar, dentro de la Educación Básica.

Para algunos maestros de primaria del antiguo esquema, refiriéndome a los de antes de la Reforma Educativa, les llevó años obtener su plaza de docente, en algunos casos no lo consiguieron y se quedaron con un contrato o con una carga mínima de horas clase; incluso, la gran mayoría peregrinaban de un sitio a otro, de la zona rural e indígena, para posteriormente buscar acercarse a la zona urbana después de varios años de servicio; ahí el maestro ya había templado el alma y estaba dispuesto a dar incluso un mucho de sí mismo, para que los alumnos lograran obtener los aprendizajes esperados y avanzar de grado.

Ahora la situación de unos años a la fecha ha sido distinta, la presión de organizaciones como Mexicanos Primero, medios de comunicación y algunos críticos de la educación, creyeron haber encontrado el hilo negro para mejorar la educación en el país, lamentablemente sólo se fueron a la forma, desconociendo totalmente el fondo, porque en la inserción de la educación a un mundo global, entendemos que se requería de maestros altamente calificados, capaces de lograr en sus alumnos los resultados esperados que mejoraran en mucho el desastre que nos vino a dejar la evaluación PISA 2000, desde ahí comenzaron los diseños curriculares a cambiar de manera constante, todo la responsabilidad de los resultados tenía un nombre, se debía de culpar a alguien de lo mal que estábamos en educación, se requería señalar y ensañarse con los responsables, fue así como una luz encendida en el cerebro de alguien, diseñó una Reforma que abarcara muchos aspectos, que debemos aclarar no eran exclusivamente de carácter técnico pedagógico, la situación traía consigo temas que iban más allá, como las condiciones laborales de los trabajadores de la educación que serían directamente proporcionales a sus resultados en la evaluación.

Y ahí fue cuando se perdió el sentido de la evaluación para mejorar, porque centraron las baterías en evaluar al maestro, a los resultados de sus alumnos; pero olvidaron un pequeño detalle, evaluar el contexto familiar y social en el que se desarrolla el alumno, el contexto escolar en el que aprende el alumno, la buena alimentación y salud en el alumno, la infraestructura educativa que permitiría lograr las metas propuestas y lo más importante, evaluar al Sistema Educativo Nacional, responsable de dotar a los maestros de lo necesario y más para que los resultados de los alumnos no sólo fueran mejores, sino que se demostrara que en México la educación era de calidad.

Sin embargo, omitieron de acuerdo con las evaluaciones de calidad que se realizan a las empresas y sistemas, evaluar a la parte responsable de los buenos o malos resultados; me refiero, amable lector, lectora, a quien toma las decisiones ejecutivas y palomea que desde un escritorio, en una oficina, con aire acondicionado y muchas veces sin ventanas, se decide la educación en el país; personas que por cierto, nunca han estado trabajando como maestros en una escuela pública que todos los días tienen diferentes problemas y carencias, quienes diseñan el sueño educativo, nunca han estado en una escuela de zona rural o indígena, es más, no perciben una percepción salarial similar a la de un maestro que trabaja toda la jornada.

Ahí está el meollo del asunto, ahí está la resistencia de Elba Esther, que con sus errores y aciertos, pagó muy caro el atreverse a irse a paro nacional por no aceptar los lineamientos y condiciones de la Reforma Educativa, para eso estaba preparando el fondo de resistencia para el magisterio, para pagar los salarios de los maestros que se irían al paro nacional.
Estoy de acuerdo con la evaluación y con los nuevos modelos de educación que harán de mi país una mejor nación, los maestros siempre hemos sido evaluados, pero no estoy de acuerdo que de eso dependa el trabajo o los derechos laborales de mis compañeros.