¿CUAL HA SIDO MEJOR PRESIDENTE?

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Por José Díaz Madrigal

Hace unos días, la señora Claudia Sheinbaum jefa del gobierno de la ciudad de México; mandó retirar una placa alusiva a la inauguración del mercado San Juan Curiosidades, en la alcaldía Cuauhtémoc. Amparada (dice ella) en un acuerdo emitido por la Secretaría de Cultura y la Comisión de Derechos Humanos.

Esta placa conmemorativa fue colocada en el año de 1970, es decir hace 50 años; por el entonces regente de la ciudad, el general Alfonso Corona del Rosal, en representación de Gustavo Díaz Ordaz; presidente de la república en aquel tiempo.

El motivo de retirar dicha placa, es que tenía grabado el nombre del presidente Díaz Ordaz. Se trata de acabar con la ignominia y que se respeten los derechos humanos, expresó la jefa de gobierno.

Esta medida que tomó el gobierno de esa ciudad, es desde luego con tintes ideológicos; el mensaje implícito que quiere dar esta señora, es el que no se permite pensar distinto al grupo de izquierda que ella representa.

En el sexenio siguiente, el de Echeverría, hubo mucho mayor represión política; quebrantando sistemáticamente los derechos humanos y, se inició con la desaparición de personas. Pero como Echeverría pertenece al club de presidentes populistas, que durante toda su administración se dedicó a atacar al sector privado, arruinando económicamente al país; este echó a perder la tendencia de crecimiento con estabilidad de las tres administraciónes previas. Con este presidente comienzan las crisis de inflación y devaluación. Sin embargo por pertenecer a la izquierda populista destructora; como la dupla López Obrador, Sheinbaum; estos no se atreven a tocar la memoria de Echeverría, puesto que son del mismo club.

Desde que se tienen registros de crecimiento económico, allá en las décadas de los veintes y treintas del siglo pasado, hasta la fecha actual; han desfilado por la silla presidencial 20 jefes del poder ejecutivo y, de todos ellos el que ha desempeñado mejor papel como presidente es sin duda Gustavo Díaz Ordaz.

Hubo en nuestro país un período que se caracterizó por, estabilidad política, por tener una economía sólida y sobre todo por la seguridad. Esta etapa de bonanza y firmeza, comprenden tres administraciónes al hilo: la de Ruiz Cortines, López Mateos y la de Díaz Ordaz. Esta última llevó al país a un progreso sin precedentes en muchos aspectos, había un alto poder adquisitivo, el dinero valía, no hubo devaluación, inflación mínima; orden en las finanzas públicas y lo más importante, había enorme respeto por el orden y la ley.

Los números son precisos, no mienten; con estos no tiene que ver si un gobierno es proclive a la izquierda o a la derecha del espectro político. Los números son de resultados y estos reflejan el grado de bienestar o malestar de la sociedad en su conjunto.

Cuando existe crecimiento en los indicadores económicos, disminuye la pobreza en la población; pero cuando los indicadores económicos van a la baja, aumenta la pobreza y la inseguridad; como es el caso de la actual administración que padecemos los mexicanos.

Tan solo este año de 2020, de acuerdo al organismo público que se encarga de medir la pobreza en México, el Coneval, destaca el aumento en más de diez millones de pobres. Hay que hacer énfasis en que estos díez millones de personas que alargan la fila de los más pobres, solo son de este año.

López Obrador continúa diciendo hasta la necedad, que no importa el crecimiento económico, lo acaba de mencionar justo el jueves en que el INEGI dió el resultado del comportamiento de la economía del segundo trimestre; el dato es desalentador, ya que es el peor trimestre desde que se hacen los registros. Para López Obrador, enfermizamente,  estos datos no tienen importancia.

Explicando de modo más sencillo, como lo hacía una maestra de primaria; con palitos y manzanas: si no hay crecimiento económico, se paraliza la producción de bienes y servicios; no hay generación de empleos y se van perdiendo los que había, de tal manera que la gente trae menos dinero y gasta menos porque no hay ingreso.

Todo esto lleva a la vez, que el gobierno tenga menos dinero por la vía de recaudación de impuestos. Como el dinero no crece en los árboles, todos los programas sociales se ven afectados. Así de simple y sencillo se le debe responder a López Obrador, que el crecimiento económico del país, si importa.

Los presidentes populistas como Echeverría y López Obrador, se parecen y tienen mucho en común; son mentirosos de profesión. Ninguno de los dos se le compara a Díaz Ordaz, que este si hizo una administración eficaz, fuerte y enérgica.

En alguna ocasión, un periodista le preguntó a Díaz Ordaz, cuál era su opinión acerca del sexenio de Echeverría que estaba en funciones; de inmediato Díaz Ordaz contesta: mira muchacho, a mi siempre me criticaron por feo, pero nunca por pendejo.