ALIANZA PARA EL DESARROLLO

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TAREA PÚBLICA

Por: Carlos Orozco Galeana

Recientemente algunos empresarios colimenses exigieron actualizar la ley de fomento económico del estado porque  ha sido rebasada “siendo que era la primera en su tipo”, por lo cual el desarrollo económico ha fracasado”.  No hay una vocación ni políticas públicas  de desarrollo económico claras y se siguen haciendo acciones sin preguntarle a las personas correctas”. Poco después,  Aarón Cortés, presidente de Coparmex, tocó el aspecto de seguridad y dijo que los empresarios “tienen temor de crear inversiones nuevas”. 

El  empresario Héctor Aceves, a quien corresponde la opinión  primera,  reconoció   que  otros estados  han mejorado mucho respecto a Colima y tienen una economía más pujante, como Aguascalientes, Querétaro o Guanajuato. La causa, dijo, es que “hemos dejado el desarrollo en manos del gobierno y hemos fracasado en esta estrategia”.

Es común que los empresarios hablen   según les vaya a ellos en sus negocios en esa feria que es la economía. Los más inteligentes y con más recursos e iniciativa, lógicamente tienen  más oportunidades en el mercado, sobre todo si efectuaron estudios de factibilidad que les indique grado y recuperación  de la inversión, entorno favorable, confianza, situación de competidores, estado de derecho, existencia de  leyes que generen certidumbre, calidad crediticia, presencia de inversión federal, etc.

Pero aquellos que se animan a invertir nada más porque les sobran recursos o porque de pronto encuentran a alguien que no sabe qué hacer con su dinero, que se atengan a las consecuencias pues jugarán un albur que les podría resultar costoso en pérdidas. 

La clave para el desarrollo inicia en la relación entre los  gobiernos y los sectores productivos. Ambas partes han de compartir criterios e informaciones para darle viabilidad a los proyectos que se pongan en operación. Si las cosas funcionan desde la concepción hasta el arranque de las acciones, los índices de crecimiento serán estimulados y con ellos el empleo y una mayor inversión.

Los últimos tiempos a Colima no le ha ido tan mal en materia de crecimiento. Según Semáforo Económico, obtuvo una tasa  de  6.2 en el último trimestre de 2015 solo atrás de Chihuahua y por arriba de Nuevo León, mientras que el país creció a una tasa de solo 2.5 por ciento. Nos fue de maravilla ese tiempo. Las manufacturas, la generación, transmisión y distribución de energía, suministro de agua y de gas por ductos al consumidor final, produjo un crecimiento anualizado de 5.7.

En el tercer trimestre de 2016,  Inegi volvió a reportar que Colima se situó en el 6º. Lugar  nacional en crecimiento económico  aportando un 0.4 al país, obteniendo el sitio 15 en esta medición. Su crecimiento final fue de 3.8. Nada mal. Hasta ahí, las cifras digamos que son “pasables” Hurgando en mis archivos, encontré que el gobernador Ignacio Peralta especificó  en agosto de 2018 que Colima tenía “fundamentos económicos muy fuertes” por gozar de una ventaja competitiva denominada diversificación sectorial (actividades agropecuarias, industriales, comerciales y servicios), esto es que no depende la entidad de un solo sector para crecer como otras entidades. Recordemos: en el primer semestre del 2017, Colima creció a 3.1 anual y el trimestre siguiente al 4.9%, tasa todavía muy buena en relación a 2016. Según Inegi, este indicador  es de tendencia  o de dirección económica a corto plazo.

Transcurridos tres años del gobierno estatal, se impone la necesidad de imprimir un ritmo más fuerte a la economía para que haya más empleos y se genere más bienestar.  En este trance es cuando importa la recomendación que hizo a su gabinete Ignacio Peralta: priorizar la atención a los colimenses y privilegiar los recursos para el gasto social.  Colima tiene todo para aspirar a tasas de crecimiento superiores al índice nacional, lo cual implica racionalidad en la acción político- administrativo y diálogo permanente con todos los sectores sociales para construir la confianza que se requiere.

En relación a los empresarios, considero que aparte de sus recursos tienen que aportar un bagaje ético, dejarse de lloriqueos,  apoyar la lucha contra la corrupción y promover una cultura de transparencia que abone a dignificar la acción oficial. Tienen que poner algo más aparte de dinero.

En cuanto al gobierno local, el camino que debe seguir es el de  promover los intereses de Colima en el exterior para atraer inversiones, tal cual lo intenta nuevamente Ignacio Peralta en su viaje último a California.