Elogio de Christian Nodal 

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PARACAÍDAS

Por: Rogelio Guedea.

Desde que en mi juventud fracasé en el intento de escribir canciones, mi admiración por los compositores creció a un nivel casi de veneración. Ya más entrado en años (no hace mucho, incluso) lo volví a intentar, pero no salía de los mismos ritmos monótonos y limitados y de letras demasiado elaboradas que me dejaban frío. Tal vez por eso es que una trilogía de libros de poemas que he venido publicado en los últimos años (el último de los cuales será publicado en breve, por cierto, en Nueva Zelanda) son un homenaje a Marco Antonio Solís, un cantautor que realmente admiro y cuyas letras ahora forman parte de mi educación sentimental juvenil, como también lo fueron (y siguen siendo) las de Juan Gabriel, Joan Sebastian, Armando Manzanero, José Alfredo Jiménez (cuyas letras han devenido en epígrafes de varias de mis novelas), Agustín Lara y, más recientemente, Luciano Luna o Christian Nodal, a quien descubrí no hace mucho viendo La Voz México y quien me parece que ha logrado imponer un nuevo fraseo y sentimentalidad en sus canciones que han logrado conectar muy bien con las grandes audiencias. Eso habría querido yo lograr algún día, pero para ello se necesita un talento especial, un don que sólo viene del cielo, y está claro que yo no lo tengo. No veo por qué, entonces, cuando se habla de cultura se tienda a despreciar a los creadores de  literatura, pintura o música popular, si en esencia los dotes que se necesitaron para crear “Muerte sin fin”, de José Gorostiza, ese monumento filosófico, no son para nada distintos a los que se necesitaron para crear, digamos, “Por qué me quité del vicio”, ese poema entrañable y doloroso de Carlos Rivas Larrauri. Hace unos días, la Subsecretaría de Cultura publicó en Facebook una felicitación al cantautor de música regional mexicana Christian Nodal con motivo de su cumpleaños, y la publicación sirvió para que los internautas colimenses aprovecharan la ocasión con el fin de, entre otras muchas cosas, filosofar sobre el sentido de lo que es y no es la cultura o debería de ser o no debería de ser la misma, y quiénes deberían formar parte y quiénes no, todo ello siempre con un tufillo de vanidad discriminatoria y de soberbia intelectual con el cual no sólo pusieron como palo de gallinero al subsecretario de cultura Emiliano Zizumbo sino también, de paso, a Christian Nodal, cuya obra musical implícitamente fue denigrada, sin que el cantautor la debiera ni la temiera. Sin embargo, en el fondo lo que se pudo percibir en la rabia que desató esta publicación, y esto es lo que considero más relevante, no fue sólo el hecho del nivel de publicaciones que hace una subsecretaría de cultura de todo un estado cuanto la poca solvencia moral y competencia profesional que ha tenido ésta para proponer un ambicioso plan de cultura que vaya más allá de la propia inercia con que caminan (o tienden a caminar) este tipo de instituciones, además de la cuestionable atención que se le ha dado a los creadores y artistas colimenses, quienes en no pocos casos han tenido que padecer retrasos en sus salarios o falta de pago a sus trabajos realizados, dándoles un trato que deja mucho que desear por parte de la autoridad que, en realidad, debería ser la primera en reconocerles su aportación al patrimonio cultural de nuestra entidad. Es esto lo que todos estos mensajes rabiosos y sarcásticos le quieren manifestar al subsecretario Emiliano Zizumbo, quien lo último que puede hacer ahora es darles la espalda y pasar indiferente a ellos pues de lo contrario no hará sino incumplir al único deber que tiene en su paso por ese sector: dignificar la labor de los creadores y artistas colimenses y apoyar y promover por todo lo alto su arte en la sociedad colimense y más allá de sus fronteras. Cuando esto se consiga, de verdad que nadie reparará en que vuelva a publicarse otra felicitación de cumpleaños a Nodal o a quien sea, incluso hasta se verá muy mal que, por una cuestión de mera  inclusión y pluralidad, se deje a un lado a ese importante sector de nuestro folclor. Creo que es el momento oportuno, pues, para que el equipo de la subsecretaría de Cultura se siente a definir un plan cultural de verdad para nuestra entidad en el futuro inmediato, de lo contrario se seguirá perdiendo el tiempo en discusiones inútiles que sólo ofenden a nuestros creadores y denigran a nuestras autoridades.