¿BUENOS, MALOS O CÓMPLICES?

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Por: Ruth Holtz*

Las relaciones humanas son complejas. Y las de pareja aún más pues los lazos que los unen los llevan a vivir situaciones en las que exponen más lo que son, su zonas vulnerables y la natural imposibilidad de controlar lo que la otra persona haga, lo que quiera o el hecho de querer siempre ser quien imponga “su voluntad”.

Lograr que dos se pongan de acuerdo, que tomen decisiones mancomunadamente, que sean tolerantes, que sean equitativos, que haya reciprocidad, que cedan o que decidan, que asuman las consecuencias es muy difícil. De hecho allí donde hay dos o más seguro que va a haber conflicto, conflicto de intereses, formas de ser y de pensar distintas y juegos de poder.

Cuando una pareja acude a psicoterapia es necesario oír la versión de ambos, pues lo que para uno es de una manera, para otro lo es de otro modo. No hay “versiones objetivas de los hechos”, así que la psicoterapia no puede ser un lugar en el que se decida quién está mal y quién está bien. Si una pareja necesita atención psicoterapéutica significa que ambos están mal. Y seguro que algunos aspectos ambos están bien. Pero ni bien ni mal. Lo importante es reconocer lo más difícil de una relación, que lo que ocurre en ésta es resultado de la unión de ambos. Es decir, son cómplices, actúan complementariamente. Si uno hace y el otro lo deja, el que lo deja participa en ceder la acción al otro, e incluso su actitud puede ser un disparador de la forma de en que quien “hace” actúa. No hay manera de decir, es que “mi esposa es la que está mal” porque para eso debe haber un contexto, una forma de ser tratada y de actuar del esposo. Nada que nazca en un terreno puede decirse que fue parte de la tierra, “todo se siembra”. Si bien es cierto que todos traen una historia personal que desde su infancia los ha hecho ser como son, aun así todo ser humano también “convoca, atrae, participa, promueve y alimenta” lo que vive. Por lo tanto, en toda relación somos cómplices. Es como un pacto dado por sentado de “seguirse el juego”.

La atención en el consultorio de una pareja implica que ambos reconozcan la manera en la que mutuamente se influyen y lo que cada uno siembra para obtener lo que obtiene. Reconocer de qué son cómplices, y que ponen de su propia historia personal para querer y favorecer lo que viven. Nadie es culpable, nadie es bueno o malo. Son cómplices. Afirmar que “es que mi esposo es el que tiene la culpa” es algo también parcial, aún en el adulterio. Eso no es una excusa para el que engaña, pero también la engañada pudo haber hecho su parte para vivir lo que vive. A lo mejor aceptando una relación con alguien que ya sabían que era mujeriego, pensando “ya cuando se case conmigo sentará cabeza”. Todos de alguna manera esperamos algo y fomentamos algo en nuestras vidas movidos por motivos inconscientes que incluso pueden conformar un patrón o modelo. Por ejemplo una pareja de un machista mujeriego con una mujer sumisa, víctima sufriente puede ser un modelo a seguir inconsciente de la hija de esta pareja que seguramente se casará con un machista, y se portará sumisa o para llevar la contra se dedicará a maltratar hombres para que paguen por cómo son, cuando su experiencia de hombres es “su padre”. Eso es lo que de una manera simplista podemos explicar que es el “patrón inconsciente”. Lo grave y difícil para cambiar, pero que se vuelve también la manera de estar unidos en un proyecto en común de crecimiento es que en una pareja se vive un “patrón inconsciente compartido”, en el que reproducimos con nuestra pareja lo que vivimos con nuestros padres, desde el ángulo en que nos afectó. Para atender esto sólo en psicoterapia individual y de pareja.

 

* Mtra. Ruth Holtz, Terapeuta psicocorporal, Analista bioenergética, Psicoterapeuta psicoanalítica. Orientadora cristiana. Informes y citas, días y horas hábiles a los tels. 3 30 72 54/044312 154 1940

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