EL PODER CONTRA LA LIBERTAD

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LECTURAS

A los periodistas en su día.

Por: Noé Guerra Pimentel

¿CASTIGO A LA PRESUNTA CALUMNIA? Me refiero a la inédita desaprobación por abstención mayoritaria 13 de 25 con 9 a favor del dictamen presentado la tarde del pasado jueves 30 con el que este año el Poder legislativo, como lo viene haciendo desde hace poco más de una década, ahora a través de la LIX legislatura local en funciones reconocería a los periodistas del año, según por razones personales esgrimidas por una legisladora local en contra del trabajo seleccionado de uno de los participantes, arguyendo fundamentalmente que en el mismo, el autor no se había ajustado a la verdad y le había dañado moralmente, alusión que, en los hechos se colige, motivó la abstención de la mayoría de sus compañeros, por lo que el dictamen regresó a la comisión de origen. Acto que en opinión de muchos que se han manifestado denigró al reportero en mención, desautorizó la labor de la comisión convocante y descalificó el trabajo previo realizado por el del consejo ciudadano, instancia auxiliar integrada por representantes de diferentes agrupaciones civiles entre sociales y académicas afines y que de suyo se encargaron de analizar y, a manera de propuesta, sugerir a los virtuales ganadores; sugerencias que usualmente se dan por buenas y la comisión responsable las presenta al pleno mediante dictamen para, en su caso, ser o no aprobado. Esta vez no fue el caso.

NO ESCRIBO PARA QUE ME PREMIEN, CASTIGUEN O LEGITIMEN ¡ES MI DERECHO! Antes de continuar debo aclarar que en lo personal siempre he sido un escéptico de estas convocatorias en las que las decisiones, al carecer de parámetros objetivos, son eminentemente subjetivas y más en el ámbito de la política donde, en el mejor de los casos, se resuelve por simpatías u otros intereses como los corporativos o patronales para determinar “ganador”, no siempre por la calidad, objetividad o trascendencia del producto, sin que por eso y hay que puntualizarlo, el elegido haya tenido la culpa. Pero, además, y para el caso, soy un convencido de que en este oficio de escribir y publicar un texto se busca expresar de manera libre nuestra opinión y de ninguna manera se debe estar sujeto al veredicto de la eventual autoridad, sea del ámbito o del nivel del que se trate, de otra manera se contradice su principal propósito, puesto que cuando se escribe se supone que se hace con convicción y compromiso social para informar con verdad, orientar desinteresadamente, denunciar lo mal hecho y ¿porqué no? para tratar de influir con argumentos en las decisiones públicas de quienes están obligados a tomarlas, buscando favorecer lo que se supone mejor y, en ese sentido, creo, deberá ser el lector, el ciudadano, la sociedad quien con su lectura, reflexión y casual coincidencia lo valore. Hasta ahí.

PARTICIPÉ Y ASUMO NO SOLO EL RESULTADO. No obstante, y a este 3 de junio aun desconociendo los resultados respecto a los nominados como virtuales ganadores, también debo precisar que, renuente y aferrado a las razones anteriores, en mala hora acepté participar, lo hice por primera vez y a petición de varios conocidos y algunos no tanto que por diferentes medios como en años anteriores esta vez nuevamente me instaron para hacerlo. Finalmente acepté y al hacerlo obviamente me atuve a las consecuencias asumiendo los riesgos y aceptando las reglas del juego de intereses que todos sabemos hay y se han jugado no solo en esta ocasión sino desde siempre en la arena política y más ahí. Quien lo niegue o diga lo contrario es ignorante, es ingenuo o miente. Para competir seleccioné tres publicaciones para igual número de categorías, pero igual, me sumo a quienes ante la evidencia de lo enrarecida que está dicha selección han propuesto que tal “premio” cambie de otorgante o desaparezca. ¿Cómo está eso de que quienes usualmente obstruyen el ejercicio de la libertad de expresión, la premien? Es una contradicción en sí.

¿CAMBIAR, DESAPARECER O SOLO REPONER EL PROCEDIMIENTO? Sin duda es la pregunta y cuya respuesta la comisión responsable tendrá que dar a conocer a la voz de ya. Cambiar todo el mecanismo de entrega incluso con la renuncia del Legislativo a hacerlo como en su momento lo hizo el Ejecutivo, sería para la siguiente emisión, es decir la del 2020, ahora ya no, el tiempo ya no lo permite. Desaparecerlo, tendrían que valorar, por mi parte insisto, así no tiene razón de ser, se debe ciudadanizar y la alternativa, en todo caso, sería que la autoridad coadyuvara sin que sancione su entrega, así se evita cualquier conflicto de intereses. La última es la de reponer, cosa sencilla, si la razón de peso fue ese artículo “incómodo” por cuyo motivo trasciende que hay una presunta denuncia legal, que se nomine otro producto del mismo autor o de otro participante a criterio del consejo ciudadano y de la comisión legislativa responsable ¡digo! puede haber, cuestión de voluntad sin dejar de tener presente todos lo que dijera Jean-Paul Sartre: “Mi libertad se termina dónde empieza la de los demás”.