ABUSOS DE CFE

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TAREA PÚBLICA

Por: Carlos Orozco Galeana

Un problema delicado viven hoy los manzanillenses porque una dependencia pública que tiene por filosofía servir a los mexicanos, no lo está haciendo rectamente; resulta que este ideal se ha transformado en una acción que los esquilma por cobrarles su energía a costos notoriamente superiores a los que acostumbra y, en tratándose de los hoteleros, estos tienen que pagar tarifas en zona federal “como si el puerto fuera Cancún”. Restauranteros de Colima también están sufriendo el abuso de esta dependencia originando riesgos de quiebra en el 20 por ciento del total de establecimientos, según reveló Sergio Contreras, dirigente de Canirac.

Esto no solo ocurre con ese municipio. En todo el país, la CFE ha incrementado sus cobros debido, afirma, a que han aumentado los precios de los combustibles para producir energía, de ahí que son los movimientos del mercado los que marcan el aumento en el costo de la luz.

Muchos ciudadanos, reveló Diario El Noticiero, protestan porque los recibos de cobro que les envía la CFE registran aumentos hasta por diez veces más de lo habitual en un trámite extraño e inequitativo. Es obvio que la gente no puede pagar esos servicios por ser exorbitantes en su precio por lo que las cosas podrían descomponerse y traducirse en resistencia civil pacífica. Diría un clásico, que podría ser otro filósofo similar al de Guemez: no le busquen tetas a las culebras.

La dependencia, reacia con frecuencia a escuchar a sus usuarios a quienes difícilmente les concede razón, podría reconsiderar sus políticas de cobro y revisar que sus tarifas son altísimas y que no corresponden a los consumos. Guardar silencio ante esa injusticia no es aconsejable. Pero temo que como es final de sexenio, difícilmente algún funcionario de alto nivel podría interesarse en encontrar una solución.

Ahora mismo, la Profeco podría hacer suyo este problema y asesorar a los manzanillenses frente a esa política de CFE y, por qué no, hacer frente común con los quejosos a fin de que se haga justicia y se pague lo que vale realmente el servicio.

El alto costo de la energía impacta severamente la economía familiar y obliga a la gente a hacer hasta lo indecible para pagarla. No se vale, en esta época tan crítica, de tan bajos salarios para miles de trabajadores, hacer oídos sordos frente a explicaciones razonables como las que han expresado ante la dependencia y en los medios informativos personas de recursos medios y empresarios del ramo hotelero.

Sería conveniente que organizaciones de la sociedad civil, que tan calladamente trabajan para el prójimo, hagan suya la angustia de esos manzanillenses, los arropen y refuercen para que sepan que no están solos en la protección de la economía de sus familias.

Estamos frente a un gran problema de sordera oficial. La ley del embudo es lo que funciona cuando los ciudadanos tienen que discutir asuntos con las dependencias. Estas, generalmente, se salen con la suya, no escuchan, imponen. Sin duda, en el peñato, estamos en una situación de incredulidad generalizada respecto a las instituciones, las cuales han sido convertidas en feudos de poder donde reina la corrupción en procesos diversos ( como en el de las compras, área que se pelean los del centro del poder y los de la periferia ) y donde los funcionarios se sienten príncipes de esa burocracia empobrecida moralmente.

México debe establecer precios justos a los productos del estado, salvar a los pobres de las truculencias del mercado, considerando lo exiguo de los salarios y la gama de impuestos al por mayor que pagan los contribuyentes cautivos.

Deben controlarse los precios de la canasta básica para que los consumidores puedan afrontar el pago de servicios como de energía eléctrica, haciéndola accesible a todos los hogares.

No despertemos al tigre, para qué. Manzanillo es un municipio con crecimiento económico, por lo que considero que es un desacierto romper equilibrios como el establecido entre vendedores y consumidores de energía eléctrica. ¡Que el tigre siga dormido es lo mejor!