EL ESTADO Y LA EDUCACIÓN

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Editorial

Cuando fue encarcelada la maestra Elba Esther Gordillo Morales en febrero de 2013, muchos profesores llamados “disidentes” se alegraron, no tanto porque ella les debiera algo, sino por una revancha política y  pensaron  que vendrían tiempos mejores para su gremio. No fue así.

La justificación del gobierno federal para detener y recluir prácticamente en un hospital-prisión a la maestra, fue creíble, más nunca comprobable, no existió y hasta la fecha no hay un solo profesor agremiado a la SNTE amigo o enemigo que haya acusado a Elba Esther de robo.

Con Elba Esther Gordillo lejos de los profesores y con un Juan Díaz a modo, el secretario de educación Emilio Chuayffet Chemor puso en marcha la llamada Reforma Educativa, que resultó ser más laboral, que educativa. Y si estamos equivocados en esta percepción, ¿por qué será que todo el magisterio coincide y piensa que es punitiva?

Desde su implementación, la reforma sólo se ha enfocado a las evaluaciones, certificaciones, tipos de exámenes y sanciones para profesores de recién ingreso y aquellos que tendrían menos de 20 años en su labor docente; sin embargo, en niveles educativos como el medios superior no se respetó ni sus propios lineamientos para esta evaluación, ya que serán evaluados maestros de hasta 30 años de servicio.

Nunca se ha explicado de algún nuevo modelo educativo o una profunda capacitación para los maestros, menos se ha hablado de la currícula escolar, si la mexicana es la más adecuada o hay que reformarla.

En un país que se precie de querer salir del subdesarrollo en el que estamos inmersos desde hace más de 30 años, la educación debe ser el motor que saque a México de este atraso y sea a movilidad social a través de la instrucción pública laica y gratuita.

Que lejos estamos de la inversión pública que destinan a la educación países como Finlandia, Corea del Sur o Cuba, en contra de ello, en nuestro país, el Producto Interno Bruto (PIB), no llega ni cerca al 8 por ciento como mínimo que se debe destinar al sector educativo y 1 por ciento del PIB para ciencia y tecnología como mínimo.

Para este ciclo escolar 2015-2016, la tendencia será de empeorar la situación educativa en todo el país, con la disminución de los recursos financieros, plazas, compensaciones y de infraestructura para las escuelas recientemente anunciada.

En nuestro estado de Colima como en el resto de la república mexicana, una gran cantidad de profesores han sido sancionados o peor aún, corridos de sus puestos de trabajo, algunos incluso, motivados por alguna revancha política.

A partir de hoy, con el regreso a clases en educación básica, muchos planteles dejarán de prestar la modalidad de Escuela de Tiempo Completo y pasarán en el mejor de los casos a Escuela de Tiempo Ampliado y aquellas que ya venían presentando este servicio se recorrerán a Escuelas de Tiempo Normal, desde luego, con un respectivo decremento salarial a cada uno de los profesores que se vieron afectados a partir de hoy, pero algunos desde hace dos o tres quincenas.

Entre las medidas que se han venido tomando, están sometiendo al retroceso la educación que el estado de Colima había ganado. Estancan el progreso y desarrollo de las próximas generaciones, de los actuales estudiantes y de las familias. Pensamientos ligeros y poco visionarios, continúan impulsando este proyecto por motivos personales, políticos y otros por los recursos económicos escasos para la exigencia que se había trazado y ganado en servicio, atención y calidad.

No se debe perder de vista las consecuencias no solo académicas, ni laborales, sino las dinámicas familiares que ya ha de estar repercutiendo por los nuevos horarios de sus hijos.

Colima y su magisterio que en casi nada se le parece al agremiado en Oaxaca, Chiapas, Michoacán y Guerrero, podrían despertar de la modorra sindical y ponerse en contra de una reforma educativa que hasta el día de hoy no ha mostrado el lado amable para los profesores “que si quieren a México”, reza paradójicamente la propaganda del SNTE, en los medios de comunicación.

A más de 2 años y medio de encarcelamiento, con 70 años de edad y enferma le ha sido negada por el momento a la maestra Elba Esther Gordillo una prisión domiciliaria, a la que según las leyes mexicanas tiene derecho, pero políticamente todavía hay que exprimirle hasta la última gota de sangre a la maestra, triste, pero redituable, quien sabe hasta qué punto.