CALIDA FORNAX

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Por José Díaz Madrigal

En los Estados Unidos, hace algunos años durante la administración de Obama; hubo un legislador de ese país, que propuso al Congreso cambiar el nombre del Golfo de México. Con otra designación que tuviera que ver con una pertenencia más estadounidense.

El congresista no ofreció ningún tipo de explicación para solicitar el cambio de nombre, pero siendo representante de uno de los estados que han tenido notoriedad por ser racistas, y de poca aceptación con la inmigración, sobretodo con la mexicana que es la más abundante en aquella nación, se deduce que la propuesta era una represalia de clásica intolerancia, por no querer a los mexicanos.

La iniciativa de éste congresista ni la pelaron en La Cámara de Representantes, la aventaron al bote de la basura, porque no logró despertar interés alguno entre los demás legisladores.

La semana que pasó, el presidente de México en una visita que hizo a Sinaloa, comentó con ardor: -ahora en la gira, el sábado fui a Mexicali y luego a San Felipe allá en el Golfo de California, antes se llamaba el mar de Cortés, pero ya le vamos a cambiar el nombre, es Golfo de California que mar de Cortés ni que nada-

Desde hace tiempo el mandatario, dejó ver su menosprecio por lo que tenga que ver con España y los españoles. Prueba de ello es cuando habló de pausar la relación con España sin romper relaciones, sólo congelarlas por un período. Cosa que no pudo hacer, puesto que la relación sigue estable.

Ahora con su declaración acerca del Golfo de California o Golfo de Cortés como también se le ha conocido, a nada venía al caso su comentario, únicamente su enfermiza fijación, de negar lo que tenemos de España; empezando por el idioma en que nos comunicamos. En los mapas oficiales de la República Mexicana, aparece el nombre de Golfo de California plasmado en ese cuerpo de agua; significa que nada tiene que cambiar. Sólo aprovechó el momento para manifestar su aversión contra un pueblo amigo de los mexicanos.

Quien fuera el esclarecido fundador de la SEP en 1921, escribió el libro conocido como: “Hernán Cortés, creador de la nacionalidad”. En éste libro menciona que Cortés es el padre de la nacionalidad mexicana. Dice, éste personaje histórico, encima de ser un civilizador, estadista, guerrero y apóstol del Cristianismo; también tuvo la valentía (a diferencia de los ingleses que exterminaron a los pueblos aborígenes) de mezclar la sangre española con la de los nativos. Creando con éste acontecimiento, una raza nueva, que somos nosotros los mexicanos mestizos y que representamos el 90% de la actual población de México.

Cortés aparte de la civilización, nos dio mucho territorio – a diferencia del ídolo del Peje, Juárez, que ofrecía territorio nacional a cambio de ganancias personales- se podría decir que nos dió por patria desde Alaska hasta la Patagonia. En esa temprana época del siglo XVI, no había competencia para España. La rivalidad con otras naciones europeas, llegó años más tarde.

Hernán Cortés estuvo en Colima en varias ocasiones. Algunas veces sólo en la costa, en las bahías de Santiago y “Tzalagua” -Manzanillo, ni pintaba- permaneció varios días en la Audiencia, se le llama de ese modo, porque ahí recibió en audiencia a las autoridades de la antigua Villa de Colima, cuando Cortés preparaba la expedición a las Californias.

Partió de la Audiencia, arribando a La Paz en Mayo de 1535. Al desembarcar en éste lugar junto con sus soldados, era tan fuerte el calorón, que Cortés exclamó en Latín “Calida Fornax Est” como diciendo en lenguaje contemporáneo: “¡ah! Pinche horno tan caliente”. Y así se le quedó con ese espontáneo nombre a toda esa región, que ya castellanizado sonó a California.

Así que por más que quiera el presidente, no se escapa del vestigio de Cortés, puesto que don Hernán mismo, le dio el nombre a la península de California, a la California gringa y también al Golfo de California.