El difícil camino de la escritura

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“A menudo se encuentra al destino en el camino que se tomo para evitarlo”.

Jean de La Fontaine.

Entre libros y café


Por: José Luis Cobián León

El periodista y escritor italiano Emilio Salgari, nació en Verona, Italia, el 21 de agosto de 1862, su encantadora narrativa de aventura, generó un éxito entre los jóvenes logrando con ello que sus novelas alcanzaran tirajes de hasta cien mil ejemplares.

Sus obras eran tan verosímiles que lograron una realidad casi perfecta entre sus lectores. “Sandokán”, “El Corsario Negro”, “El León de Damasco”, fueron algunos de sus heroicos personajes nacidos de él, los cuáles le brindaron el reconocimiento y la admiración.

No obstante sus editores nunca le brindaron el respaldo, por lo que estuvo obligado todos los días a cubrir 16 horas de trabajo literario, el tiempo con su familia fue muy inconstante y su sueldo apenas alcanzaba para cubrir sus necesidades más apremiantes.

Tras un momento de desesperación, Salgari, decide quitarse la vida en 1911 pero de manera extravagante a la vista de las usanzas italianas, y al mero estilo japonés, se hace el haraquiri. Dejando una carta a sus editores en la que les decía:

“A ustedes, que se han enriquecido con mi piel, manteniéndome a mí y a mi familia en una continua miseria, solo les pido que en compensación por las ganancias que les he proporcionado, se ocupen de los gastos funerales. Los saluda Emilio Salgari”. Finalmente rompió la pluma y se abrió el vientre.

La vida de Salgari estuvo rodeada de sucesos lamentables, a él le antecedió el suicidio de su padre, veinte años después de la muerte de Salgari, su hijo Romero, se quita la vida y años después su otro hijo Omar.

Con 130 cuentos y 85 novelas, traducidas en diversos idiomas podemos encontrar, “Los misterios de la jungla negra”, “El rey del mar”, “A la conquista del imperio”, “El falso brahmán” y “El desquite de Yáñez”.

Finalmente solo por precaución, reporteros, columnistas, escritores y conexas, cuando escriban, mantengámonos alejados de cualquier arma pulso cortante, no vaya ser que nos gane la inspiración, el desasosiego, el predial, la luz, el agua, los gasolinazos, las inscripciones, las cuotas escolares y como Salgari nos apliquemos seppukko (harakiri). Para que no quede nada en el tintero, [email protected]