FOUCHÉ-HARFUCH

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Por: José Díaz Madrigal

De la numerosa obra literaria del autor austriaco Stefan Zweig, destaca sin duda la biografía titulada Fouché el Genio Tenebroso. Ésta semblanza del ministro de policía de la Francia de finales del siglo XVIII y principios del XIX, la desarrolla Zweig con un estilo muy propio de él; haciendo una cuidadosa construcción psicológica del personaje, junto a una brillante técnica narrativa; que no permite dejar la lectura a medias, sino que deja al lector picado desde el principio hasta el final.

De las pocas figuras que hicieron y lograron sobrevivir al terror de la Revolución francesa en 1789, indudablemente José Fouché es uno de ellos. Él supo en todo momento, percibir desde el inicio a que rumbo se dirigían los vientos cambiantes de las corrientes políticas. Sirvió a regímenes de lo más incompatible políticamente hablando, desde los jacobinos radicales hasta el encumbrado imperio de Napoleón Bonaparte, pasando por un gobierno de comité, conocido como El Directorio.

Fue a finales del mandato del Directorio, cuando prácticamente Fouché mismo se inventó el puesto de Ministro de Policía. Éste ministerio ha servido de base para todas las Policías exitosas, hoy en día. Por el desprestigio que tenía El Directorio, Fouché posibilitó su caída, en cambio favoreció el arribo del belicoso y despótico Napoleón, manteniéndolo como Ministro de Policía.

Fouché institucionalizó un sistema que no existía, en el cual la gendarmería vigilaba en mínimos detalles a los franceses. Contaba con un cuerpo policial bien estructurado, dividido en departamentos, comisarías y prefecturas. Además estableció dentro de la corporación a discretos detectives, que formaban una extensa red de confidentes dispersos por todo el país.

Zweig cuenta en la biografía, que había denunciantes bien pagados ocultos donde menos se esperaba. Esos espías estaban en todos los lugares y estratos sociales. A través de empleados domésticos, que fungían como agentes dobles, vigilaba a hombres prominentes y espiaba hasta al mismísimo Bonaparte, que era un chaparro maldito y desconfiado; pero lo espiaba por medio de la propia esposa, Josefina, a la cual el zorruno Fouché la tenía en su nómina.

Sin embargo para Napoleón, Fouché resultaba necesario; primero por la seguridad y orden que significaba tener a raya a la delincuencia en Francia y segundo por el férreo control que mantenía sobre los enemigos del régimen, como los desmadrosos jacobinos. Mientras tanto Napoleón se dedicaba a conquistar Europa.

Aquí en México, todo parece indicar que la nueva administración federal, está ajustando la estrategia para combatir al crimen organizado. La Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, ahora si a cargo de un policía de carrera, que conoce los laberintos de la delincuencia Omar García Harfuch; debió haber convencido a la presidenta que la táctica de abrazos y no balazos planteada por la administración pasada, en los hechos no sirvió para nada.

El día de hoy se está cumpliendo 2 meses de los 72 que componen el sexenio. En estos 60 días se han establecido cambios y adecuaciones a las leyes reguladoras, que tratan los asuntos de seguridad; ya sea en los procesos de investigación, persecución y prevención de los delitos.

El cambio de modelo en esta lucha, se echó de ver el 22 de noviembre, con la realización del operativo Enjambre, puesto en marcha en el estado más poblado de la República. Ese día se detuvieron a varios servidores públicos, incluida una presidenta municipal. Todos inmiscuidos hasta el gogote con grupos delincuenciales. Este acto comandado por las fuerzas de Harfuch, genera mejores expectativas en la ciudadanía.

Enjambre es el primer operativo en que se puso a caminar la maquinaria del espionaje, resultando un paso importante para desbaratar el contubernio que existe entre el crimen organizado y las autoridades encargadas de atacarlo.

Seguramente Harfuch cuenta con el apoyo presidencial, La Marina, Defensa, Guardia Nacional y del primordial Centro Nacional de Inteligencia.

A propósito, el espionaje fue lo que en realidad hizo exitoso el desempeño de Fouché, como temible Ministro de Policía, en palabras de Zweig. Ahora con los alcances tecnológicos más actuales, y ayudado de un organigrama de mando policial distribuido por todo México, Harfuch tiene la oportunidad de convertirse en el exitoso Fouché moderno.

Lo que más preocupa a los mexicanos, es la inseguridad. Por eso es primordial que a Harfuch lo dejen trabajar. Sí logra controlar esa lacra del crimen, Harfuch puede llegar todavía más alto.

 

*Las opiniones expresadas en este texto de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles CN COLIMANOTICIAS.