EL GOBIERNO INTERINO

0
Foto de archivo

EDITORIAL

Con ajustes de cuenta en la calle, alto índice de delincuencia, endeudamiento de más de 1 mil millones de pesos y cientos de trabajadores despedidos de la burocracia gubernamental, así recibió la administración del gobierno del estado, Mario Anguiano Moreno, aquel 1 de noviembre de 2009.

Sin embargo, la ciudadanía le dio un voto de confianza a un joven economista, que prometía ser ordenado en el gasto y con sensibilidad política  y social, así regresó a su trabajo a casi la mayoría de los trabajadores despedidos en la última quincena de la administración de Silverio Cavazos.

Pasaron los primeros años del anguianismo y teniendo a Oscar Zurroza y Jesús Orozco como sus pilares económicos y administrativos, las cosas no se percibieron bien, la información sobre los negocios y las fortunas de ambos personajes empezaron a ser públicas.

El gobernador nunca supo o volteó para otro lado, dejó que sus colaboradores más cercanos le pintaran una administración que nunca fue, cuando fue inminente el desastre financiero y el desorden administrativo, ya era demasiado tarde los autores financieros del mismo ya no estaban ahí, Oscar Zurroza en la delegación de la Sedatu y Jesús Orozco en la Administración Portuaria Integral  (API) de Tampico, Tamaulipas.

Casi como recibió, entregó Mario Anguiano a un gobernador interino, Ramón Pérez Díaz improvisado, no porque no tuviera capacidad para serlo, sino porque hasta hacía un  par de semanas no sabía que iba a ocupar esa responsabilidad.

Aunque desde un principio fue atacado el nuevo gobernador por diputados y dirigentes del Partido Acción Nacional (PAN), por los cambios en el gabinete, Pérez Díaz tuvo la templanza de aguantar las descalificaciones.

A poco más de un mes de tomar el mando en la administración, el gobernador interino no sólo ha sorteado algunos problemas sociales en la población, sino que ha enfocado sus esfuerzos a gestionar recursos que le den certeza primero a sus trabajadores y después a la administración que empieza a recuperar el orden que había perdido.

Al gobernador interino, Ramón Pérez, se le tiene que reconocer su carácter serio para atender las demandas más sentidas de la población y no ha tenido la tentación de un protagonismo político, que en estos tiempos preelectorales, sería un mal mensaje para los electores, por ello, esperemos que siga haciendo bien su trabajo Pérez Díaz por el bien de los colimenses.