Entre Libros y Café
Por: José Luis Cobián León
La semana pasada me enteré de la muerte de un apreciable amigo del que lamentablemente no pude despedirme en su último a dios, del que puedo decir cuando lo conocí, me agregué a un seminario de la conciencia y me encontré con el frío escalpelo de la razón de Isidro Nava Corona, por lo que hoy les comparto una columna que en vida tuve el gusto de dedicarle cuando lo conocí y que una vez publicada me llamó para decirme; “Mijo, me dejaste con ganas de seguir leyendo, que chingón…”
Por consiguiente, compartirles que sigo en la constante que en el curso del tiempo en el que me he arraigado a este terruño, Manzanillo, aunque sin invitación, algunas veces con el fin de dar voces al viento de nuestro puerto, escribo sobre personajes ocultos de gran valía, como es el caso de Isidro, un sagaz espectador del mundo o como lo llamaba una amiga en común del medio artístico, Cristina Michaus “una mezcla de gato montés o demonio sabio”
A reglón seguido, su intelecto me hacía recordar a Diatollevi, Gudrum, Lia, Casaubon, personajes de “El Péndulo de Foucault” del escritor, filósofo y semiólogo italiano, Umberto Eco. Pero sobre todo a Jacopo Belbo, un personaje estricto con sus espacios de soledad, tan así, que cuando alguien lo abordaba sin permiso corría el riesgo de toparse con su acidez. Cierto día después de abordar el tren, una de las personas que viajaban junto a él, lo interrumpe de sus pensamientos, por tanto, solo se limitó a decirle, “no subo al tren a hacer amigos, con los que tengo en tierra me son suficientes”.
Así era Isidro Nava Corona, en su mayoría para los superficiales, deshonestos, incorrectos o algún desdichado que le caía gordo. No así, para los que realmente queríamos mantener una charla, preguntarle sobre cualquier tema de interés o aprender. Desde muy temprana edad su ser investigador, observador y sociólogo, lo llevaron a indagar y plantearse particulares razonamientos en el comportamiento humano, fundamentado como manda la etiqueta de la ironía. Caballero maduro, rudo en la lid, manzanillense, cuyo objetivo fue escribir la historia de su tierra, como lo hizo en su libro “Una mirada al pasado, Ciclón del 59”.
Un diciembre del 2015, si la memoria no me falla, a unos días de terminar el año, tuve la oportunidad de tener un encuentro cordial con él, cuyo rostro contaba las genealogías de historias pasadas. Con un primer botellín de tónica refrescante, entre bromas de los viejos tiempos, ritmos, libros y conocedor de la virtud de la música, entonó canciones de Luciano Pavarotti como “Fenesta Vascha” “A Vucchella” mismas que cantó de manera muy particular, cualidad que le aplaudí por la acentuación italiana, y más, por la del corazón.
Nava Corona a los 17 años entre vientos de sotavento y barlovento inició su aventura surcando los mares. En sus travesías señalaba que cada lugar fue único, diferente uno de otro. Sobre una pregunta expresa sobre si el mar es objeto de revelaciones, dijo, “me ayudó a madurar, al verme
rodeado del gigantesco mar que me hizo sentir acorralado en el barco, por lo que observando al firmamento valoré mis ausencias y analicé mis errores, que me llevaron a filosofar entre otras cosas, sobre la amistad, que es más grande que la hermandad biológica”. Por tanto, sin lugar a duda, de estas travesías le surgió la sabiduría que le caracterizó en vida.
– ¿Dime algo de la jerga marinera o el lenguaje calavera que utilizaban? -No hay jerga marina, sino un idioma marino. Al subir no puedes decir izquierda, derecha, o la parte delantera del barco; sino babor, estribor o la proa. Si abordas sin saber los términos marinos, de inmediato sabrán que eres un novato y habrá complicaciones.
– ¿Qué reconoces de tus padres? – “Todo, darme la vida, conocerte a ti, a la gente buena y a la mala”.
– ¿Cómo consideras tu carácter? -Franco, claro e impredecible. Fácil para estar bien y fácil para salir mal.
– ¿Qué ofreces con tu escritura a la gente de Manzanillo? – Que estén bien informados, que es sin ánimo de lucro, y que se interesen en la historia de Manzanillo, que parece no hay quien la cuente.
– ¿Qué te disgusta y qué te gusta? – Desprecio la bajeza humana, el comportamiento raspa (servilismo). Aprecio a mi familia, mis amigos y a la humanidad.
– Se dice que la potencia intelectual es la atención, mientras que, en el soñador, es la especulativa. ¿Tú eres atento o especulas? – Prefiero la especulativa, porque para mí, en ella va implícito el intelecto. – Gracias Isidro por la entrevista, tienes el talento de dar opiniones claras y agudas.
Con Isidro Nava Corona, pude establecer un collage de hallazgos vivenciales, marinos, literarios, mostrándome su ajimez, es decir, su ventana de las imágenes luminosas de sus recuerdos, que no fueron absorbidas por las sombras del tiempo. Asimismo, fue autor de las columnas “Así es”, “Condición humana”, “Sin anestesia” “Calidoscopio” entre otras, con las que nos ilustró a su muy particular estilo.
Finalmente, con aprecio y gran cariño, le brindo esta despedida en su memoria, otro amigo que solo se cambió de vagón pero que perdurará en el corazón de todos los que los conocimos bien, mi más sentido pésame para su apreciable familia a la que no tuve el gusto de conocer, pero que sin duda llevan el legado de este gran hombre. Me despido con dos frases utilizadas por Isidro Nava: “Toda persona tiene el derecho de ser todo lo pendeja que quiera ser”. “Utilizo las mentadas para abreviar comentarios y ahorrar tiempo”. Para que no quede nada en el tintero, comentarios: [email protected]
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