Por: Gerardo Palafox Munguía
Cuando era niño, en una tarde cualquiera, le pregunté a mi abuelo: ¿Qué debo estudiar para ser Político? El me contesto rápidamente, con el contenido de la misma pregunta ¿Y para que quieres ser Político? (Yo le respondí igual de rápido, como si estuviéramos jugando un duelo frente a frente y con pistolas de salva) Pues para ayudar a la gente abuelito; para que todos tengan derechos y más trabajo; yo pensaba que si se enfermaba la gente y no tenía una clínica cerca de su casa a donde acudir se podían morir; de niño creía que al llegar a ser un político podía repartir tortas, agua de horchata y pozole aunque fuera en algunas épocas, después me di cuenta que esas épocas eran periodo de campañas políticas, cuando la gente vale más que en navidad y en épocas de pobreza, pues valen una cruz, misma cruz que no se ve, pero que cargan en su espalda.
Mí abuelo finalmente y con una sonrisa en los labios me contesto:
No necesitas ser político para ayudar a las personas, cuando alguien quiere de verdad echar un capote en la espalda del prójimo, sobran motivos intentarlo y faltan momentos para seguirlo haciendo. “Busca los problemas a solucionar y sea lo que sea, no te rindas hasta lograrlo” Necesidades en nuestro pueblo siempre existen, solo ten los ojos bien abiertos y a donde mires habrá algo que hacer.
Pero, (haciendo una pausa, mi abuelo me respondió) ¿Si de verdad quieres ser político? No cumplas promesas, no te comprometas y a todo di que si; sonríe siempre, saluda siempre de mano y recuerda cada nombre de las personas que acudan a los eventos a los que asistas.
Pero nunca olvides ser persona, que pese a lo que quieras ser, la política es en esencia el bien común, es la moral e integridad del deber cumplido, es proteger y trabajar siempre por el interés, no el propio, sino colectivo.
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