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Ciudad de México. – La glucosa es un componente esencial en nuestro organismo, ya que proporciona la energía necesaria para realizar diversas funciones vitales.
Se obtiene principalmente de los alimentos que consumimos, y su correcta regulación es fundamental para mantener un buen estado de salud. Sin embargo, cuando los niveles de glucosa se alteran, pueden surgir problemas como la diabetes, una enfermedad que afecta a millones de personas en todo el mundo.
El ciclo de la glucosa en el cuerpo varía a lo largo del día, dependiendo de la ingesta de alimentos y la actividad física. En personas sin diabetes, el páncreas produce insulina, una hormona que permite a las células absorber la glucosa y utilizarla como fuente de energía.
Este proceso ayuda a mantener los niveles de glucosa dentro de un rango normal, evitando picos o caídas bruscas.
En el caso de las personas con diabetes tipo 1, el páncreas no produce insulina, lo que impide que la glucosa sea absorbida por las células.
En la diabetes tipo 2, las células son resistentes a la insulina o el páncreas no produce suficiente cantidad de esta hormona. En ambos casos, los niveles de glucosa en sangre pueden aumentar peligrosamente si no se toman medidas adecuadas.
Conocer los niveles normales de glucosa es esencial para detectar posibles problemas de salud. En personas sin diabetes, los niveles en ayunas deben estar entre 70 y 100 mg/dL, mientras que dos horas después de comer, no deben superar los 140 mg/dL. Estos valores pueden variar ligeramente dependiendo de la salud general de cada individuo.
Cuando los niveles de glucosa en sangre son consistentemente altos, se puede estar en riesgo de desarrollar prediabetes o diabetes. Según la Secretaría de Salud, se considera diabetes si los niveles en ayunas superan los 126 mg/dL o si dos horas después de comer son mayores a 200 mg/dL. Es crucial consultar a un médico para obtener un diagnóstico preciso y un plan de tratamiento adecuado.
Para las personas que ya tienen diabetes, la Asociación Americana de Diabetes recomienda mantener los niveles de glucosa en ayunas entre 80 y 130 mg/dL, y menos de 180 mg/dL dos horas después de comer. Estos valores pueden ajustarse según las necesidades individuales y el control de la enfermedad.