EL ARBITRARIO INAH

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AL DESNUDO

Por: Edgar Rodríguez.

La misión del arbitrario Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) es obstaculizar a como dé lugar el desarrollo urbano armónico del casco viejo de la ciudad de Colima que, por cierto, luce destrozado, sucio, en el abandono total, sin que ninguna autoridad haga algo para rescatarlo. Largos tramos de las calles Morelos, Nicolás Bravo y sus prolongaciones Independencia y José Antonio Díaz, por ejemplo, están destrozados.  Ojalá que la próxima administración municipal que encabezará Margarita Moreno González, asuma el reto de rescatarlos, igual que otras importantes zonas urbanas de la capital como la que comprende los primeros tramos de las calles Aldama, Allende, Filomeno Medina y General Núñez.

En esta última área urbana que comprende barrios de gran tradición enmarcados por los templos de la Sangre de Cristo, El Regio y El Sagrado Corazón, durante décadas anteriores al sismo del 21 de enero del 2003 brindó sus servicios educativos en los niveles primaria y secundaria, el colegio de las Madres Adoratrices para niñas y jovencitas, en instalaciones construidas sobre 5 mil 200 metros cuadrados, mismas que fueron destruidas casi en su totalidad por el mencionado fenómeno telúrico.

Desde esa fecha al día de hoy, el predio sigue siendo refugio de malvivientes, viciosos y malandrines, porque el INAH que en Colima representa Julio Hernández Martínez De La rosa sigue empecinado en no permitirle a los empresarios que lo compraron, demoler una capilla de ladrillo y concreto de no más de cien metros cuadrados, carente de valor arquitectónico pero con mucho sentimental para las familias colimenses de alcurnia cuyas abuelas y bisabuelas celebraron en ella sus primeras comuniones. 

Al arbitrario INAH y a sus muy cerrados de entendederas funcionarios les importa poco o nada que los vecinos del ex Colegio tengan allí “un dolor de cabeza, un foco de infecciones, un escondite de ratas siempre al acecho para robar en automóviles, casas y negocios”,  mucho menos que los inversionistas lleven años sin poner arrancar su proyecto porque los tiene atorados so pretexto de salvar la capilla construida hará unos ochenta años, no en tiempos de la colonia española como sucede en las ciudades de México, Guanajuato, Querétaro, Morelia, Zacatecas, por ejemplo. 

“Al INAH le imparta más proteger una pared vieja que cientos de personas que viven alrededor o que por ahí pasan. No le importa si matan a los ancianos, a las personas de la tercera edad, le importa más un muro sucio rayado que la vida de un ser humano. Vergüenza deberían tener las autoridades de haber parado esa obra”, publicó en su cuenta de Facebook indignado vecino.

“No permitimos que se demoliera la parte histórica (¿Cuál?), porque esa era la pretensión de los contratistas, dejar el lote baldío para construir sobre eso, entonces hay una restricción, no podrá demolerse. Estamos trabajando para que Colima crezca, se desarrolle con aprecio y conforme a los valores históricos culturales”, justificó hace cuatro años ya Héctor Álvarez Santiago, ex representante del INAH en Colima, misma postura que, por lo visto el fin de semana anterior, tiene su relevo Julio Ignacio Martínez De La Rosa, quien mejor que nadie sabe que la Dependencia a su indigno cargo no tiene razón ni le asiste el Derecho.

El funcionario del INAH, igual que su antecesor en el cargo, quiere convencer a los colimenses que ya no se tragan sus rollos justificatorios, de que la capilla del Colegio de las Madres Adoratrices que dejó en pie el temblor del 21 de enero del 2003, es algo así como la Capilla Sixtina, cuando todo mundo ,menos él y los suyos,  que  no hay nada digno de preservar,  salvo el refugio de rateros y viciosos que todo el santo día queman desde mariguana hasta drogas sintéticas.

Se dice que…

*Vecinos del ex Colegio de las Madres Adoratrices y los desarrolladores del proyecto constructivo que tiene ya más de cuatro años atorado el INAH, esperan que la gobernadora del estado Indira Vizcaíno Silva y la alcaldesa de Colima, Margarita Moreno González, tras tomar posesión de sus respectivos cargos, pongan en orden la recuperación barrial de la capital del estado, incluido el multicitado predio. 

*En su momento, Julio Ignacio Martínez De La Rosa, a quien nada le importa el desarrollo urbano sustentable de la ciudad, la calidad de vida barrial, los ingresos de los ciudadanos ni su bienestar, deberá responder por el daño económico y social que su intransigencia les ha provocado a los Inversionistas, desarrolladores, trabajadores de la construcción, vecindario y a la ciudad misma.