Colima, con un Congreso de Tercera

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Punto (.) Rojo

Por: J. Baldomero Díaz Gaytán

Ayer por la tarde, la mayoría de los integrantes del Congreso del Estado dieron un paso hacia el despeñadero político. En una votación disfrazada de abstenciones decidieron cancelar la entrega de los Premios Estatales de Periodismo con un argumento no sólo irrisorio, sino, hasta cierto punto, ridículo. “Porque en las columnas periodísticas se ha cuestionado su trabajado como legisladores”.

¿Es en serio? O como dicen los jóvenes ¿es neta? Hay libertades sagradas que hemos ganado a lo largo de los años y una de ellas es, sin duda, la de Expresión. Vivimos en un país, en un estado y en un municipio en donde todos los ciudadanos pueden decir y escribir lo que quieran.

Este es el momento justo para aterrizar en una conclusión preocupante: Tenemos un Congreso de tercera. No hay oficio político, no hay seriedad, y lo más grave, no hay responsabilidad en el ejercicio del poder. Muchos de los que hoy despachan como legisladores, hay que escribirlo como es, no estaban preparados para ejercer el cargo. Hay ausencia de talento y eso, aunque duela, se traduce en una profunda incapacidad para desempeñar el poder.

Señoras y señores legisladores. Están abriendo puertas que no conducen a ningún lado. Y algo peor, están escondiendo la cabeza ante una realidad que ya los alcanzó. El veto en contra del trabajo periodístico de Juan Ramón Negrete no los esconde de la crítica ciudadana que todos los días los pone en el ojo del escrutinio público. Señoras y señores legisladores, salgan a las calles, vean lo que piensan de ustedes en los salones de clases, en los restaurantes, en las mesas de café, en las tortillerías, en el transporte público, esa es la verdad a la que se están enfrentando y esa es la calificación que tienen por su trabajo.

Da vergüenza su actitud: Es más rentable censurar a la prensa que dar la cara por la turbulencia económica que se vive en todos los hogares. Es mejor ver como enemiga a la prensa que dar la cara para cuestionar el nivel de inseguridad por el que atraviesa el país. Es mejor atacar a los periodistas que alzar la voz contra los aranceles que impuso ayer el gobierno de Estados Unidos. Es mejor asumir la postura de los avestruces, es decir, esconder la cabeza para olvidarse de una realidad que está ahí, lastimando todos los días la conciencia pública.

¿Cuál era el objetivo de censurar a un periodista? No lo entiendo y mucho menos comprendo cuál es el sentido de esa aberración histórica. Lo que más me llama la atención, es que en la votación participaron los legisladores del PRI, del PAN y algunos del Partido del Trabajo y de Morena. Creí que el cambio que se impulsó el primero de julio del 2018 era para la construcción de un mejor país, no para entrar en una dinámica en donde la cancelación de las libertades se ha convertido en el pan nuestro de cada día.

Estoy convencido de que muchas de las propuestas que está impulsando el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador son las adecuadas, pues este México necesitaba de una sacudida para mejorar la dinámica política y social. Pero también, en esa misma proporción, estoy convencido y en la certeza de que muchos de los actores políticos que llegaron a cargos de poder cobijados e impulsados por la ola que se levantó en torno a la figura del presidente, no tienen el interés ni tampoco el perfil para participar como constructores en la edificación del nuevo México y del nuevo Colima. O lo que es lo mismo, con decisiones como la de ayer, me queda claro que en la ola del primero de julio del 2018 se colaron muchos usurpadores del cambio. Y un usurpador, hay que escribirlo claro, es un usurpador.

Ayer, trece de los 25 diputados locales votaron a favor de la censura como modelo de comunicación política. No hay problema, el tiempo vuela y nos veremos las caras exactamente en 25 meses, cuando muchos de esos legisladores regresarán a las calles a pedir el voto de los ciudadanos.

Y un mensaje final para Juan Ramón Negrete Jiménez. No está sólo. El agravio de ayer no fue para él, fue para todos los que nos dedicamos al periodismo. Y ayer, más que nunca, nos quedó claro el mensaje: Si pisotean a Juan Ramón nos pisotearán a todos. Y todos somos todos.

Y ni una línea más.